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Lavagna y una decisión que replantea el tablero electoral

El ex ministro de Economía dio un paso más hacia una eventual postulación para la Presidencia, a la que ahora ya admite en público
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07 de febrero de 2019 a las 05:00

“Es tiempo de los más jóvenes”, solía responder informalmente Roberto Lavagna cuando se lo consultaba allá por mediados de 2018 sobre una posible candidatura presidencial suya para el 2019. Pero la dinámica coyuntura política argentina -máxime si se trata de un año electoral- siempre da lugar a las sorpresas y el ex ministro de Economía de Eduardo Duhalde y Néstor Kirchner claramente ya no piensa como antes.

Acaba de blanquear públicamente -tras las señales inequívocas que venía dando desde el arranque del verano, mostrándose activo y reuniéndose con dirigentes del PJ y de otros sectores políticos- que no descarta subirse a la carrera para llegar a la Casa Rosada en octubre. Claro que también se ocupó de poner en blanco sobre negro las condiciones que él exige deberían cumplirse en los próximos meses para que se decida finalmente a lanzarse a la pelea.

Primero, ratificó que piensa en una candidatura de consenso por un frente político amplio que contenga también a otros sectores -como el socialismo y los radicales desencantados con Cambiemos- y que no incluya al kirchnerismo.

Y, segundo, que, por ende, no aceptará participar de una primaria en el PJ para quedarse con esa postulación, básicamente en referencia al espacio Alternativa Federal donde ya están anotados para competir Sergio Massa, Juan Manuel Urtubey y Miguel Pichetto y algunos especulaban con que el exministro sería el cuarto contrincante en esa interna.

“Participar de una primaria sería contraproducente con la idea central de un acuerdo amplio. ¿De qué sirve participar de una interna de un partido y luego imponerla al resto? Es incompatible, en lo personal no tengo ninguna intención de esa naturaleza”, dijo, en declaraciones radiales, para que no queden dudas de su postura.

Pero, además, Lavagna mostró algunos matices que empiezan a hacerse visibles entre él y Sergio Massa y a los que vale prestarle especial atención: “Él piensa en una expresión ligada a lo que puede ser una propuesta de un sector de justicialismo, yo sigo pensando en construir algo más amplio”, es decir, dijo que imagina una construcción transversal a los partidos políticos y, en este caso, el kirchnerismo -no lo expresó en esos términos pero lo dio a entender- debería quedar fuera. En cambio, el tigrense, sobre todo en el último tiempo, suele ser cada vez menos "contundente" a la hora de fijar postura frente al espacio que lidera Cristina Kirchner y que la empuja como candidata.

Ahora, al margen de cómo serán recibidas sus declaraciones dentro del arco opositor y en el espectro kirchnerista, habrá que estar atento a la reacción del gobierno de Cambiemos ante la posibilidad ahora sí más cierta de Lavagna candidato.

Justamente, en pleno diciembre del año pasado, cuando la postulación de Lavagna parecía más un rumor sin demasiado sustento -atizado por figuras como Eduardo Duhalde y algunos sindicalistas- que una posibilidad cierta, un conspicuo integrante del Gobierno aseguraba a El Cronista, al margen de alguna chicana por la edad avanzada del exministro (que en marzo cumplirá 77 años), que su eventual postulación no movía “el amperímetro” electoral, y hasta evaluaba que una candidatura del salteño Juan Manuel Urtubey -con quien el oficialismo cultiva una excelente relación- podría ser una amenaza mayor para Mauricio Macri en su sueño reeleccionista.

Por lo pronto, está claro que si Lavagna sale a la cancha -dijo que lo terminará de definir a mitad de año- le resultará muy dificultoso al oficialismo escaparle al debate sobre la economía, un terreno donde el Gobierno tiene todas las de perder, si de lo que se trata es de mostrar resultados positivos de gestión. Más, si se los contrasta a la luz de la figura de Lavagna, a quien por
sus antecedentes muchos lo perciben como el hombre capaz de sacar a la Argentina de la debacle en la que se encuentra.

Peor aún, si la idea oficial es -tal como parece- poner a la corrupción K en el eje de la campaña hacia octubre, el talón de Aquiles de Cristina, claro está, no podrá enchastrar a Lavagna en ese terreno, puesto que el exministro se fue del gobierno de Kirchner en 2005 denunciando la cartelización de la obra pública y desde entonces ha sido un acérrimo detractor del kirchnerismo.

Así las cosas, la voz en el éter de Lavagna, tras un estudiado y estratégico silencio al que decidió ponerle fin, viene a ratificar que el escenario electoral de cara a octubre sigue movedizo y podría arrojar muchas sorpresas en los meses que siguen.

 

Fuente: El Cronista

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