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Letra y música: Gastón Pagano... ¡el vestuario del Depor Maldonado suena más que nunca!

Gastón Pagano prepara su primer disco con Hijos de la Marea y, tras la cuarentena, volvió a entrenar para buscar con Depor una histórica clasificación a la Libertadores
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05 de julio de 2020 a las 05:02

Es una mezcla extraña la que se le ocurrió a Gastón Pagano: futbolista y cantante. Casi incompatibles, porque los toques son de noche -y trastocan el descanso- o los fines de semana -a la hora de los partidos o de la concentración-, el futbolista de Deportivo Maldonado se encargó de fusionar lo difícil. A los 31 años está produciendo su primer disco, que en dos meses tendrá vida.

Compone, toca la guitarra, canta, y tiene su propia banda, “Hijos de la marea”. Y juega al fútbol desde 2018 en Deportivo Maldonado. Antes, Cerro entre 2009 y 2012, Bella Vista, y anduvo por Suiza, Nicaragua, Guatemala, volvió a Montevideo, a Villa Española, y hace tres temporadas se instaló en Punta del Este donde descubrió un lugar para disfrutar el fútbol y la música.

“En otra época hubiera sido más difícil cantar y jugar al fútbol, pero en el mundo digital actual, es posible, porque no todo es presencial y, además, porque si bien estoy todo el año con la música, mi prioridad es el fútbol y el espacio para tocar música es cuando no choca con entrenamientos y partidos, de tarde o en vacaciones”.

Pagano empieza a explicar la historia por el lado difícil, para entender cómo les dio forma a sus dos habilidades, tan distintas, pero que lo tienen como protagonista.

El vínculo con la guitarra

A los 14 años, cuando intentaba ponerle sonido a su letra -esa que escribe en papel y con birome-, descubrió la guitarra. Y enseguida llegó la música.

“Mi primo era el baterista de 'Cuatro pesos de propina', que nació en el liceo al que también iba mi hermano. Los dos me llevan cinco años, eran mis referentes. Iba a todos los ensayos. Me gustaba. Hasta que un día le dije a Gastón Puente, que era guitarrista de Cuatro pesos -ahora es cantante-, si me daba clases de guitarra. Me gusta escribir canciones, pero para acompañarlas necesitaba tocar un instrumento. Allí arranqué con las primeras clases. El objetivo desde el primer momento fue hacer canciones. Así empezó esta historia”, explica.

Puente le reveló los primeros piques para componer: los círculos armónicos, para que juntos formaran una linda melodía, y que el estribillo debía ser pegadizo. Así arrancó hace 17 años, y ahora está en la puerta de su primer disco, tiene videos en YouTube y canciones en Spotify.

Al final de cada jornada de aquellos inicios, el profe de guitarra le pedía un tema para la siguiente clase. De esa forma lo incorporó como hábito.

“Ahora llego de la práctica y creo, creo, creo, porque no me gusta tocar temas de otros, para eso los escucho, porque tocan mejor”, explica.

El escritor y creativo que lleva adentro llegó al punto que escucha frases en los entrenamientos y las hace canción.

El profe, Bogliaccino y la letra

La anécdota vale. Ocurrió en Maldonado, en una práctica del Depor. “En un momento del entrenamiento el profe dijo algo así: ‘En lo profundo de la profundidad’. En ese momento estaba con (Mariano) Bogliaccino, y nos reímos, pero lo miré fije y le dije: ‘Voy a usar esa frase para una canción’. Llegué a casa, y ahí salió todo un tema”.

Esa letra, con la frase del profe, que luego se transformó en canción, se escuchará en un disco que saldrá en dos meses. El productor es aquel profesor de guitarra, que le empezó a dar clases hace 17 años: Gastón Puente.

El disco tendrá 11 temas. ¿Cuál será la temática? “Las canciones hablan de lo cotidiano, porque siempre escribo de algo que pasó, y también de cosas que no pasaron, pero gira en torno al amor, desamor, a las cosas positivas”.

Cuando habla sobre este tema, le pone énfasis a lo que dice, porque hay un lema de su banda, "Hijos de la marea", que es innegociable: avanzar.

En la banda, en la que canta y circunstancialmente toca la guitarra, comparte con Fernando Bello (batería, y además es su primo), Martín Arroyo (guitarra) y Diego Curutchet (guitarra). Cuando precisan incluir el bajo y las teclas, traen a alguien de afuera.

Diego Curutchet, hijo de Fernando (coordinador de juveniles de Peñarol), es analista táctico de Peñarol y tiene como tarea estudiar a los rivales. En pocas semanas, cuando vuelva el fútbol y Deportivo Maldonado enfrente a Peñarol, el fútbol los separará por algunas horas, mientras la música los unirá.

¿Dónde nació el nombre "Hijos de la marea?" “Tiene relación con el mar, pero con la marea que sube y baja. Lo relacioné con los momentos de la vida. A veces está bien, a veces hay que remarla. No es algo liso. Sube y baja. Lo saqué de una película, de una frase que dice algo así: ‘No todos somos hijos de la marea, pero los que somos hijos de la marea debemos volver una y otra vez’”.

La pelota y los libros

“Escribo para las canciones. Tengo un cuaderno. En una época fue en el celular, pero preferí tener birome y papel. Un cuaderno con letras y con ideas, y muchos tachones”, dice.

Pagano cuenta que el fútbol le dio tiempo para formarse en la música y dice que siempre trató de estudiar. A los 20 años comenzó Administración de Empresas en ORT, pero tuvo que dejar por los entrenamientos y una gira por Cerro, hace ya una década. Luego realizó un curso de marketing de dos años con una universidad de Estados Unidos, por Internet.

“Todo lo que hacía presencial se me interrumpía, porque de los últimos 11 años estuve en el exterior, o en Uruguay con viajes, doble horarios, concentraciones, así que opté por estudiar en forma virtual y me enfoqué en el marketing”, explica.

¿Hasta dónde llega el sueño de Pagano músico? “Es algo que me encanta. Mi sueño siempre fue el fútbol, jugar en el Estadio cuando tenía cinco años, a los 10 llegar a Primera, y ahora entrar con Depor en una Libertadores. Luego, cuando deje el fútbol y la música se mezcle con el marketing, me encantaría seguir con la banda, hacer cosas más importantes y salir porque el mercado uruguayo es chico. Es un tema que hablo mucho con Gastón. ¿Cuál es el límite en la música para mí? No sé. Es un mundo que estoy descubriendo. Siempre estuvo por delante el fútbol, el día que deje el fútbol tendré tiempo para la música. Y si llegamos al Luna Park sería buenísimo”.

Un poco de letra

Escribió más de 40 canciones, cuenta. Algunas estarán en su primer disco, y otras en las intimidad de las hojas de su cuaderno. De allí seleccionó tres en la charla con Referí. “Auricular” y “Parado en un pie”, que estarán en el próximo corte, y la tercera, “Las cosas que me hacen bien”, una letra que la lleva en el corazón.

La hizo letra hace seis años, también irá en el disco y está grabado en acústico en Spotify.

“Son consejos que me dijo mi viejo, de avanzar. Habla del título, de las cosas que me hacen bien, de la abuela, el abuelo, mi vieja, mi viejo, de un amor que tuviste”, explica.

Y así dice la letra:

La vida se trata de vivir el momento

Quizás al pasado lo salvamos del fuego

Si no hace daño, si suma y no resta

Y a cada segundo nos volvemos más añejos

 

Me caía de cabeza y lo volvía a intentar.

Fue más de una piña que me supo noquear.

La ruta me decía que era por acá

El camino perfecto hacia la realidad.

 

Sí, hay cosas que me hacen sentir muy bien.

La mirada de mi vieja, las historias de mi viejo

Hay cosas que me hacen sentir muy bien, cuando miro a lo lejos cuando era un pendejo

Hay cosas que me hacen sentir muy bien, la cocina de mi abuela, la elegancia de mi abuelo.

Hay cosas que me hacen sentir muy bien, la magia de mi único amor.

 

Volviendo a lo primero de vivir el momento.

Si es el amor un paranoico encuentro.

Entre mi cabeza y lo que quiere mi pecho.

Disfrutemos esto, disfrutemos esto.

De chiquito me ensucié más de una vez.

Lleno de pasión, nunca el alma vacía.

Corre descalzo dijiste y pincharme quizás fue.

La enseñanza más clara que me diste en la vida.

 

Sí, hay cosas que me hacen sentir muy bien.

La mirada de mi vieja, las historias de mi viejo

Hay cosas que me hacen sentir muy bien, cuando miro a lo lejos cuando era un pendejo

Hay cosas que me hacen sentir muy bien, la cocina de mi abuela, la elegancia de mi abuelo.

Hay cosas que me hacen sentir muy bien, la magia de mi único amor.

 

Si todo todo todo, lo subo a mi podio.

A las cosas que más quiero y que me hacen sentir mejor.

Si todo todo todo, se lo regalo al fuego.

A las cosas que no quiero y que me hacen sentir peor”.

El tema está en YouTube:

El día que llegó a la televisión

El año pasado recibió una llamada de un periodista. “Diego Miranda me escribió porque sabía que estaba en la movida de hacer canciones. Me dice: ‘Voy a hacer un programa, ¿te gustaría hacer la canción que va de cortina (presentación del programa)?’. Le dije que sí y me puse a escribir. A la semana le mandé una maqueta de guitarra y voz. Le copó. Me dijo que podía rendir. Hablé con los chicos de la banda y le pusimos el resto”.

Así salió “Comienza el show”, que es la cortina del programa de Vtv.

La cuarentena, ese lugar de encierro oscuro y triste para el fútbol, tuvo para Pagano la idea de hacer un video. “Ahora están de moda los videos por Zoom, y como los compañeros ponen en el vestuario el tema, Facundo Tealde me dijo, ‘¿por qué no hacés un video con esto con todos los jugadores?’. Y así fue. Uno por uno le fui pidiendo. Algunos me dijeron que no por vergüenza. A cada uno le asignaba una parte de seis segundos”.

En el video participan cantando Walter Gargano, Jorge Fucile, Seba Sosa, Lourdes Viana, Sergio Blanco, Emiliano Alfaro, Walter Pandiani, Federico Martínez, Matías Aguirrregaray, Damián Frascarelli, Sebastián Rodríguez, Mauricio Lemos, César Pereyra, Matías Cabrera, su compañero de equipo Mariano Bogliaccino, Joaquín Boghossian, y músicos.

Historias del fútbol: el fiasco de Bélgica

El fútbol lo hizo recorrer todos los escenarios al hijo de Mario, un médico de larga trayectoria en el deporte uruguayo. Pasó por todo. Frío y calor. Nieve y sol. Sacrificio y confort. Contratos cumplidos y contratos frustrados.

El primer revolcón lo sufrió a los 20 años, cuando se fue a Beerschot de Bélgica. Eso sucedió entre Cerro, su equipo de origen, y Bella Vista.

Así lo recuerda: “Fue fugaz. Estuve poco tiempo porque el equipo dio bancarrota. El equipo estaba increíble. Tenía todo. El estadio con todas las comodidades, y con sede en Amberes. Recuerdo que hablé con Gary Kagelmacher antes de viajar, porque había estado en ese equipo. Me recomendó lo que querían de Uruguay, la garra y nuestra forma de jugar, pero tuve la mala suerte que la experiencia duró seis meses, el equipo dio bancarrota y no cobré todo el contrato. Así que volví a Bella Vista”.

Después vendrían Honduras. “Platense de Honduras el mayor recuerdo es Edgard Álvarez. Un fenómeno. Increíble la velocidad que tenía. También estaba Rambo De León. Edgard era un show. Recuerdo que un día estaba Gastón Poncet y el profe del equipo. Empezamos a tomar algo. A Edgard le encantaba el jueguito Mortal Combat. En ese momento empezó a tomar de más, y el profe le dijo bueno: ‘Te hacés el que tomás, ¿vamos a ver’. Y el Negro estaba olímpico, mientras el profe a la primera ya no podía más. ‘Cuándo van a aprender estos uruguayitos… ¡desde chiquito tomamos todo el año (cerveza), estamos entrenados’”, recordó el zaguero de Deportivo Maldonado.

De Centroamérica viajó a Europa. Llegó a Suiza, a Lugano de la mano del empresario Pablo Bentancur, pero había tantos uruguayos que recaló en Locarno.

El frío y la nieve de Suiza

En Suiza se manejó con el italiano, en un país que se hablan tres idiomas: italiano, francés y alemán.

“En Lugano éramos ocho uruguayos y nos fuimos en préstamo con Seba Rodríguez, Fede Rodríguez y Guillermo López. Estuvimos dos temporadas en Segunda y Tercera. Aprendí a hablar italiano a lo indio. Aquella experiencia fue increíble, porque conocí escenarios que nunca había vivido. Por primera vez entrené con nieve. ¡Nieve-nieve! ¿Sabés lo que es entrenar con los pies congelado? Si te llegan a pisar, llorás de dolor. Porque no sentís los pies. Primero te duele, luego se te duermen y te acostumbrás. Al final me acostumbré a jugar con la sensación de tener los pies dormidos; a salir del vestuario al entrenamiento, te daban camperones, pero en los pies tenías una media y listo. Fue una gran experiencia”, recuerda.

Su mejor anécdota fue bajo la nieve.

“Por culpa de la nieve me quedé parado con el auto en casa, quedó tapado en una tormenta. No se veía el auto. No me encendía. Se me complicó. Estuve como cuatro o cinco horas y tuve que esperar a que se fuera la nieve para salir. Recuerdo que llamé a Bentancur porque no me encendía el auto y no sabía qué hacer, y me dijo que tuviera paciencia”, comentó.

La otra experiencia, en la que descubrió lo que es vivir en el primer mundo y le dio vergüenza pertenecer al tercer mundo, fue en los trenes.

“Un día el capitán organizó para ir todos en tren. Era mi primera vez en un tren. Nadie te cobraba, todos pasaban y pagaban con una tarjeta electrónica. En ese momento hablaba con los uruguayos y les decía: ‘Esto lo hacen en Uruguay y no hay chance que alguien pague el tren’. Ese día pagamos todos, porque te enseñan a ser así. En Suiza es todo correcto. Son todos educados. A nadie se le ocurre no pagar. No pasa por la cabeza. Por eso, en un momento le dije en broma al capitán si nos íbamos sin pagar, y me dijo: ‘¡Hey, estamos en Suiza!’”, explica.

“Si sabré lo que es estar en Suiza, porque cruzaba la frontera para Italia y te dabas cuenta que estabas más cerca de Uruguay. ¡Qué diferencia hay en las costumbres!”.

Los taxis de Nicaragua

De Suiza a Villa Española y de allí a Nicaragua para jugar en Real Estelí.

Un viaje sin escalas y sin términos medios. “Hacía un calor increíble. Te decían que se venía el frío del invierno y yo decía: ‘¿Frío del invierno?’, porque para mí no existía. Nunca utilicé una campera”.

De Nicaragua recuerda una anécdota en los taxis.

“El primer día paramos un taxi para ir al entrenamiento, subimos y arrancamos. De protno, se empezó a subir gente, y le decíamos que nosotros íbamos para el estadio. Ante nuestra ansiedad nos tranquilizaba. Allí aprendimos que la gente sube en el camino, el taxi se desvía, y vuelve a su rumbo. Llegamos a tiempo al estadio”, recordó.

La paz de Punta del Este

Finalmente, en 2018 se instaló de nuevo en Uruguay. El destino: Punta del Este. “Llegué de Nicaragua, me habló Hugo Pargas (técnico de Depor Maldonado). Quería jugar en Uruguay, me quería venir, así que cuando recibí el ofrecimiento, vi que el equipo estaba bien y no dudé. Después llegó Francisco Palladino como entrenador, y también me quiso. Esta es la tercera temporada. Vivo en Punta del Este. Encontré un hermoso lugar porque descubría que aquí la vida es muy tranquila, y me encanta el mar”.

Desde hace tres años el vestuario del Depor Maldonado tiene más música que nunca, el fútbol música y letra, y el sueño de Pagano de llegar a la Libertadores.

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