"Si me apura en un concepto (sobre cómo le explicaría a un extranjero qué es Liverpool y cómo funciona), le diría: es una fábrica de jugadores”, resumió a Referí, a modo de título en una frase, el presidente del club José Luis Palma. Esa fábrica, que cuando llegó en enero de 2001 estaba fundida, y tuvo que desembolsar US$ 500.000 de su cuenta personal para pagar deudas y seguir funcionando en Segunda, está en la puerta de un mercado de pases histórico porque podrá negociar por cifras que nunca recibió un club uruguayo. Ni los grandes, Nacional y Peñarol.
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