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Los gigantes petroleros del Golfo Pérsico apuestan por la captura de dióxido de carbono

La técnica de captura geológica vía inyección directa o fracking gana terreno y será uno de los puntos de discusión en la COP28 que se realizará este año en Dubái
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22 de mayo de 2023 a las 05:04

Criticados por su impacto en el medio ambiente, los países petroleros del Golfo Pérsico están apostando por las empresas especializadas en la captura de dióxido de carbono (CO2) para reducir sus emisiones y de esta forma amortiguar el cambio climático.

La técnica, consistente en almacenar grandes cantidades de CO2 en formaciones geológicas subterráneas a gran profundidad mediante su inyección directa o bien por medio del fracking, ha ganado terreno en los últimos años y se vislumbra como un mercado que superará los US$ 7.000 millones en inversiones este año.

Aunque considerada como una alternativa marginal hasta poco tiempo, la captura geológica de CO2 está en plena expansión. Según la Agencia Internacional de Energía (AIE), en la actualidad existen unas 30 iniciativas en funcionamiento, 11 en fase construcción y 180  proyectos en etapa de planificación, a los que sumarían otros 30 proyectos en el próximo bienio.

Hasta el momento son los gobiernos de Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Noruega, Australia, Países Bajos e Islandia los que más han impulsado la técnica por la vía de créditos fiscales y subvenciones directas. Una alternativa que también han comenzado a explorar la compañía nacional saudí Aramco, primera exportadora mundial de crudo, y la emiratí ADNOC.

"Para el sector petrolero y también para los países es imposible alcanzar el objetivo de cero emisiones netas de aquí a 2050 sin la adopción de esta tecnología de captura”, sostiene el responsable de los programas de descarbonización de ADNOC, Musabbeh Al Kaabi.

Los críticos apuntan que con todos los proyectos de captura geológica en marcha y proyectados apenas se podría podrían almacenar 244 millones de toneladas de CO2 al año, menos del 1% de los 36.000 millones de toneladas que se generan. Además, señalan que la tecnología es cara, poco eficiente y que, en definitiva, prolongará el uso de los combustibles fósiles.

"Me gustaría ver más energía eólica y solar. Sin embargo, la verdad es que estas fuentes alternativas no resolverán el problema, no al menos en el corto y mediano plazo", sostiene Al Kaabi con relación a la técnica, que el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) pasó a considerar como una herramienta necesaria.

Prueba del interés suscitado por esta tecnología fue la participación de numerosas empresas emergentes especializadas en el tema durante una conferencia celebrada la semana pasada en Abu Dabi, la capital de Emiratos Árabes Unidos, el país que acogerá a fin de año la próxima reunión de la Naciones Unidas (ONU) sobre el clima, la COP28.

Las crecientes exigencias medioambientales han impulsado a un puñado de compañías a explorar el negocio de la captura geológica.  Es el caso de Aker Carbon Capture, con sede en Oslo, que ofrece servicios a toda la cadena de valor de la captura y el almacenamiento para la industria del petróleo, el gas, el acero y el cemento.

"Las alianzas con los sectores del petróleo y el gas nos ayudan a actuar con mayor celeridad frente a la emergencia climática”, afirma Talal Hassan, fundador de la empresa emergente omaní 44.01, ganadora del premio Earthshot que otorga desde 2019 la casa real británica y que cuenta con el apoyo del prestigioso ambientalista David Attenborough.

Asociada con ADNOC, la firma lanzó un proyecto piloto que consiste en secuestrar, comprimir e inyectar el CO2 en yacimientos rocosos profundos y porosos, los que a su vez están recubiertos por capas impermeables que actúan como barrera. Según Hassan, las características geológicas de los yacimientos del Golfo Pérsico permitirían “mineralizar billones de toneladas de dióxido de carbono".

Los especialistas afirman que las opciones de almacenamiento más idóneas son las formaciones salinas profundas; es decir: las formaciones rocosas llenas de agua no potable y altamente salina que se encuentran a cientos o miles de metros debajo de la superficie. También los yacimientos de petróleo y gas agotados, siempre que tengan una roca madre estable.

Las alternativas, en todos los casos, implican el análisis de datos geofísicos y geoquímicos de los pozos existentes, la creación de modelos 3D de la geología del subsuelo y la recolección de muestras; además de la realización de simulaciones de inyección, para confirmar que las formaciones geológicas son seguras.

Además de la captura y el almacenamiento de CO2 producido por instalaciones ya existentes, la tecnología más reciente de captura directa en el aire también suscita el interés de las grandes compañías.

Hassan cree que a las empresas emergentes del sector les interesa aliarse con las compañías de energías fósiles. "Utilizamos en gran medida los mismos equipos, las mismas infraestructuras y los mismos recursos. Eso nos ayudará a escalar con rapidez los volúmenes capturados”, evalúa Hassan.

Por lo pronto, las compañías del Golfo Pérsico parecen seguir los pasos del gigante petrolero noruego Equinor, uno de los especialistas con más de 30 proyectos en desarrollo. Uno de ellos es Northern Lights, que abarca el transporte, la recepción y el almacenamiento permanente de CO2 en un depósito localizado en el norte del Mar del Norte con una capacidad inicial de hasta 1,5 millones de toneladas. Según la empresa, estará en funcionamiento el próximo año.

Muchos expertos, no obstante, advierten que esta tecnología incipiente no debe sustituir las políticas de salida progresiva de los hidrocarburos. Algunos, como el responsable de Greenpeace para Oriente Medio, Julien Jreissati, califican la tecnología como una estrategia engañosa de las petroleras para seguir con sus actividades extractivas. Un tema que se anuncia como uno de los principales debates en la COP28, prevista entre finales de noviembre en Dubái.

En lo inmediato, el jefe ejecutivo de ADNOC, Sultan al Jaber, que además de ser ministro de Industria y Tecnología pilotará las negociaciones multilaterales durante la COP28, pidió "estudiar seriamente" las técnicas de captura geológica, llamó a los gobiernos “a otorgar incentivos al sector” y afirmó que “las grandes  petroleras disponen de los medios técnicos y financieros para promover esta tecnología útil en la lucha contra el cambio climático”.

"El mundo tiene dos opciones: dejar que se encarguen los pequeños actores, o que los grandes actores aceleren la descarbonización. Este será un año crítico en una década crítica para la acción climática. Emiratos Árabes Unidos afrontará la COP28 en forma pragmática, realista y con el mayor nivel de ambición posible", afirma Jaber. Por su parte, Al Kaabi destaca que ADNOC lanzó en 2016 el primer proyecto comercial de captura en la región con capacidad para retirar de la atmósfera 800.000 toneladas de CO2 por año.

A su vez, la petrolera saudí Aramco, al igual que la estadounidense Chevron, ha invertido en la empresa británica Carbon Clean.  La firma, cuya tecnología ha sido adoptada en 49 proyectos en todo el mundo, desarrollará este año su primer proyecto en Medio Oriennte, más específicamente en Emiratos Árabes Unidos. "Las empresas de la región son muy favorables a las soluciones consistentes en la captura de carbono", sostiene su CEO, Aniruddha Sharma.

Pese a la multiplicación de los proyectos para almacenar carbono en las formaciones geológicas, ambientalistas y científicos coinciden en que la técnica está muy lejos de ser una solución frente al cambio climático. Hacen hincapié en los elevados costos, el considerable consumo de energía y la complejidad del proceso. Aun así, las inversiones han aumentado considerablemente.

En lo inmediato, sin embargo, el objetivo de capturar y almacenar cerca de 1.300 millones de toneladas de CO2 al año para 2030 parece lejano.  Una de la razones es que faltan normativas y leyes que promuevan su desarrollo. Hoy, para una central eléctrica que funciona con carbón, el costo de capturar y almacenar una tonelada de CO2 oscila entre los US$ 60 y US$ 100 dólares, el rango en el que se negocia la misma tonelada en el sistema europeo de comercio de derechos de emisión.

El problema es que la inmensa mayoría de estos derechos se asignan gratuitamente a las empresas y sólo una muy pequeña parte se comercializa. El resultado es que a las empresas le resulta mucho más barato seguir emitiendo que invertir en captura.

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