El estadio Regional Calvo y Bascuñán de Antofagasta no estaba lleno, pero el público, en su mayoría chileno, silbó a los uruguayos y ovacionó a los jamaiquinos. Como siempre pasa entre los hinchas imparciales, toman partido por el más débil. Consultado Óscar Tabárez sobre este hecho, fue claro: "Si fuera por las hinchadas que tenemos en contra, estaríamos en el último lugar de la FIFA. Pero a veces ganamos algo. Cuando nos silban y nos gritan 'olé', a nosotros nos sirve, los futbolistas en vez de achicarse, mejoran".
El técnico de la selección uruguaya agregó: "Nos fortalece cuando nos gritan. Pensamos: este partido no lo podemos perder".
De los cerca de 9 mil espectadores, había una proporción de 500 uruguayos, 30 jamaiquinos y los demás locales que cantaron todo el tiempo a favor de los Reggae Boyz.
Los chilenos gritaban "ole, ole" cuando los jugadores de Jamaica tocaban la pelota, incluso festejaron un gol en una jugada que nació en un error entre Fernando Muslera y Maximiliano Pereira. En cambio, cuando los celestes entretenían el juego, los insultaban de todos colores.
Hasta los funcionarios de la organización, que se supone que son profesionales e imparciales, se tomaban la cabeza en cada ataque frustrado de los amarillos y hacían gestos de desaprobación hacia los uruguayos. Se palpaban las ganas de que Uruguay no arrancara ganando en la Copa América y que sí lo hiciera el equipo que dirige el alemán Winfried Schäfer.
El duelo de hinchadas también le puso color a la tarde de Antofagasta. A cada insulto los uruguayos respondieron contando "1, 2, 3..." y cuando llegaban a 15 todos aplaudían, en clara referencia a la cantidad de copas América que tiene Uruguay en sus vitrinas.
Los uruguayos, que se ubicaron todos juntos, lucieron camisetas de Nacional, Peñarol, banderas celestes y blancas. Muchos niños vistieron con orgullo la camiseta de Luis Suárez, suspendido para este torneo.
En el inicio del partido una especie de murga, ejecutando bailes exagerados y cantando, amagó a interrumpir el himno uruguayo, pero la gente los silbó para que dejaran escuchar.
La imagen distinta la dio un niño chileno quien, vestido con la camiseta de su selección, ingresó al campo de juego para abrazar al capitán Diego Godín. Los grandes hinchaban por Jamaica siguiendo sus intereses. Los niños, representación de la inocencia en estado puro, querían conocer a sus ídolos celestes.Al cabo del partido que ganó Uruguay, los futbolistas de Jamaica se retiraron aplaudidos y no hubo silbatina contra los celestes.
Antes del encuentro había una manifestación en la puerta del estadio. Como está sucediendo en todo el país, estudiantes de pedagogía muestran su disconformidad con el sistema educativo. Serían unas 15 personas que cortaron el tránsito, pero el tema no pasó a mayores. Estaban controlados por los policías que no necesitaron utilizar la fuerza.
Los uruguayos trataron de calentar con cantos el tibio ambiente desde mucho antes de que pitara el juez. Con aproximadamente la mitad de las entradas vendidas y una pista de atletismo entre la tribuna y el campo de juego, la animación del partido quedó por momentos en manos de los hinchas celestes.
Sonó fuerte el "soy celeste, soy celeste" y con música que recorría las calles aledañas al estadio, los uruguayos se hicieron sentir ante el "Chi chi chi le le le, viva Chile" que es el grito de guerra deportiva por estos días en el país organizador.
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