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Los negocios en el mercado negro de armas en Venezuela y su efecto en la región

Militares estadounidenses tienen temor de que ese armamento venezolano termine en manos de redes de narcotráfico; en Colombia también hay preocupación
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11 de mayo de 2019 a las 05:04

En las últimas semanas han salido a luz informes e investigaciones sobre las cuantiosas compras de armamento de la Venezuela de Nicolás Maduro a Rusia, aunque los negocios venían desde la época  de Hugo Chávez.  

Aunque las cifras no son muy precisas,  se estima enormes cantidades de armamento de defensa y se teme que, si se llegara al extremo del desborde o colapso político-militar en el país caribeño, esas armas podrían llegar a otros países de América Latina, generando focos de conflictividad e inestabilidad en la región. 

La fuga y la comercialización de armas por vías ilegales es una realidad en Venezuela desde hace años y el fenómeno podría acentuarse, de descontrolarse la situación interna, algo que preocupa sobremanera al gobierno de Colombia que hace tiempo que maneja información sobre el financiamiento y apoyo a grupos guerrilleros, que incluye armas de fuego. Hay evidencia de fusiles venezolanos en manos de las ahora disueltas FARC en la década de los 90 y de la entrega de armas al ELN que sigue en actividad y opera desde Caracas. 

Los expertos advierten que el tráfico de armas venezolanas permitiría a los grupos criminales sembrar el caos y desafiar a la autoridad de los gobiernos en toda la región, según un informe de Foreign Policy publicado en su página web el pasado jueves 2.

El fuerte arsenal venezolano y los hechos delictivos en torno a la venta ilegal y el contrabando de armas no solo tienen todo el potencial de afectar enormemente a la región, sino profundizar el derramamiento de sangre en caso de que haya un enfrentamiento armado entre el gobierno de Maduro -y grupos de apoyo-  y la oposición, al que podrían sumarse los países aliados de cada una de las partes.

Potente armamento

Lo más llamativo del proceso de reforzamiento de la Fuerza Armada Bolivariana es la adquisición de los 24 aviones de combate SU 30 MK, entregados por Rusia entre 2006 y 2008. También unos 200 helicópteros de transporte de tropas que llegaron a Venezuela de 2006 a 2010, y 92 tanques de guerra T-72 entre 2011 y 2013, con los que el Ejército ha ido formando uno de los contingentes de guerra más importantes de América Latina, según el SIPRI Arms Transfers Database (Instituto de Investigación Internacional de Estocolmo). 

Asimismo, Venezuela adquirió cientos de miles de fusiles y municiones Kalashnikov y espectaculares sistemas de misiles S-300, capaces de derribar aviones de combate o aeronaves que vuelan a baja altura.

De acuerdo a un documento militar revisado por Reuters, hay unos cinco mil sistemas portátiles de defensa antiaérea –conocidos como Manpads- en Venezuela en este momento. En la medida en que estos artefactos pueden ser portados por una sola persona, en teoría son de fácil transferencia a otras países de la región.   

Existe una particular preocupación por “la proliferación” de misiles tierra-aire portátiles porque  representan una amenaza para la aviación civil y militar. “Además de ser portátiles, ocultables y fáciles de robar, son difíciles de detectar”, según  Foreign Policy.

Militares estadounidenses tienen temor de que ese armamento venezolano  termine en manos de redes de narcotráfico y contrabando que incluso hasta podrían afectar a EEUU. 

Se estima que en las últimas dos décadas la Venezuela chavista ha reunido una de las mayores reservas de armas en el hemisferio occidental y existe el temor de que puedan caer  en “manos equivocadas”, esto es, en grupos delictivos o movimientos guerrilleros.

Fundamentalmente en el período 2006 a 2015, el gobierno de Venezuela hizo una tremenda adquisición de armas, alcanzando un poder de fuego similar al de Colombia, según dijo a El Observador el académico venezolano Víctor Mijares, actualmente profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Los Andes, de Bogotá.  

Colombia tiene una potente infraestructura militar gracias al apoyo económico y logístico por parte de EEUU para la lucha contra los grupos guerrilleros y bandas criminales. 

“Si bien Colombia tiene un ejército mucho más grande, Venezuela tiene mayores capacidades materiales de tanques, aviones y de hardware aplicado en armamento de defensa”, explicó. 

El oscuro negocio de las armas

Desde la llegada de Chávez al poder en 1999, EEUU se ha negado a cooperar en la repotenciación y ventas de repuestos para los aviones de las Fuerzas Armadas Bolivarianas, por lo que desde entonces el gobierno venezolano decidió buscar otros proveedores.

A partir de 2006, Venezuela estrechó sus relaciones comerciales con Rusia en distintos frentes, incluyendo el petrolero y el de armas defensivas ante la posibilidad de una “invasión imperialista” de EEUU.

 En ese proceso se han denunciado negocios oscuros paralelos entre personeros de ambas naciones.  

El propio profesor Mijares y su colega Alejandro Cardozo acaban de publicar un artículo en Foreign Affairs Latinoamérica sobre “los lazos de corrupción entre Rusia y Venezuela”, donde explican cómo la vinculación entre ambos países va más allá de lo político, ideológico y comercial, para alcanzar a militares de alto rango que dominan el negocio de la venta ilegal de armas. 

En ese mismo sentido, la investigación de Foreign Policy plantea los problemas de seguridad en torno al armamento venezolano.

“Con el control de Maduro aún inestable, es fácil ver un futuro en el que los narcogenerales corruptos tratan de vender partes significativas de sus armerías para obtener un beneficio rápido antes de huir de un gobierno derrumbado. E incluso si Maduro puede mantener el control de las decrépitas fuerzas armadas del país, todavía hay motivos para preocuparse por las fugas de armas y material militar”, dice. 

Hace referencia a los vínculos de un  Ejército “altamente corrupto” con “la guerrilla regional y los grupos criminales que sostienen a Maduro”, especialmente del narcotráfico y el comercio ilegal de armas. Se trata de grupos que se mueven en la frontera de Brasil y Colombia.

Un ejemplo de hechos de corrupción es la anunciada instalación de una fábrica rusa de fusiles Kalshnikov AK 103 y AK 104 en territorio venezolano, de la que se viene hablando desde 2006 y no se concreta. “Es un caso claro de la corrupción del lado ruso y del lado venezolano porque se hicieron inversiones, pero no la fábrica”, explicó Mijares. 

Los colectivos

En Venezuela una parte importante de la población civil está provista de armas ligeras, sobre todo los “colectivos”, que son organizaciones comunitarias que apoyan al gobierno, al Partido Socialista Unido y a la llamada “revolución bolivariana”.

Gran parte de los colectivos están formados por bandas armadas o grupos paramilitares que amedrentan o atacan a manifestantes de la oposición, o a cualquier detractor del régimen. 

Las armas ligeras no necesariamente provienen de Rusia, sino también de países europeos como Suiza, Suecia, Bélgica, y también de Brasil. Los colectivos generalmente se nutren en el  el tráfico ilegal de armas, incluso con la anuencia del gobierno.

Otro fenómeno que ocurre en Venezuela es que muchas armas de las reservas militares son vendidas en el mercado negro por funcionarios corruptos, según se infiere de suministros encontrados en bandas criminales sobre todo de frontera. 

A todo esto se le suma la delincuencia común que está armada, así como buena  parte de la ciudadanía que accede de alguna forma a armas con el ánimo de defenderse en un país altamente inseguro.

El Observatorio Venezolano de la Violencia calcula que habría unos 15 millones de armas ligeras en el país, donde viven unos 30 millones de habitantes.

Y todo ello, pese a que hay  una Ley de Desarme y Control de Armas y Municiones aprobada en el año 2013, sus efectos han sido casi nulos por falta de voluntad política. “La ley fue no fue aprobada para aplicarla a todos, sino para desarmar a los opositores al régimen, a los considerados enemigos del chavismo. En Venezuela la normativa no recibe mucho respeto, ni siquiera por parte del gobierno”, apuntó Mijares.

Las armas son una realidad en las calles de Venezuela  y el autoritarismo, caos e ingobernabilidad conforman un contexto explosivo.  

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