Hola. Gracias por sumarte a este Pícnic!, que viene cargado de recomendaciones, de piques que ojalá disfrutes, de algunas buenas noticias y de aventuras que experimenté o que quiero experimentar. Esta semana estuve pensando en lo que llaman micro hábitos, esas rutinas que a veces ni siquiera reconocemos como tales, que pueden ser negativas pero también positivas y que, en buena parte, determinan nuestras vidas. Tomar un café con leche en el desayuno es un micro hábito al que apenas le prestamos atención, y que puede ser una bendición (unos minutos para vos al abrir el día) o una pesadilla (una bebida tomada a las apuradas mientras que le gritás a tu hijo que se apure y buscás las llaves que perdiste).
¿Pero qué pasa cuando logramos concientizar un micro hábito para decidir si realmente queremos que forme parte de nuestra vida porque nos hace bien? ¿Qué pasa si mi micro hábito/obsesión de hacer listas de pendientes se transforma en cinco minutos de escritura diaria y libre, sin tema fijo? Lo que suele suceder es que esos micro hábitos reinventados se convierten en rutinas que nos suman. Aquí te cuento solo algunos de los que estoy ensayando y ya veremos cuáles se instalan en mi cotidianidad.
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