Diego Polenta celebra el gol del triunfo y de la clasificación

Copa Libertadores > EL ANÁLISIS

Nacional entre los 16 mejores de América: una clasificación que Uruguay necesitaba (y que duele, por las formas)

Nacional está entre los 16 mejores de América: consiguió una clasificación en la Copa Libertadores 2023 que Uruguay necesitaba, pero que, en el éxito, deja una sensación extraña porque duele por las formas en que llegó al objetivo
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28 de junio de 2023 a las 23:01

Nacional consiguió este miércoles en el Gran Parque Central un buen triunfo que lo clasificó entre los 16 mejores clubes de América, una conquista que el fútbol uruguayo estaba pidiendo a gritos después que en las dos últimas ediciones de la Copa Libertadores (en 2021 y 2022), los representantes de la AUF no sortearon la fase de grupos.

Entonces, cuando la lectura de lo que ocurrió se enfoca exclusivamente en ese punto de clasificar o quedar eliminado, no deja margen para otra interpretación que un reconocimiento a lo conquistado.

Sin embargo, aunque sea un gran mérito para la actualidad del fútbol local y un reconocimiento para Álvaro Gutiérrez (porque se hizo cargo de un equipo que no formó y que lo llamaron una vez más para sacarlo del pozo), también devuelve esta clasificación una sensación de impotencia después del pobre nivel que mostró en el cierre del Grupo B, frente a Metropolitanos de Venezuela por un exiguo 1-0, en su estadio y con un gol de un defensa (de los más lentos para correr toda la cancha), quien avanzó 80 metros sin ninguna marca, y convirtió un golazo que resolvió el partido.

El abrazo de Gutiérrez con Zabala tras la clasificación

Por esa razón es necesario separar el lugar que pasó a ocupar Nacional este miércoles en el concierto continental, de la forma en que lo logró.

No existen dudas que el equipo de Gutiérrez está jugando en un nivel en el que está lejos de transmitir confianza y certezas al hincha.

Que está sufriendo con su mediocampo, y que sus respuestas futbolísticas están asociadas a rendimientos individuales o respuestas anímicas antes que a un funcionamiento colectivo que le permita proyectarse con entusiasmo para todo lo que tiene por delante: los octavos de final de la Libertadores y pelear por el título del Uruguayo.

El gol de Polenta es un claro ejemplo de las formas de este Nacional, y que no todos los rivales van a ser Metropolitanos.

Si a este rendimiento de los tricolores se le adosa la producción del pasado viernes ante Liverpool en Belvedere (recibió una paliza con la pelota), los dirigentes no solo deberían estar preocupados y nerviosos, porque transitando con este fútbol y en este nivel en la próxima fase de la Libertadores la vida del equipo se agotará en los sigueintes 180 minutos (de octavos de final), sino que en el Campeonato Uruguayo no tiene asegurado el futuro, más bien tiene planteadas grandes interrogantes.

En medio de ese escenario, que desconcierta a las sensaciones (de alegría por clasificar y de sufrimiento por lo que se ve), Gutiérrez sigue haciendo que su equipo gasolero, que tomó a mitad de camino y reconstruyó (porque no lo armó él) continúe recaudando millones de dólares en premios y avanzando en la Libertadores.

Entonces, la cancha devuelve esas dos sensaciones: 1) la pobreza futbolística, y 2) la efectividad, que en definitiva es la clave para avanzar en la Libertadores.

En ese contexto: Nacional está entre los 16 mejores del continente, recaudo US$ 5.150.000 en premios por clasificaciones y triunfos, lo que se transforma en la tabla de salvación para los clubes uruguayos (Peñarol recaudó US$ 4.000.000 menos que Nacional en copas internacionales en 2023), y sigue en carrera en la Tabla Anual.

La alegría tras el triunfo

Ahora bien, ¿es suficiente? No. 

Nacional necesita mostrar algo más. Ofrecer un poco más de seguridades futbolísticas, y transmitir desde el campo otras respuestas para que también su juego genera la confianza que no existe en la tribuna.

También hay que ser justos con Gutiérrez: hoy, el hincha de Nacional no le puede reclamar nada al entrenador, porque sacó de los pelos a un equipo que venía a los tumbos y lo puso en el camino a andar con cierta irregularidad pero con aceptable suceso. Eso sí: también tiene derecho a esperar algo más.

No le puede reclamar nada, pero sí le puede empezar a exigir de cara a lo que se viene: el mercado de pases que está en curso (y en un mes) presenta oportunidades para Nacional, y le exige pararse futbolísticamente en otro lugar.

Y ahora son los dirigentes y el entrenador los que tienen la oportunidad de ajustar este equipo.

Es un buen momento para hacerlo. ¡Es el momento de Nacional para hacerlo! Y para salir de ese lugar lúgubre. Porque si se sigue relamiendo, cuando continúa en carrera por su bicampeonato en el Uruguayo y orgulloso de su lugar entre los 16 mejores del continente, mientras ve sufrir a su rival de todas las horas en el fondo de la tabla de las copas internacionales de Conmebol, se seguirán hundiendo los históricos grandes del fútbol uruguayo en la miopía del fútbol local y en ese inútil consuelo de que un año gana uno y al siguiente el otro, como si fuera una gran recompensa; cuando en realidad es la peor forma de engañarse mutuamente para ser los reyes del fondo de la bolsa del fútbol continental.

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