La caída de un avión de combate y de un helicóptero de la Fuerza Aérea, que costó la vida de cuatro pilotos, replantea el crítico estado de equipamiento que le dificulta a la estructura militar cumplir las funciones que el país necesita. Aunque no se han revelado las causas de la tragedia, la experiencia de los oficiales que pilotaban ambas unidades apunta más a su obsolescencia que a errores humanos, lo que enfatiza una necesidad de renovación que debe tomar en cuenta varios factores. No puede ser inmediata debido a la escasez de recursos fiscales pero se la debe encarar en un futuro cercano en la medida de lo posible para reemplazar equipos de hasta hace 50 años, especialmente en la Armada y la Fuerza Aérea.
Uruguay no precisa ser potencia militar, ya que es improbable que se vea envuelto como nación en un conflicto armado. Requiere igualmente cierto volumen de material bélico con fines de un entrenamiento requerido por nuestra redituable participación en las misiones de paz de Naciones Unidas. El énfasis en la renovación de equipamiento debe centrarse en el tipo de materiales necesarios para las exigencias actuales. En el caso de la Armada, incluyen navíos de menor porte que, con velocidad y armamento adecuados, permitan la vigilancia de las vastas fronteras costeras del país, para reprimir el narcotráfico y otras formas de contrabando, así como de la frecuente pesca ilegal. También necesita unidades aéreas para patrullaje y rescates, ya que actualmente su único helicóptero está al borde de su vida útil y solo tiene operativo uno de sus dos aviones.
La Fuerza Aérea tiene en operación apenas el 39% de las 81 unidades con que cuenta, lo que afecta su capacidad de control del espacio aéreo y otras misiones. El Ejército está en situación menos crítica gracias a los aportes de la ONU por la participación de sus efectivos en las misiones de paz. Las carencias en las tres armas fueron señaladas por sus comandantes en jefe al comparecer, junto con el ministro de Defensa, Jorge Menéndez, ante una comisión parlamentaria luego del primer accidente. Los tres comandantes coincidieron además en que la eficacia de sus fuerzas está debilitada por los bajos niveles de salarios, que desalientan a seguir la carrera militar.
La tendencia en otros países es tener fuerzas de menor volumen de personal pero con equipamiento moderno y de mayor eficacia. Reducir efectivos no es un curso viable para Uruguay porque el Ejército es importante fuente de empleo. Por otra parte, su jefe, el teniente general Guido Manini Ríos, destacó ante los legisladores las tareas no militares que cumplen sus efectivos para la sociedad. Van desde pintar una escuela o rescatar víctimas de inundaciones hasta recoger la basura en Montevideo cuando la acumulan los periódicos paros del sindicato municipal. Manini Ríos informó que en 2015 personal del Ejército dedicó seis millones de horas hombre a misiones subsidiarias en emergencias climáticas, guardias carcelarias y otras funciones. Estas tareas no siempre son reconocidas por dirigentes que mantienen un rechazo a la estructura militar, tan anacrónico como injusto y que son resabio de los años de la dictadura. Pero ha llegado el momento no solo de reconocerle a las Fuerzas Armadas las tareas indispensables que cumplen en el país, sino también de encarar la urgencia de dotarlas de los elementos idóneos para cumplirlas.
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