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No hacer la ensalada y cruzarse "en la línea de tiro": lo que dijeron los femicidas de Navidad

La Justicia envió a prisión preventiva a los asesinos, quienes protestaron algunas decisiones de las autoridades
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27 de diciembre de 2019 a las 05:04

Cuando el asesino llegó a la casa de su expareja, todos se asustaron. Sabían que era violento –había sido condenado por violencia doméstica y la Justicia le había impuesto la prohibición de acercamiento– y llegó al lugar con una caja de vino en su mano. Quería que le cortaran el recipiente a la mitad para que pudiera ponerle hielo. La mujer, madre del hijo de ambos de 11 años, dijo que sí para que se fuera rápido. Le cortó la caja y el hombre, de mirada oscura, alto e intimidante, se fue.

Les deseó feliz Navidad a todos, a su expareja, a quien iba a disparar dos horas después, a su excuñada a quien la mataría de un disparo en el pecho, y al resto de los presentes.

"Lorena accedió el pedido a fin de evitar problemas. En efecto, ella sentía temor hacia él por ser una persona violenta",  relató la fiscal del caso, Sandra Boragno, en la audiencia de este jueves. Recordó también que el niño, hijo de ambos –tras una relación que duró 10 años y que se terminó hace cinco– no quiso saludarlo pese a su pedido, porque "se negaba a mantener vínculo con su padre".

Era casi la medianoche del 24, y cuando se fue el femicida de esa casa ubicada en la calle Juan José Amézaga –en el barrio de La Comercial– el asado estaba pronto.

Un par de horas antes, y en el barrio de Flor de Maroñas, la otra tragedia navideña ya había comenzado. El hombre –conducido ante la Justicia también este jueves en otra audiencia casi simultánea– se había separado de su víctima hacía menos de un mes, pero se había mudado con su hermana a la casa de al lado, narró el fiscal de este caso, Enrique Rodríguez.

Su visita no fue inesperada porque, según se desprende del relato de los hechos, cenaron juntos. Cuando fue preguntado acerca de la discusión tras la cual terminó matando a la hija de su expareja, el imputado contestó que se debió a que la víctima "no había preparado la ensalada". Dijo que, en su intento de agredir a la mujer, "forcejeó con un cuchillo" con la joven de 18 años –hija de la víctima–, a quien en realidad le terminó clavando un cuchillo de 15 centímetros en el pecho.

Y además atacó a su expareja con un atizador varias veces, hasta herirla en su rostro. La mujer está fuera de peligro.

Ante cada pregunta que le hacía la jueza Marcela Vargas, este hombre –de 39 años, feriante, con solo segundo escuela completo e ignorante de su número de cédula– contestaba con un "se" displicente, malhumorado. "Está como aturdido", comentó en un momento la magistrada.

Luego, se mantuvo tranquilo y aceptó la versión de lo ocurrido presentada por el fiscal, salvo por un detalle. Cuando Rodríguez afirmó que en la escena del crimen estaba el hijo de dos años de la joven de 18, protestó que no, y lo negó con cabeza.

Ese detalle no era menor para el fiscal, porque asesinar a alguien con un menor de edad presente es una agravante prevista en el Código Penal. De hecho, a la hora de justificar los 180 días de prisión preventiva que había solicitado, se refirió al peligro de fuga inherente a la alta pena que puede solicitar en el juicio oral: "Entre 10 y 24 años de prisión", precisó.

Por eso, cuando la jueza le dio la palabra, el imputado dijo lo siguiente: "El menor no estaba, el menor estaba durmiendo. Por eso digo yo".

Línea de tiro

En La Comercial, la familia comió con tranquilidad. El miedo inicial había pasado, pero no duró más de dos horas. El hombre volvió. Saltó el portón del jardín y sacó un revólver Taurus calibre 32. Era la segunda oportunidad en la noche que violaba una prohibición de acercamiento decretada por la Justicia, en julio de este año. Y esa era, a su vez, la segunda denuncia por violencia doméstica que recibía en poco más de un año, ya que en abril de 2018 había sido condenado a seis meses de libertad vigilada por ese delito, y por porte de arma en lugares públicos: su hijo había manifestado que lo insultaba, que lo amenazaba con matarlo, y que lo había visto con un revólver.

El femicida no dudó: primero le dio tres tiros a Lorena –su expareja– y la dejó en estado vegetativo hasta este jueves, cuando finalmente murió. Y a la hermana –Rita–, la mató en el lugar luego de darle un tiro en el pecho. Esta mujer "intentaba proteger al resto de la familia colocándose delante", sostuvo la fiscal.

El imputado, sin embargo, consideró importante expresar una salvedad. Cuando el juez Gonzalo Arsuaga le preguntó si entendía todo, con voz clara y habla articulada, respondió: "Entendí lo que dijo, sí, pero hay cosas que no son así, ¿no?".

Y dijo enseguida: "Pero yo reconozco, y me hago cargo que fui yo e hice disparos hacia Lorena, y uno de los disparos se me cruzó Rita en la línea de tiro y le di a ella (sic)".

Y agregó, intentando justificar que no quería hacer daño, que nunca quiso "tirarle un tiro a la cabeza" a la segunda víctima.

Arsuaga lo interrumpió para decirle que "lo único" que le había preguntado era si había entendido, no si compartía o no el relato de la fiscalía, algo que en todo caso será material de discusión durante el juicio oral.

—¿Entendió?

—Sí, entendí.

—¿Le queda alguna duda? —le volvió a preguntar el juez

—Que hay cosas para corregir.

Agravantes

En los dos casos, los hombres fueron enviados a prisión durante 180 días, tiempo durante el cual los fiscales continuarán reuniendo pruebas para llevar a los homicidas a juicio.

No obstante, las imputaciones fueron diferentes. El fiscal Rodríguez entendió que no se daban los presupuestos para pedir la formalización por un femicidio, como que pueda probarse que la víctima sea una mujer que murió por "motivos de odio, desprecio o menos precio, (o) por su condición de tal",  y que además –de acuerdo al Código Penal– se cumplan otras características, como la existencia de "algún incidente de violencia física, psicológica, sexual económica o de otro tipo" o que la víctima se hubiera negado a tener una relación sexual, entre otros.

Por otra parte, la fiscal Boragno –especializada en Delitos Sexuales y quien hubiera investigado el caso de Rodríguez si era femicidio– también solicitó al magistrado que el imputado fuera acusado de un homicidio especialmente agravado, ya que el asesinato a Rita fue en presencia de menores.

Pero Arsuaga se negó, al entender –en forma errónea– que el Código Penal no preveía esa agravante, cuando sí lo hace: en el numeral 5° del artículo 311 de la norma se establece como circunstancia agravante especial para el homicidio "si se hubiera cometido en presencia de personas menores de edad".

 

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