Ostojich dejó jugar, no se dejó engañar y tuvo una final impecable

Ostojich siguió el partido desde cerca, fruto de un impecable estado físico, tuvo un criterio uniforme de conducción para sancionar faltas y sacar tarjetas, y como gran mérito no compró ninguna de las exageraciones de los contactos que se dieron en las áreas. 

A Soppi le tocaron un par de jugadas finas de fueras de juego que resolvió en forma excelente sin necesidad de que el VAR interviniera para corregirlo. 

Uno fue la jugada del gol de Ángel Di María, quien picó habilitado tras notable asistencia de Rodrigo De Paul y grosero fallo defensivo de Renán Lodi al intentar interceptar el balón con su pierna inhábil. Estaba habilitado. El otro fue en el segundo tiempo en una invasión de Richarlison que tras pasar al medio y favorecerse de un rebote terminó anotando. Fuera de juego bien cobrado.

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Ostojich dejó jugar. Contrariamente al estilo de conducción que impera en el fútbol uruguayo, el árbitro no cortó el juego ante el mínimo contacto. 

Hay una ley no escrita en Uruguay que dice que si los árbitros dejan jugar, los partidos pueden terminar en una catarata de expulsiones. 

Una buena desmitificación de ese estilo de conducción de partido puede ser esta final. Ambos equipos jugaron al límite, pegaron, apelaron a la falta táctica como un recurso indisimulado y al juez no le fue necesario mostrar tarjetas rojas. 

¿Hubo una cacería contra Neymar? Las impresiones no se sustentan con los datos del partido. El crack de Brasil recibió solo cinco faltas. Es cierto, fue el jugador más golpeado del partido pero en muchas incidencias en las que terminó en el piso ni siquiera le fue cobrada falta. 

Nelson Almeida / AFP

Neymar asumió mucho el juego -tal vez, ese fue el mayor pecado de Brasil, renunció al colectivo- y eso llevó a que Argentina lo escalonara, propusiera una fricción constante y cuando no tuviera más remedio lo bajara. 

¿Debió Ostojich expulsar a algún jugador por reiteración de faltas? No. Los que más cometieron en Argentina fueron Nicolás Otamendi, Marcos Acuña, Rodrigo De Paul y Leandro Paredes que cometieron tres infracciones. 

Gonzalo Montiel cometió una, el otro zaguero Cristian Romero, ninguna, Lautaro Martínez dos, Lionel Messi y Ángel Di María una cada una.

Las faltas más duras (una de Paredes al final del primer tiempo y otra de frente de Otamendi) fueron castigadas con amarillas. Lo Celso, De Paul y Montiel también vieron en amarilla. A Brasil le sacó cuatro amonestaciones. 

Mauro Pimentel / AFP

Criterios son criterios y cuando se empieza con un estilo hay que tener el valor de la coherencia para mantenerlo y Ostojich así lo hizo. 

Su mayor mérito fue no comprar ninguno de los penales que varios actores le quisieron vender. 

Ni a Lionel Messi, ni a Neymar recibiendo de espaldas ni a Gabigol quien fue a marcar una salida de Guido Rodríguez y aprovechó que este protegía la pelota con el pie de apoyo y le propuso un contacto para revolcarse. 

En todas las incidencias se vio a Ostojich cerca de la jugada y notablemente ubicado. 

Como Andrés Cunha en la segunda final de la Libertadores 2018 entre River Plate y Boca Juniors en Madrid, o en la semifinal del Mundial entre Bélgica y Francia, o como el propio Ostojich en la final del último Mundial de Clubes (Bayern Múnich-Tigres), el arbitraje uruguayo volvió a quedar muy bien representado.  

Las polémicas de Ostojich en la final

52 minutos notable soppi

58 desestima simulación de neymar en el área

64 desestima penal a messi

78 no penal de guido a gabigol