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Para Tabárez: primero la salud de Cavani, después la necesidad del equipo

El Maestro tiene antecedentes con dos referentes celestes que se molestaron porque no los puso debido a que no estaban 100% recuperados
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03 de julio de 2018 a las 10:54

El agua le estaba llegando al cuello al Maestro Tabárez. Pero jamás, ni en los peores momentos, pegó el manotón de ahogado.

Una frase lo pinta de cuerpo y alma: "Es mucho más importante la persona de Luis Suárez que nuestras necesidades futbolísticas".

Ocurrió en plena Copa América Centenario cuando la celeste se jugaba su pase a octavos. Perdía con Venezuela, con todo lo que implica el día después a nivel de críticas. Podía haber pegado el manotón del ahogado e intentar que Suárez lo salvara.

Pero Tabárez se mantuvo firme a sus convicciones: "Suárez no está para jugar todavía, es un asunto de médicos. Por más que se enoje, y a mí no me consta, no lo voy a poner si no está al cien por cien por el hecho de que se pueda enojar", declaró luego de la reacción del salteño que protestó y le pegó una trompada al techo del banco de suplentes cuando el técnico no lo puso.

La bronca de Lugano

Diego Lugano
Diego Lugano
Diego Lugano

Un hecho que tiene puntos de comparación con lo sucedido con Suárez ocurrió en pleno Mundial de 2014 con el capitán Diego Lugano. El defensa se había lesionado en el partido debut contra Costa Rica. No se podía ni mover del dolor. Pero se apersonó a Tabárez y le pidió dos días de descanso para poder llegar en condiciones al partido.

El técnico lo miró a los ojos y le preguntó: "¿puede entrenar?". Ante la respuesta negativa del jugador, Tabárez le dijo: "entonces no juega".

La situación llevó a intercambio dialéctico que se revela con lujo de detalles en el libro Maestro, el legado Tabárez.

"¡Yo juego!", dijo en tono enérgico el caudillo celeste como dando a entender que se terminaba la charla.

Pero Tabárez se mantuvo en lo suyo: "Entonces vaya a practicar".

El tiroteo dialéctico no tenía fin. "Maestro necesito dos días de descanso", pidió el defensa.

"Bueno vaya a entrenar", se mantuvo el entrenador.

"Y me entré a calentar y levanté la voz. ¡No me da dos días de descanso!", dijo el defensa como diciendo, no se puede creer llevo tantos años como capitán y no va tener una contemplación conmigo.

"Entonces, ¿sabe una cosa? ¡Voy a practicar!", retrucó Lugano.

Tabárez no dijo nada. Se hizo un silencio y antes de salir el técnico reaccionó.

El propio Lugano contó con lujo de detalles la interna de una historia desconocida.

"El Maestro se dio vuelta para salir de la habitación, pero, antes de retirarse, giró, volvió hacía mí, y me dijo: 'Mirá que te reconocemos como una persona seria y confiamos en vos'. Nada más. Estaba claro el mensaje. Me estaba diciendo que tenía que decidir pensando lo mejor para el grupo, no pensando solo en mi deseo personal. Pero fui y le dije al Doctor Pan: 'Pínchame que voy a entrenar". Lugano fue infiltrado.

El día previo al partido contra los ingleses se ilusionó cuando el asistente técnico Mario Rebollo le dio el chaleco con el color que identificaba a los titulares. Hasta marcó un gol en aquel movimiento. Pero algo le llamó la atención. En plena práctica, por lo bajo, escuchaba el murmullo de sus compañeros.

"Yo sentía y me daba cuenta que cuchicheaban y comentaban que me arrastraba. Y era la verdad. Pero no me decían nada. Entonces, al regresar al hotel, fui a ver a Walter (Ferreira, el fisioterapeuta que falleció en enero de 2016). Estábamos charlando y en determinado momento me comenta: 'Tus compañeros dicen que te arrastrás en la cancha'".

Fue otra señal. Un toque de atención. Una especie de llamado que necesitaba para despertar. Y Lugano se sinceró con aquel hombre al que admiraba y respetaba: "No puedo jugar Walter".

Ferreira lo miró y le habló con el corazón: "Diego, hay cosas peores en la vida que no jugar un partido de fútbol". El silencio se apoderó de la habitación. A Lugano se le hizo un nudo en la garganta. Walter la peleaba contra una cruel enfermedad. No hubo más palabras. Se abrazaron. Se pusieron a llorar. Sin parar. Un momento que Lugano como hombre se llevará para siempre.

El capitán salió de ahí y se fue derecho a hablar con el técnico.

"Maestro, no puedo jugar", le dijo sin rodeos.

"Estaba esperando que me dijera eso", fue la escueta respuesta del conductor de la selección uruguaya que acotó: "Vaya tranquilo, mañana un compañero suyo va a dejar todo en la cancha".

La enseñanza lo marcó a Lugano. El mensaje de Tabárez fue claro. El que no está al 100% de sus posibilidades no juega y más en un Mundial donde la exigencia es al más alto nivel.

Cavani lo tiene claro. Conoce los antecedentes del entrenador con dos referentes del grupo. En la intimidad de Rusia se resolverá el tema. Un lugar donde la opinión del médico Alberto Pan es escuchada y sumamente respetada. Las necesidades del equipo son conocidas. Es Francia, es un Mundial. Pero para Tabárez, lo primero es la salud de sus jugadores.

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