A Piquerez le cerraron los caminos y no repitió actuaciones anteriores

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Peñarol aprendió una lección en Asunción: no siempre se debe ganar, también hay que saber empatar

Los aurinegro cayeron en la trampa de River, perdieron y no supieron cuidar el empate que les hubiera otorgado la clasificación; fue una noche de lecciones para los de Larriera
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18 de mayo de 2021 a las 22:15

Un día también tiene que jugar mal. Porque de eso se trata el fútbol en donde los aprendizajes son los que van marcando el camino de los equipos y van estableciendo la capacidad de reconstruirse en las caídas. Pero tiene que estar preparado para eso. Tiene que saber que un empate también puede ser un buen resultado. Que no siempre va a ganar y que con lo que le devolvió el equipo a Larriera este martes en Paraguay, cerrar el partido en los últimos minutos hubiera sido lo mejor para no tomar riesgos de jugarse a todo o nada.

La derrota que Peñarol sufrió en Asunción ante River Plate por 2-1 en la quinta fecha del grupo E de la Copa Sudamericana, le dejó varios mensajes a este Peñarol que venía con gran envión (solo había perdido un partido de los 19 que jugó desde el 16 de enero) y el entusiasmo marcado por el invicto en la Copa Sudamericana, por la inolvidable noche con goleada 4-0 ante Corinthinas en el Campeón del Siglo.

1) Que una buena estrategia defensiva del rival puede transformarse en una trampa mortal, como la que le puso River Plate, que lo llevó silenciosamente y desde el sacrificio de jugar sin la pelota al peor lugar. Lo esperó en su cancha, le cerró todos los espacios, también lo presionó en la salida cuando la situación lo imponía. Durante la mayor parte del partido le dio el balón (Peñarol tuvo 65% de posesión) sin espacios, con un equipo bien solidario defensivamente, y lo dejó sin argumentos para atacar el arco de los paraguayos.

2) Que Giovanni González es más desequilibrante de volante, en esa versión que descubrió el entrenador aurinegro para su jugador, que de lateral.

3) Que cuando a Peñarol le cierran los caminos como lo hizo River, no hay precisión en los pases largos de Gargano para romper líneas, los movimientos de Cepellini son controlados y se apagan los motores fuera de borda que tiene con Terans y Torres, y el técnico tiene que encontrar otros revulsivos para poner a funcionar su equipo.

Garcete le gana a todos en el área y pone el 1-0

4) Que los descuidos defensivos se pagan caro. River convirtió dos goles, pero pudo marcar cuatro. En el 1-1 Garcete saltó solo en el área. En el segundo tiempo otro córners se resolvió de la misma forma, aunque el remate se perdió afuera. A los 75 minutos Kagelmacher salió a defender con demasiado impulso una pelota que debía acompañar, sin derribar al rival, y generó una falta cerca del área, frente al arco, que terminó en un tiro libre que pegó en el travesaño. Finalmente, la corrida del final del delantero Caballero entre los dos zagueros, cuando a Peñarol el empate le alcanzaba para conseguir su objetivo de clasificar a octavos de final de la Sudamericana.

5) Los cambios no cambiaron nada y allí está uno de los puntos más flacos que tiene que atender. Especialmente los dos del final. O lo hace antes o prepara a quienes entran y a quienes están en el campo que tienen que jugar los últimos cuatro mejores minutos de fútbol del año.

A los 74 minutos ingresaron Nicolás Schiappacasse por Terans y Maxi Pereira por Gio González, a los 78 Ariel Nahuelpan por Álvarez Martínez y a los 90' Damián Musto por Schiappacasse (lesionado) y Valentín Rodríguez por Cepellini. El equipo entró en la desesperación del pelotazo, de jugar apurado y en ese intercambio de pelotas que iban de un lugar a otro de la cancha, se generó el contragolpe de River Plate que acabó en el gol del recién ingresado Caballero, quien se coló entre Formiliano y Kagelmacher y definió bien ante la salida de Dawson.

Los cambios tienen que cambiar el partido o asegurar el empate, que en este caso significaba la clasificación para octavos de final. Y Peñarol no hizo ni una cosa ni la otra. Cuando debió apretar los dientes para cuidar el punto que tenía asegurado con el 1-1, se desconcentró, perdió consistencia defensiva, careció de control de juego y entró en la locura desenfrenada de un cierre donde no supo plantarse con autoridad para defender.

Finalmente, se dejó atropellar por un equipo que lo sorprendió en la estrategia y lo derrotó con el oportunismo del gol en el primer tiempo (un córners mal defendido) y el pelotazo del final.

Álvarez Martínez celebra el 1-1

Nahuelpán no es Álvarez Martínez, y salvo cansacio del juvenil o molestias físicas, debió terminar el partido.

Schiappacasse todavía no es Terans, y a Musto y a Valentín Rodríguez, que entraron para cerrar el paritdo no pudieron acomodarse para establecer el control aurinegro en el campo.

Así se le escapó a Peñarol el invicto en la Copa Sudamericana y la clasificación por adelantado. Es como un balde de agua fría que corta repentinamente el calor generado por tanta euforia por la producción de su equipo en las cuatro primeras fechas del grupo E de la Sudamericana.

También es un llamado a la realidad. De volver los pies a la tierra. De avanzar desde la realidad futbolística, que este Peñarol no es una máquina de jugar al fútbol. Es un buen equipo, al que Larriera le encontró los puntos fuertes, supo unir los circuitos de juego y generar en el campo una química que puede llevar a Peñarol a lugares a los que hace tiempo no accede.

Cepellini y Álvarez Martínez en plena acción

Tampoco es grave, aunque sí le enseñó que un día también puede jugar mal y cuando eso sucede, el entrenador tiene que tener la capacidad de transmitir la importancia de ponerse el overol para cuidar el puntito que puedan rescatar porque siempre va a ser mucho más que volver con cero punto.

Y que, definitivamente, no siempre hay que ganar, aunque sea el objetivo natural. A veces el empate también sirve. Esta es la lección que le queda a Peñarol, que la próxima semana irá a buscar su clasificación a Perú y, de no suceder nada extraño y luego de ajustar estos errores de Asunción y mantener todas las fortalezas que mostró desde que asumió Larriera, avanzará entre los 16 mejores equipos de la Copa Sudamericana.

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