Pequeño manual para filmar con lobos marinos

El cineasta uruguayo es como un solitario escalador de montañas, que cada seis u ochos años, luego de pasar mil y una penalidades, llega a la cima de ver su película estrenada en los cines. Guillermo Kloetzer, director del documental Manual del macho alfa, es uno de ellos.

Luego de egresar tanto de la Escuela de Cine del Uruguay, como realizador, y de la Facultad de Ciencias, como biólogo, a inicios de 2006 empezó a escribir el guión de un largometraje.

Su curiosidad lo llevó a investigar sobre los lobos marinos de la costa uruguaya, que posee la mayor reserva mundial de este mamífero, en 90% igual al ser humano a nivel genético. Así se lanzó, solo, con la idea de un guión y pasó 15 días en la isla de Lobos.

Uno de los primeros interesados en el proyecto fue el fallecido productor Ronald Melzer, quien lo contactó con Natacha López, productora de Lavorágine Films.

De esas experiencias surgió en 2007 el corto Machos marinos, donde actores humanos (Marcel Keroglián, entre otros) hacían de lobos marinos que peleaban por las hembras, y definido por Kloetzer como “una secuencia absurda”. El corto se puede ver en YouTube.

La idea de hacer un documental siguió fraguándose con investigaciones y filmaciones, pero por dos veces perdió en su presentación ante los fondos públicos nacionales e internacionales, hasta que la tercera fue la vencida. El filme, que para entonces ya se llamaba Manual del macho alfa, obtuvo el FONA, el Fondo de Fomento, Montevideo Socio, el de la Fundación Itaú y el de Ibermedia. Munido de este dinero, Kloetzer y su equipo (entre quienes destaca el fotógrafo y biólogo Marcelo Casacuberta) comenzó a rodar en diciembre de 2009 y luego desde diciembre de 2010 hasta marzo de 2011. Consiguieron grabar 300 horas de material.

El equipo filmando en isla de Lobos tuvo las dificultades de la época del nacimiento de los cachorros en el correr de un mes y una semana después el inicio del celo de las hembras. Con los machos en sus territorios establecidos, los miembros del rodaje sufrieron alguna que otra amenaza por parte de los lobos, y en algunos casos el resultado fue resbalón en las rocas.

“La isla no es muy calurosa, se arregla con sombrero y protector solar. Lo más fiero fue el olor, porque hay lobos grandes y pequeños que se mueren. Tanto es así, que el olor a escremento pasa a segundo plano. Y luego el griterío. Estuvimos días y días expuestos a eso”, explica Kloetzer, quien junto a su equipo durmió en las instalaciones de la Dinara, cerca del faro de Lobos.

La producción compró una cámara Red One digital, que luego al término del rodaje vendió para ayudar a solventar el filme.

Manual del macho alfa es un documental sobre animales, pero también posee una veta híbrida, porque contiene ironía y humor en clave de paralelismo ente lo que sucede entre lobos y humanos en verano.

El argumento cuenta la historia de Adonis, un lobito que es la síntesis del buen ejemplo para llegar a macho alfa (que se aparea con un harén de diez hembras) y Hefesto, otro lobo que representa el mal ejemplo.

En la mayor colonia del mundo, con unos 250.000 ejemplares, pasan muchas cosas. “Hay que entrenar muy bien el ojo porque todo sucede enfrente ahí adelante: apareamientos, partos, ataques. Es como meter la cámara en una ciudad enorme”, explica el director.

Para el rodaje tuvieron la asesoría de otros biólogos, y se encontraron con fenómenos que no habían previsto, como los intentos de cópula de un león marino (también presente en la isla) con una loba. “En la parte sur de la isla hay acantilados de 30 metros, son paisajes que no parecen del Uruguay, y nunca fueron filmados”, dice Kloetzer.

Luego, con todo el material llegó el momento de hacer la edición. “Pasamos un año con Guillermo Casanova, editando en una maratón”, recuerda Kloetzer. Allí se definió el timing del filme, la progresión de muchos planos y apareció la voz en off del actor César Troncoso.

Manual del macho alfa tendrá su avant première el próximo lunes 26 y se estrenará en cines el próximo jueves 29. A su vez TNU y Canal 4 tiene los derechos para emitirla en televisión abierta.

Quizás sea un pequeño gruñido sexual para el lobo marino, pero esta película es un gran salto para el cine uruguayo, que se anima a transitar nuevos territorios.