De un lado, un gobierno nuevo con una prolongada "luna de miel" en la opinión pública y catapultado –sin esperarlo– por una pandemia que para entonces lograba surfear a contracorriente de la marea mundial; del otro, una oposición que se estrenaba en su investidura tras 15 años ininterrumpidos de mandato y que no lograba hacer mella en un oficialismo blindado por su relativo éxito en lo sanitario. Era octubre de 2020 y, arrastrado por el envión del PIT-CNT y organizaciones sociales, el Frente Amplio confirmó su apoyo a un referéndum contra la Ley de Urgente Consideración (LUC).
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