Foto: Leonardo Carreño.
"Rivera fue un caudillo liberal e institucionalista"
Hay libros por todas partes. Están en las vitrinas, sobre las sillas y hasta en la alfombra, y tratan sobre diferentes temas: desde la biografía de Winston Churchill hasta uno sobre la diseñadora Coco Chanel.
Es un libro, a su vez, el disparador de la entrevista. El martes 5 de julio se presentó Las fuerzas de las ideas (Taurus), la última publicación del expresidente, que pretende plasmar los aportes del batllismo que quedaron impregnados en la identidad uruguaya.
A lo largo de sus 308 páginas, Sanguinetti recorre “la historia de las ideas que constituyen y sostienen al Partido Colorado”. En él se narran, entre otras cosas, las peripecias de Rivera y la configuración de la República, el golpe de estado de 1933, el acuerdo del Club Naval y la crisis financiera de 2002.
“Los debates históricos sirven para entender el presente”, dice Sanguinetti. Y por eso del fondo de la historia de nuestro país pasa rápidamente a los temas de actualidad: habla del futuro de la “coalición republicana”, critica algunas actitudes de Cabildo Abierto y reivindica –como no podía ser de otra forma– la vitalidad de las ideas coloradas en un mundo complejo.
A continuación, la entrevista que mantuvo con El Observador.
¿Por qué decidió publicar el libro en este momento y qué quiere generar con él?
Lo hice pensando sobre todo en los jóvenes, que encuentran hoy un país hecho y que a veces no tienen muy claro cómo fue esa edificación, en la que la importancia de las ideas es fundamental, porque la historia, a veces, se centra demasiado en los personajes o en una versión distinta en los acontecimientos sociales y económicos que producen esos personajes.
Me propuse un libro en el cual aparecieran las ideas fundamentales del Partido Colorado en los casi dos tercios de los dos siglos de historia del país que gobernó. No es la historia del partido son las historias de esas ideas, que comenzaron en la independencia, en que se perfilaron modos distintos de entender el país y su organización.
El libro comienza el 22 de enero de 1820 con la derrota de las fuerzas artiguistas y el pacto de Fructuoso Rivera con el Imperio de Brasil, el “enemigo”, ¿cómo ve la valoración de Rivera hoy?
José Artigas fue difamado en su tiempo. En los últimos años, Rivera pasó a ser el difamado fundamentalmente por sensibilidades o movimientos indigenistas totalmente ahistóricos. Rivera fue el caudillo más popular de la revolución, fue el lugarteniente más cercano a Artigas y es una pieza absolutamente clave para la independencia nacional, desde 1811 hasta que se configura el país.
Rivera fue un caudillo liberal e institucionalista. Como dice el historiador Oscar Padrón Fabre, "fue el artiguismo posible". En el 20, el modelo que proponía Artigas fue derrotado y en el fondo es complicado imaginarse a las provincias del Río de la Plata sin la capitalidad de Buenos Aires.
Sin embargo, dejó una concepción de libertad que es la que empieza con Rivera que es el que queda solo en el territorio. Como corresponde, pacta con el vencedor —Federico Lecor por el Imperio de Brasil— para sacar partido de nuestra desgracia y esperar el momento oportuno en que podamos recuperar nuestra libertad.
¿Usted considera que ese contexto es génesis de la ética del Partido Colorado?
En mi visión, allí nace lo que es la ética de la responsabilidad del partido
¿Eso implica cierto pragmatismo?
No es pragmatismo, es principismo. (El sociólogo alemán Karl) Weber hizo una clásica distinción: ética de la convicción y ética de la responsabilidad. La ética de la convicción quiere decir que sostengo mi principio y no me atengo a las consecuencias. La ética de la responsabilidad quiere decir, sin embargo, que defiendo mis principios y trato de llevar la realidad, asumiendo siempre la responsabilidad de los actos.
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"Habría que preguntarse hoy de qué manera un presidente de origen blanco (Luis Lacalle Pou) defiende las instituciones del Estado batllista"
¿Cómo llega la figura de Rivera a reducirse, en buena parte, al episodio de la Matanza del Salsipuedes (1831)?
Al episodio de Salsipuedes se le ha atribuido estúpidamente —y digo estúpidamente con convicción— una nota de genocidio. En el choque entre la fuerza militar del Estado con los indígenas mueren seis soldados del gobiernos y más tarde muere el jefe mismo, Bernabé Rivera. Resultan, sí, una treintena de muertos del otro lado, pero hay 300 prisioneros. Eso es la demostración más cabal de que ese episodio no fue un genocidio.
Cualquiera que mire la historia con un mínimo de seriedad advertirá que ha sido un proceso de difamación frente al caudillo más importante de la fundación de la República.
Menciona a lo largo del libro las diferencias con el Partido Nacional y, en particular, con el herrerismo. ¿Cómo se explica en términos históricos que el batllismo hoy apoye a este Partido Nacional que devino de esas ideas que los enfrentaban?
Los debates históricos sirven para entender el presente. El Uruguay de la escuela laica, gratuita y obligatoria de la reforma vareliana no es el Uruguay de la escuela de la Iglesia Católica, que sostenían algunos sectores del PN de la época. Luego, vienen una forja de síntesis en la que los conceptos básicos de la educación pública están asumidos por todos.
Y hoy no estamos apoyando al PN, sino integrando una coalición de gobierno en la que hemos sido y somos decisivos. A la inversa, habría que preguntarse hoy de qué manera un presidente de origen blanco (Luis Lacalle Pou) defiende las instituciones del Estado batllista, cuando en su tiempo fueron tan discutidas por su propio partido.
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"La proscripción de Wilson fue muy lamentable, pero fue consecuencia de su propia estrategia"
Sobre el Pacto del Club Naval, ¿cómo cree que se le juzga a usted el hecho de que se hayan proscripto los principales líderes de las otras fuerzas políticas que le disputaban la primera presidencia después de la dictadura?
Un capítulo fundamental fue el plebiscito del 80, en el cual los partidos desde las sombras y toda la dirigencia proscrita logramos imponer nuestra posición y, a partir de allí, abrir un camino de construcción difícil y complejo. Eso nos llevó a las elecciones internas del 82 y luego a las negociaciones. Y allí se bifurcaron los caminos estratégicos.
La estrategia del PN, conducido por Wilson Ferreira, era chocar y chocar con el gobierno hasta debilitarlo hasta que cayera, algo inviable (incluso, en el libro, se menciona la propuesta del PN de aplazar las elecciones). Nosotros, manteniendo un clima de oposición, buscábamos un camino de entendimiento para salir en paz. La proscripción de Wilson fue muy lamentable, pero fue consecuencia de su propia estrategia.
Usted narra que Wilson le advirtió que usted iba a quedar "quemado" con su estrategia. ¿Cómo fue ese episodio?
Personalmente yo fui a hablar con Wilson a Santa Cruz de la Sierra (Bolivia), donde le expliqué cuál era nuestra estrategia y él me defendió la suya. En ese intercambio me dijo: "Ten cuidado de no quedar quemado". Y yo le respondí: "Ten cuidado tú de no quedarte solo", que fue lo que sucedió al final.
Naturalmente, hubo alguna imperfección con Wilson proscrito, pero también es verdad que el PN participó de la elección con los candidatos wilsonistas y, realmente, fue muy difícil competir con los candidatos que representaban a un líder que estaba injustamente preso.
Después de la restauración democrática, en perspectiva, no hay duda de que la salida de Uruguay fue un éxito notable. Si uno mira lo que tuvo que soportar Chile, por ejemplo, donde el gobierno democrático tuvo que convivir con las fuerzas mandada por el dictador (Augusto Pinochet), ver la asunción del presidente con el dictador al lado era fuerte.
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Sanguinetti a Wilson Ferreira tras el Pacto del Club Naval: "Ten cuidado tú de no quedarte solo”
¿Cómo recuerda hoy a Jorge Batlle y como ha sobrellevado el episodio en que no apoyó su precandidatura presidencial en el 89?
Con Jorge Batlle tuvimos una relación personal, política y familiar. Desde que me incorporé al periodismo en el semanario de su padre, en el 53, que circulaba por Canelones, y luego, paralelamente, en la política. Ha sido un largo camino en el que convivimos con un espíritu de fraternidad siempre, aún con diferencias de criterios en algunos casos: él era más liberal que yo en la economía.
Siempre se recuerda el episodio de su candidatura en el cual sí tuvimos una diferencia, pero que no impidió que pasado ese momento continuáramos trabajando juntos como trabajamos hasta el final de su vida. Los momentos de definiciones de candidaturas y de facturas de listas son los momentos ingratos de la vida política. Pero eso es un momento y pasó. Seguimos peleando por los mismos ideales hasta el final.
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Sanguinetti sobre CA: “Una cosa es construir perfiles y otra cosa es trabajar para el perfilismo”
Usted también hace énfasis en la crisis financiera del 2002, ¿cree que en algún momento esto va a dejar de ser una "piedra" (en términos del expresidente José Mujica) para el crecimiento electoral del PC?
Sin dudas la crisis del 2002 afectó decisivamente al PC. Sobre todo al estar ya en un sistema de doble vuelta (o balotaje), en el cual el que el que quedaba tercero corría con una gran desventaja.
Pero sin la reforma del balotaje, ¿uno de los dos partidos tradicionales no hubiera tendido a desaparecer y hubiera sido mayor el costo sin esa reforma?
Probablemente sí, pero estamos hablando de la resultancia para el PC. No me planteo la otra hipótesis. Lo que ocurrió ocurrió así.
También nos ha costado lograr y consolidar el proceso de renovación. Tuvimos la etapa de Pedro Bordaberry, muy interesante. Luego hubo una pausa. La etapa posterior de Ernesto Talvi se clausuró. Eso nos ha dificultado el posicionamiento electoral, pese a ello lo que significa el PC como garantía de ese estado democrático, con sentido social, con libertad, con mirada constructiva sigue siendo tan importante como siempre.
Incluso en la actualidad fuimos decisivos para la construcción de la coalición de gobierno, que originalmente fue una propuesta nueva. Con el referéndum (para derogar 135 artículos de la ley de Urgente Consideración) también hicimos un gran esfuerzo con campaña propia. En esta última instancia nuestra participación fue decisiva: basta pensar que la ventaja que sacamos en Rivera fue más que la ventaja que sacó en el país la opción del No.
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“Fuimos decisivos para la construcción de la coalición de gobierno”
Con el diario del lunes, ¿cómo observa la efímera candidatura de Talvi? ¿Puede fijar un antecedente en el PC por el cual el votante pueda dudar en volver a votar uno de sus candidatos?
Fue una candidatura novedosa e inspiradora porque marcó algo distinto, pero desgraciadamente terminó en una decisión personal de retiro que no obedeció a ninguna circunstancia política en particular, sino a lo que fue su relacionamiento con el presidente (Lacalle Pou).
¿Por qué cree que le ha costado tanto renovarse al PC?
La renovación costó porque costó, hay veces que uno no le puede encontrar explicaciones a este tipo de fenómenos. Pero tengo gran optimismo porque noto entusiasmo con los movimientos de su juventud que son vigorosos y entusiastas. En noviembre vamos a tener una elección de jóvenes y no dudo que va a haber 20 o 30 mil muchachos votando.
Noto una efervescencia interesante, que se explica por la vigencia de esa tradición colorada del republicanismo laico. Es decir, lo que es el centro mismo del país. Como decía mi amigo Belisario Betancur, "yo soy la derecha de la izquierda y la izquierda de la derecha, o sea, un profundo centro".
Eso es el PC. Batallando en el campo de la educación, en el terreno de las ideas. Somos la garantía de que el Estado se modernice sin traicionarse. Las empresas estatales que hoy son un debate: el Frente Amplio (FA) después de cien años descubrió el batllismo y no lo entiende.
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“Los momentos de definiciones de candidaturas y de facturas de listas son los momentos ingratos de la vida política”
¿Por qué?
Porque el batllismo, fundamentalmente, ha sido el reformismo. Imagina a las empresas con el monopolio que se procuraba en la época de don Pepe (José Batlle y Ordóñez) y eso hoy no tiene ningún sentido. Lo que defendemos es la existencia de las empresas del estado, las queremos eficientes no estancadas. Los monopolios llevan al estancamiento; pueden ser imprescindibles en el momento fundacional como lo fueron. El Banco de Seguros, por ejemplo, nació monopolista y hoy no lo es. Eso es bueno para todos, en especial para el ciudadano porque lo que importa es que la empresa esté al servicio de la sociedad.
También hubo, del otro lado, corrientes privatistas muy fuertes. Nosotros, sin embargo, seguimos defendiendo la existencia de las empresas, adaptadas a los tiempos, volcadas a la competencia, tratando de que el país pueda sobrevivir en un mundo tan competitivo e incierto como vivimos.
¿Qué tiene que hacer el Partido Colorado para diferenciarse dentro de la coalición?
Nosotros no procuramos una diferenciación porque sabemos quiénes somos y defendemos nuestras ideas.
Nuestro trabajo dentro de la coalición no es ni cuestionar ni darle espacios al adversario. Y tampoco asumir propuestas que no están destinadas a su aplicación y terminan siendo frustraciones. Trabajamos con lealtad y disciplina dentro del gobierno de la coalición. Si el gobierno de coalición termina bien, como soñamos y esperamos, cumplimos. Si termina mal, ninguno va a salir bien.
En ese orden, ¿cómo ve el rol de Cabildo Abierto (CA), que tiende a desmarcarse más del resto de los socios?
Yo puedo entender que un partido nuevo tenga que construir su perfil, pero, como todos los "ismos", cuando un concepto se transforma en una actitud ya las cosas pasan a ser más discutibles. Una cosa es construir perfiles y otra cosa es trabajar para el perfilismo.
¿Qué quiere decir con eso?
Lo que digo. Una cosa es la Nación y otra el nacionalismo. Una cosa es Marx y otra el marxismo.
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“La renovación costó porque costó”
El diputado Gustavo Zubía le pidió al presidente que lo escuche. ¿Se sienten escuchados por Lacalle?
Por supuesto que, como partido, nos sentimos escuchados y nos sentimos parte. Yo creo que la coalición funciona bien.
Con la diferencia de votos estrecha que hay entre el FA y la coalición, ¿cree que a futuro puede desgastar la competencia entre los socios?
Cuando se planteó la doble vuelta (se entendió) que en la primera se vota a la familia y la segunda al más cercano. En la primera vuelta se vota con el corazón y en la segunda con la razón. Ya entonces planteamos eso y hoy es incuestionable. Hay más cercanía entre los segmentos de la coalición republicana que los extremos de la coalición de izquierda, entre (Danilo) Astori, los tupamaros o el comunismo y los demócratas cristianos.
¿Cómo ve al FA en su rol de oposición?
El FA durante dos años tuvo una actitud de cierta expectativa y luego se produjo un avance excluyente de los movimientos sindicales. Ya eran muy importantes en el FA, pero en los últimos años ha quedado claro que el Frente político es un apéndice del Frente sindical. Si algo faltaba, era el cambio de despacho de (Fernando) Pereira de presidente del PIT-CNT a presidente del FA. Esa es la definición categórica de lo que estoy hablando.
Por eso mismo, el referéndum contra la LUC fue organizado por la dirigencia sindical y el Frente marchó atrás. El día de la votación, en el estrado no estaban los dirigentes políticos, sino los gremiales, que son el verdadero poder que existe allí. Este cambio se produce con el alejamiento de la vieja guardia (el expresidente Tabaré Vázquez, el exministro de Economía Danilo Astori y el expresidente Mujica), y es importante porque se deja de tener una visión general para tener una visión particularista, corporativa.
Pereira, a quien respeto y con el cual he tenido muy buena relación, era un dirigente sindical con sus posiciones a veces duras, pero razonables en cuanto a sus dichos y actos. Sin embargo, hoy se ha transformado en un político iracundo que sale, en un tono apocalíptico, a hablar de desgracias de todo tipo en contra del gobierno.
¿Cómo observa la delicada diferencia entre el FA y la coalición en cuanto a apoyo electoral?
La elección se dio en tres instancias. En la primera los partidos de la coalición sacaron alrededor del 55% sumado. En la segunda vuelta ganamos con Lacalle por 1%. La tercera instancia fue el referéndum que terminó tomándose como una especie de revancha de la segunda, y se volvió a ratificar el resultado. Es decir, acá hay dos mitades y una mitad es un poquitito mayor, que ha ratificado hace poco su resultado. Yo eso lo veo muy positivo.