Gustavo Zubía cuenta que volvió a tener problemas de sueño. Los tenía hasta mediados del año pasado, cuando se jubiló como fiscal. Al ponerse en marcha el nuevo proceso penal, gritaba a los cuatro vientos que no podía descansar porque la Fiscalía de la Nación todavía no coordinaba bien sus escasos recursos y los fiscales estaban sobrecargados. Hoy se despierta en medio de la madrugada empapado en un sudor frío, pero lo sufre en silencio: el estrés de ahora lo eligió él. “Me desvelo pensando en cómo voy a hacer para armar agrupaciones en el interior del país”, admite.
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