Uno de los grandes debates que permea a la educación en la actualidad yace en cómo encarar y responder positivamente a la diversidad de los alumnos reconociendo que cada uno de nosotros, como persona, conforma un todo indivisible (Morin, 2021). Difícilmente se puede avanzar en personalizar la educación si no logramos entender lo que implica la diversidad individual, así como su interacción y yuxtaposición con otras fuentes de diversidad tales como la cultural, social, identitaria y territorial, entre otras.
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