Un militar fue condenado a 14 años de prisión por abusar sexualmente de su hija menor de edad durante seis años, además de perder la patria potestad y la posibilidad de ejercer en un cargo público o privado vinculado a la educación y la salud que implique una relación con menores de edad por 10 años, informó la Fiscalía y consta de la sentencia a la que accedió El Observador.
El hombre fue condenado en el marco de la investigación de la fiscal de Delitos Sexuales, Sylvia Lovesio, por los cargos de "reiterados delitos de violencia doméstica, reiterados delitos de atentado violento al pudor, reiterados delitos de violación, reiterados delitos de abuso sexual especialmente agravado", y todos en régimen de reiteración real, detalló el organismo judicial.
Su pena fue atenuada al no contar con antecedentes, pero su condición de padre de la víctima y la minoría de edad funcionaron como agravantes.
El hombre además le deberá pagar a su hija el "equivalente a 12 ingresos mensuales o en su defecto, salarios mínimos", para reparar el daño cometido.
La víctima denunció en 2019 –por entonces de 18 años– la situación junto a su abuela y una psicóloga en el lugar donde estudiaba. Habló con la adscripta del centro y le contó los hechos que ocurrían desde hace seis años. La joven dijo que cuando le negaba los abusos a su padre, la agredía y la extorsionaba no dejando que se junte con amigas, ir al liceo, o tener contacto con su familia, de la que fue aislada.
"La víctima manifestó que nunca lo había contado por temor a que todo saliera a la luz y fuera la vergüenza de la familia", surge de la investigación.
Esos abusos se repitieron de forma diaria, a la hora, lugar y forma que él quería. Durante su adolescencia, la víctima tuvo tricomaniasis, una enfermedad de trasmisión sexual.
El militar hizo varias misiones al Congo, y allí obligaba por mensajes a su hija a enviarle "fotos y videos de contenido íntimo", junto a mensajes en los que le decía que "ella era su mujer”.
Al regresar de su última misión en África, continúa el relato, los abusos se hicieron más frecuentes. El implicado dividió el cuarto que la víctima compartía con su hermana de 12 años, y comenzó a acostarse con ella. Uno de los motivos para realizar la denuncia fue el temor de la víctima de que su padre cometiera con su hermana los mismos actos que con ella.
La Fiscalía tomó como prueba la declaración de la víctima, la psicóloga del centro escolar, médicos y psicólogos que atendieron a la mujer y una pericia psicológica y forense para avanzar en el caso y pedir la condena.
Sobre el testimonio de la víctima, la sentencia expresa que es "detallado y muy claro" porque "relata situaciones, lugares, horarios, emociones vividas" que resultaron para la jueza del caso, Laura Sunhry, creíbles y coherentes. "Desde el momento de la develación dio su versión sobre los hechos en reiteradas oportunidades. En todas las oportunidades reiteró el relato inicial, ya sea con mayor o menor detalle", indica la sentencia.
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