Los periodistas caminamos todo el tiempo por un pretil fino y a veces inestable, que nos obliga a evaluar los hechos minuto a minuto (ahora, más que nunca) y decidir qué se publicará en un diario, en un portal de noticias, en un blog, en las redes sociales, y qué se dirá al aire en la televisión, en la radio o en un podcast. Para transitar ese camino aplicamos ciertas reglas de la profesión, pero sobre todo debemos acudir a lógicas que no solo tienen que ver con el periodismo. Entre ellas está la ética, la disciplina filosófica que estudia la moral del accionar humano para promover los comportamientos deseables para considerarnos civilizados, al menos en buena parte de la sociedad occidental, aunque con progresivas grietas.
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