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10 de mayo 2022 - 5:02hs

El coqueteo de Un Solo Uruguay (USU) con la posibilidad de convertirse en un partido político no es nuevo. La idea sobrevuela desde hace tiempo en algunas conversaciones entre dirigentes y cada tanto hay algún comentario que parece marcar esa dirección, pero el tema, que por ahora solo está en el plano de las ideas, cobró más fuerza a partir de este fin de semana.

El movimiento integrado por productores rurales y surgido hace cuatro años —en medio de la segunda administración frenteamplista y en reclamo de medidas para el sector— tuvo actividad orgánica este sábado en Maldonado con una reunión de su mesa nacional y allí volvió a ponerse sobre el tapete la posibilidad de llegar a las elecciones de 2024 con un lema propio. Esta vez, con más insistencia.

La lectura es que hay cuestiones que no pueden postergarse y que, pese al cambio de signo político que se procesó con la llegada de Luis Lacalle Pou al piso 11 de Torre Ejecutiva, las propuestas fundamentales por las que el movimiento de los autoconvocados aboga desde su primera aparición pública en 2018 no han sido escuchadas por el gobierno nacional. Ni ahora por la coalición multicolor, ni antes por el Frente Amplio.

En ese sentido, en USU ven la posibilidad de transmutar su esencia y acudir a las urnas como “una consecuencia de la inacción del sistema político” y por la “preocupación y calentura” que genera que “no se animen a hacer los cambios que hay que hacer”, según expresó el dirigente del movimiento Guillermo Franchi a El Observador. Aunque todavía no hay una determinación de qué ocurrirá con USU en el futuro, varios miembros de los autoconvocados creen que si no pueden incidir desde afuera, entonces deberán dar el paso para “cambiar la realidad desde adentro”.

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Si eso ocurre y el movimiento decide presentarse a las elecciones, deberá definir candidatos y conformar un programa, pero según Franchi esto no se traducirá en una línea ideológica claramente marcada, una idea que ya manejaron otros outsiders que dieron el salto a la vida política, como el excandidato presidencial Edgardo Novick. “Sería un partido enfocado en la producción, en el aprovechamiento de las oportunidades y en el desarrollo del país, no en una ideología”, dijo Franchi, quien sostuvo que lo fundamental es enfocarse en los problemas que tiene Uruguay.

La reivindicación del interior y su fuerza productiva es una de las claves de USU, que observa con preocupación la centralización de la actividad en Montevideo y el “abandono” del resto del país. “Todo aquel que se dedica a la actividad productiva está a la buena de Dios”, consideró Franchi y destacó que es “bastante doloroso” que se estén planteando incorporarse a la actividad partidaria como una respuesta a la falta de decisiones de la clase política.

En cualquier caso, la discusión del tema partidario continuará en los plenarios de la mesa nacional en los próximos meses en los departamentos. Tendrá como primer mojón a San José, el 18 de junio. En USU aclararon que todavía no hay una determinación sobre qué ocurrirá con este tema y tampoco se marcan, por ahora, un plazo para tomar una postura porque será fundamental que la mayoría de la dirigencia esté convencida para dar un paso que, entienden, será radical.

El vínculo con la coalición

La llegada del gobierno de Lacalle Pou ilusionó a muchos dirigentes de USU y no fueron pocos en el arco político los que trazaron cierta conexión entre el movimiento rural y la actual administración. El vínculo con la izquierda no había sido bueno. De hecho, esa rispidez tuvo su demostración cúlmine con un fuerte cruce de algunos productores con el entonces presidente Tabaré Vázquez, en la puerta del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP).

En cambio, según reconoció Franchi, “con la coalición había afinidad en el discurso” y algunos llegaron a reconocer que había "coincidencias bárbaras". Pero en el movimiento entienden que eso no alcanzó. Y eso los decepciona. Según el dirigente, durante la campaña los distintos partidos que integran el gobierno reivindicaron muchos planteos que hacían los autoconvocados y se embanderaron con sus causas, aunque eso no se concretó una vez que se asumieron los lugares de poder en marzo de 2020.

Hace unos cuatro meses, cuando el movimiento realizó su tradicional proclama de enero, cuestionó de hecho el título de “gobierno campero” que se abogan varios dirigentes y reclamó medidas al gobierno para apoyar a los pequeños y medianos productores. “Es hora de actuar y aportar soluciones a problemáticas internas”, resaltó la agrupación.

Incluso más allá de los cuestionamientos, el movimiento ni siquiera se siente escuchado por el gobierno de Lacalle Pou y los dirigentes se han quejado en distintas ocasiones de la falta de respuestas del Poder Ejecutivo ante los planteos y los pedidos de reuniones de USU. Consultado acerca de si los autoconvocados podrían llegar a plantearse una coalición con los socios multicolores priorizando la afinidad ideológica, Franchi aseguró que “es muy difícil” hacer supuestos, pero que dadas las condiciones actuales no le parece probable. No han recibido, de hecho, ningún acercamiento de ninguna colectividad.

El dirigente indicó que queda claro que la administración encabezada por Lacalle Pou no llegó para impulsar grandes transformaciones. “Como dice el eslogan, es un gobierno para evolucionar, no para impulsar cambios radicales”, sentenció Franchi.

El antecedente del BPS

Con el apoyo explícito de algunos dirigentes de la coalición multicolor —en particular de legisladores del Partido Nacional—, el movimiento ya tuvo una primera incursión electoral y eso fue “un ejercicio de gimnasia” para los autoconvocados, según expresó Franchi a El Observador.

Las elecciones del BPS marcaron el debut en las urnas y en esa ocasión lograron el triunfo de uno de los candidatos presentados: José Pereyra, en el orden de los empresarios. Eso fue leído como un “espaldarazo” a la agrupación que en la suma de toda la votación —teniendo en cuenta también la representación de los activos y los jubilados— consiguió unas 450 mil adhesiones. "La gente se aburrió de las directivas montevideanas", consideró Franchi allí al analizar los resultados con El Observador.

La cautela sobre el futuro político del movimiento era una de las claves de las declaraciones públicas de sus dirigentes por aquellos días, pero incluso dentro de ese hermetismo reconocían que aquellos comicios eran una “primera experiencia” y que ya no solo se pretendía “ser un movimiento de protesta y propuesta”, lo que a la luz de los nuevos avances parece haber sido una premonición.

Franchi indicó a El Observador que la renovación de este planteo necesitará de más argumentos y del convencimiento de muchos más adeptos. En cualquier caso, la propuesta cobró ahora más fuerza, según el dirigente, porque el sistema político “está cómodo con el puesto, el sueldo y el sillón". "Eso molesta y decepciona”, consideró.

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