Opinión > EDITORIAL

Un verdadero intelectual

Se fue uno de los mejores hombres del Partido Nacional
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31 de enero de 2019 a las 05:03

Ante la desaparición física de Antonio Mercader Uruguay pierde a uno de sus intelectuales más agudos y un ejemplo a imitar por aquellos que se sienten genuinamente demócratas y liberales.

Manino siempre fue vanguardia del pensamiento libre en Uruguay. Su amor por la cultura afloraba a la hora de debatir, opinar y escribir. En un país donde tras los oscuros años de la dictadura militar la cultura sucumbió por desidia o ignorancia ante la propuesta legitimante de la izquierda, Mercader mostró como nadie que había un espacio para enfrentarla, discutir con ella y demostrar que se podía pensar diferente a las mayorías y no por eso ser menos ni moral ni intelectualmente.

Fue un muy buen periodista. Se destacó en los extintos periódicos El Diario y la Mañana. Una profesión que siempre abrazó y sintió propia. Fue además profesor y cofundador de la licenciatura en Ciencias de la Comunicación de la Universidad de la República, así como integrante del Consejo Directivo Central por la Facultad de Derecho (1985-1988).

Políticamente era del Partido Nacional. Integró su Directorio de 1995 hasta el 2000, y de 2008 hasta 2010 en sustitución del expresidente nacionalista Luis Alberto Lacalle Herrera a quien ayudó decisivamente para alcanzar la máxima magistratura del país.

En 1992 fue designado ministro de Educación y Cultura, cargo que ejerció hasta 1995. En el año 2000, bajo la Presidencia de Jorge Batlle, volvió a estar al frente de esa cartera hasta 2002, mientras duró la coalición entre blancos y colorados. Su desaparición física es una pérdida para todos los uruguayos. Tras su muerte las voces de reconocimiento llegaron de todas las tiendas políticas y desde los ámbitos de la cultura.

Sin duda que el lugar que ocupó Mercader era un sitio muy solitario y vacío que solo un caballero valiente como él pobló con enorme hidalguía y respeto hacia el que pensaba diferente. Con su accionar demostró a los nacionalistas que la cultura es parte fundamental del quehacer nacional y que participar activamente de sus expresiones, discusiones y sensibilidad es parte fundamental de la construcción de las naciones. Nunca quiso ceder ese espacio al monopolio de nadie y peleó con las armas de su pensamiento y su pluma para defender ese lugar tan sagrado. En ese sentido su inteligencia y reflexiones siempre cultas y en la vanguardia del pensamiento moderno fueron un faro cuya luz no siempre fue entendida incluso en su propio partido.

En los últimos tiempos su actividad intelectual se canalizaba por las columnas del diario El País y por sus memorables debates durante casi diez años en La Tertulia de En Perspectiva con Esteban Valenti.  A la luz de los hechos, tras una década de intensas discusiones hasta parece haberlo convencido. Tanto es así que hoy el exoperador comunista está afuera del Frente Amplio cuestionado las mismas cosas que Mercader criticó siempre sin que le temblase la voz y con la convicción profunda de los hombres que no dudan de sus principios.

Para la izquierda se fue un adversario digno y leal. Para los nacionalistas uno de sus mejores hombres, una de las personas más lúcidas que con su actitud y ejemplo abrieron un camino en un territorio donde ni los silencios ni las ignorancias organizadas pudieron dejar que brillara con luz propia.

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