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15 de diciembre 2023 - 11:14hs

Hola, te doy la bienvenida a una nueva edición de Doble Programa. El año se acerca a su final y buena parte de los uruguayos aprontan sus vacaciones, si es que ya no están disfrutándolas, como está haciendo Carla Colman, la otra mitad de este proyecto. Y después estamos los que  disfrutamos de trabajar en estas fechas

Sí, cuando el termómetro marca 30 grados a veces uno prefiere estar en cualquier lado menos de camino al trabajo —yo suelo venir a la redacción en bicicleta, así que imaginate— pero también tiene lo suyo moverse por calles semivacías, en una ciudad con un ritmo más apacible y en un momento del año en el que la intensidad, a nivel general, suele ser considerablemente menor.

En esta cuestión entre trabajo y vacaciones, solemos pensar que la licencia implica ser libres por un rato de la “prisión” de trabajo. Pero hay una película que se estrena hoy mismo en plataformas, que va un paso más allá y dice que la verdadera libertad está en ser dueños de nuestro tiempo. En romper el círculo y ganarle a las obligaciones.

¿Adónde está la libertad? 

Más noticias

El miércoles, la Asociación de Críticos de Cine del Uruguay (ACCU), que tengo el honor de integrar, eligió las mejores películas de 2023, y entre las premiadas, el galardón a Mejor película iberoamericana fue para la argentina Los delincuentes,  que hoy se estrenó en el servicio de streaming Mubi.

Dirigida por Rodrigo Moreno, la película —una de mis favoritas, si no mi predilecta del año— empieza con un robo a un banco. Y no un robo cualquiera, sino uno perpetrado por Morán, uno de sus empleados. El bancario asalta la bóveda de la sucursal en la que trabaja, pero no se lleva una cantidad obscena de dinero, sino que llena una mochila con una cifra particular: lo que le corresponderá cobrar como salario desde ese momento de su vida hasta su jubilación. En realidad, el doble de esa cifra, para darle la mitad a un compañero al que recluta como cómplice, y al que le da la misión de guardar la plata mientras él paga los tres años de cárcel que le darán por el robo. 

O sea, un asalto no por codicia, ni maldad, ni venganza, sino para no trabajar nunca más en la vida. Para hacer lo que quiera con ella. Para ser libre.

Después del robo, Los delincuentes se pierde por diversos caminos, derivando por lugares inesperados que incluyen paseos por las sierras de Córdoba, un club de lectura en la cárcel y hasta un triángulo amoroso. Pero esos desvíos terminan siendo orgánicos e invitándonos a perdernos en ese viaje peculiar, a perder la noción del tiempo y también a pensar sobre nuestras vidas y nuestro vínculo con nuestras rutinas y obligaciones. Y encima, es una película muy graciosa.  

Ya sé que no a todos les apetecen las películas largas, y que verlas en casa no siempre es fácil, pero si te apetece un viaje de este estilo, cuando tengas tres horas, Los delincuentes te están esperando. 

Y si estás para ir un paso más allá, hasta el miércoles 20 (al menos), está en la programación de Cinemateca otra bellísima película, que también está atravesada por la libertad —narrativa, pero también como lo que busca, incluso sin saberlo, su protagonista—, y que también es argentina. Se llama Trenque Lauquen, y dura más de cuatro horas, partidas a la mitad por un intervalo de diez minutos. 



Hace algunos días el jefazo Emanuel Bremermann escribió sobre ella, y la verdad es que (como es habitual), lo hizo muy bien. 

Un poco de amor finlandés

Hojas de otoño

En el otro extremo —de duración y del mundo— pero con algunos puntos de vista temáticos, cierro esta trilogía de películas con  Hojas de otoño, del finlandés Aki Kaurismaki (pero que tiene un par de guiños al Río de la Plata,  incluyendo un tango de Gardel en su banda sonora). 

En apenas 80 minutos tenemos acá la historia de Ansa y Holappa, dos desgraciados proletarios que se cruzan casi por azar y empiezan una peculiar historia de amor, salpimentada por un humor ácido, una ternura un poco estrafalaria y algunos comentarios sobre el trabajo y la vida de los que viven al borde del mercado laboral



Los dos protagonistas pasean entre labores precarias y mal pagas, mientras además padecen sus obsesiones y demonios personales: ella vive absorbida por las noticias de la guerra en Ucrania que sigue en la radio, él es un alcohólico con todas las letras. Pero en medio de sus respectivos caos laborales y vitales, se encuentran el uno al otro. Y eso, a veces, es suficiente para cambiar una vida.

Comprometido con el trabajo

La portada de El crepúsculo del mundo

La de Hiroo Onoda es una historia relativamente conocida. Este soldado japonés, que ostentaba el rango de teniente, se pasó casi treinta años en las selvas de una isla filipina, peleando una guerra de guerrillas contra nadie. 

Tras recibir la orden de aguantar la isla sobre el final de la segunda guerra mundial ante el embate de los estadounidenses, Onoda se tomó muy en serio el encargo y siguió peleando hasta 1974, cuando finalmente lo convencieron de que la guerra se había terminado y volvió a casa, a un mundo y a un Japón totalmente diferente, al que no se supo acomodar del todo hasta su muerte en 2014.

El cineasta alemán Werner Herzog, director de películas como Aguirre, la ira de Dios o Fitzcarraldo, y una de las incorporaciones más inesperadas al elenco del universo Star Wars, con un papel en la serie The Mandalorian que lo llevó a enamorarse de Baby Yoda (¿cómo no hacerlo?), es el autor de El crepúsculo del mundo, que cuenta en clave de ficción la historia de Onoda, aunque con toques documentales, ya que director y soldado se conocieron.

Herzog intenta meterse en la cabeza del guerrero, imaginando sus años en la selva, la convivencia con los contados camaradas que se quedaron con él, y las dudas que le iban naciendo durante esas décadas aislado del mundo y convencido de que las noticias que le llegaban eran mentiras para obligarlo a desistir. Una mezcla de novela de aventuras y estudio de personaje que se lee con agilidad, y con mucho encanto.

En la vuelta:

 Piano Bar  

Estos últimos tiempos han sido bastante rockeros para mis oídos. El lanzamiento del primer trailer del videojuego GTA VI me hizo revisitar la obra de Tom Petty, que musicaliza con su canción Love is a long road  ese adelanto. La música del guitarrista y cantante estadounidense me hace pensar bastante en la ruta, y por consiguiente, en los viajes y la libertad, así que de alguna forma viene a cuento para esta newsletter.

También escuché bastante Las palomas, lo nuevo de una de mis bandas uruguayas más queridas,  Eté & Los Problems, que están cocinando nuevo disco. Ese disco estará atravesado por la temática marítima, otro espacio donde la idea de libertad y la aventura hacia lo desconocido están muy presentes. Y esta nueva canción es genial.

Y por último, a raíz de Los delincuentes —como para cerrar el círculo— también tengo en el discado rápido Adonde está la libertad,  la canción de Pappo’s blues que suena en la película, y que aunque fue hecha en un contexto muy diferente al actual, su letra mantiene una actualidad tremenda.

Adónde está la libertad
No dejo nunca de pensar
Quizás la tengan en algún lugar
Que tendremos que alcanzar
No creo que nunca
Sí, que nunca
No creo que nunca
La hemos pasado tan mal

felices fiestas

Y acá termina esta edición de  Doble Programa.  Muchas gracias por la lectura. Como siempre, mi casilla de correo está abierta para tus mensajes.

Nos reencontramos el próximo viernes. Que tengas una gran semana, Nicolás. Y si no nos vemos, felices fiestas.

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