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Una región de riqueza acuífera que enfrenta una crisis de agua

Al cambio climático se le suman graves problemas de gestión
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31 de marzo de 2019 a las 05:00

En un país con abundancia de ríos y donde no se conoce la escasez de agua en las casas, es difícil imaginarse estar sin el preciado líquido.

Recuerdo que durante mi vida en Uruguay (de esto hace más de 20 años), disfruté maravillosos baños en el océano Atlántico de la costa del Este cuya sal hasta cicatrizaba pequeñas heridas en la piel, largas duchas en mi apartamento en Montevideo sin que eso significara derroche (nadie pensaba en ello en esa época), y bebí todos los vasos de agua de la canilla que quise sin ningún tipo de riesgo para mi salud; como todos los uruguayos. Parecían prácticas normales, pero a la luz de hoy, eran un lujo del que no nos dábamos cuenta. 

Luego fui a vivir a Egipto y mi percepción sobre el agua cambió radicalmente. El Nilo está contaminado, a pesar de que muchos niños suelen bañarse en sus orillas; no se puede beber del grifo salvo que desafiemos a las amebas; y si salimos de la ciudad de El Cairo para aventurarnos en el desierto, de más está decir que cada botellita de “Baraka” (el agua envasada más popular) se convierte en una verdadera bendición bajo el inclemente sol y con más de 40 grados en el ambiente.  

Con el correr de los años, el problema del acceso al agua y su potabilidad se ido ha profundizado en los más diversos países, incluso en aquellos con grandes afluentes, hasta llegar a convertirse en un tema de alarma mundial. 

América Latina también se unió a este concierto mundial de escasez del agua potable, como resultado de una mezcla de factores infortunados: cambio climático (hay más sequías e inundaciones sin control), mala administración, falta de inversión en nuevas formas de conservación o generación del recurso, ineficiencias del saneamiento, problemas en su distribución, no previsión de riesgos de contaminación (por ejemplo, se han incrementado los pesticidas y nitratos utilizados en la agricultura, así como los residuos de medicamentos en muchas zonas).

Según la ONU, unas 780 mil personas mueren al año en el mundo por la falta de acceso al agua potable, lo que da lugar a enfermedades como la disentería y cólera. Se calcula que para 2050 sobrevendrá un alza de la demanda de agua de entre 20% y 30% en relación al nivel actual. 

Abundante agua dulce

Esta región posee un tercio del agua dulce del mundo. En ese sentido, es considerada privilegiada. Sin embargo, está lejos de poder serlo en la práctica debido a sus grandes deficiencias de gestión. El resultado es que 34 millones de personas no tienen acceso al agua potable y 200 millones acceden a esta con dificultades o en forma irregular;  la cobertura del saneamiento está por debajo del 15%, según el BID. 

El BID destaca que existen cinco áreas críticas para la región en cuanto al agua: el acceso, la financiación de proyectos, la gobernanza, la seguridad hídrica para proteger las fuentes, y la operación, mantenimiento, innovación y modernización de las empresas prestatarias del servicio. 

Hagamos un paseo por ciertos países de la región. En Brasil, el 74% de los ríos presenta algún tipo de contaminación, de acuerdo a la Fundación SOS Mata Atlántica. En enero pasado ocurrió el colapso de un complejo de la empresa Vale (municipio de Brumadinho), que almacenaba residuos minerales y se vio afectada por la deforestación y por la falta de planificación. “Los ríos de Brasil están siendo condenados por la falta de gobernabilidad”, señaló la fundación. 

En México, de un total de 653 acuíferos estudiados, 105 están sobreexplotados, según la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). En 1975 solamente 32 estaban en esa condición, en 2018 la cifra aumentó a 105.

Otro caso es la laguna Aculeo de Chile, emblemática en el país (ubicada a 70 km de Santiago),  que se está secando casi por completo, víctima del cambio climático y el excesivo consumo de su agua.

Desde hace unos 10 años comenzó el proceso de sequía y está desapareciendo la laguna, el turismo y los negocios.

Este mes el Ministerio del Medio Ambiente de Chile lanzó la campaña “Dúchate en 3 (minutos)” para crear conciencia sobre el uso del agua en los hogares. La ministra Carolina Schmidt fue ampliamente felicitada en las redes sociales por la iniciativa de haber grabado un video en el que aparece tomando una ducha y muestra cómo ahorrar agua en el baño.

Según un informe del Ministerio de Ambiente de Colombia, en ese país la calidad del agua está en niveles bajos y ninguno de los acuíferos tiene un estándar bueno por concentración de cargas contaminantes. También se detecta mercurio en zonas donde se desarrollan actividades ilícitas de extracción minería.

Los países de Centroamérica tampoco  se salvan porque pese a que también cuentan con una elevada disponibilidad hídrica, el agua no llega a gran parte de la población, o no es potable. La consecuencia es sanitaria: se están detectando muchas enfermedades transmitidas por el agua, especialmente en áreas rurales. 

En Guatemala, por ejemplo, el 83% de las viviendas rurales no cuenta con drenajes. En Honduras y Panamá se han registrado fuertes sequías que empeoran el fenómeno. De hecho, Panamá atraviesa “la peor sequía en 106 años” desde diciembre de 2018, según las autoridades locales.

Muchos países de la región están sufriendo inundaciones, cuyos caudales no son capaces de ser canalizados para las épocas de sequía. Una de las propuestas del Banco Mundial es la construcción de más reservorios, pero no hay recursos o planificación para ello.

En los últimos días, Guatemala ha tenido que combatir 18 incendios forestales en medio de una gran sequía. Se han consumido unas 900 hectáreas de bosque por 445 incendios desde el pasado diciembre por esa razón, según la Protección Civil. Algo similar ocurrió el año pasado.

En El Salvador se prevé que para el año 2022 el 80 % del territorio registre niveles de “estrés hídrico”, esto significa que no se contará con suficiente agua para cualquiera de los usos que se requiera.

En Nicaragua, el acceso al agua potable en zonas rurales es del 35 %, de acuerdo a datos oficiales. En Costa Rica hay 94 % de cobertura de agua potable, pero solo 15 % de las aguas residuales son saneadas. En El Salvador, se plantea la opción de que el sector privado sea el ente rector del agua, lo que ha generado decenas de protestas callejeras.  

Todos los países sufren algún tipo de problema con el agua, o están en riesgo de sufrirlo. Ni siquiera se salva Uruguay que llegó a ser un ejemplo en la materia. Como dice Sergio Campos, 
experto del BID, “tenemos el privilegio de contar con bastante agua, pero los recursos hay que protegerlos”. 

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