Por Blasina y Asociados, especial para El Observador
Con un segundo descenso anual consecutivo en el stock vacuno que restringe la oferta de novillos para faena, tomó fuerza la iniciativa de importación de ganado en pie. Ya hay gestiones y averiguaciones, aunque no es claro aún cuál sería la demanda real de animales –con faena restringida al mercado interno– y si dan los números para comprar en Argentina y, eventualmente, en Brasil.
En 2018 hubo una segunda caída consecutiva en las existencias vacunas, con la principal contracción en la categoría de novillos dado el nivel de extracción por la faena y la exportación de ganado en pie.
Desde la industria se ve una limitante de materia prima, viendo la importación como una vía para evitar o moderar la presión sobre la faena de vientres. Esto ya se está dando y se podría trasladar, incluso, a los vientres preñados.
La Asociación de Consignatarios de Ganado (ACG) se reunirá con técnicos del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP) para conocer de primera mano las exigencias sanitarias y aduaneras para importar ganado desde la región.
Desde el MGAP ya recibieron sondeos por parte de operadores privados y se dejó en claro que la eventual importación tendría como destino la faena para el mercado interno. Esto, porque la mayoría de los mercados a los que exporta carne Uruguay exigen que el ganado sea nacido y criado en el país de origen, como es el caso de China, Estados Unidos, Unión Europea y Japón.
Para la importación con destino al mercado interno se necesitarán campañas vinculadas a temas sanitarios, así como ajustes en los protocolos con los países vecinos.
El tema fue tratado en noviembre en la última reunión del Mercosur en Uruguay y la próxima será en Buenos Aires, cuando se podría laudar sobre la cuestión.
“Por ejemplo, si se importaran hembras hay que tener cuidado en lo que es la campaña de brucelosis (que son diferentes entre Argentina y Uruguay). También está el tema de la fiebre aftosa, porque Uruguay vacuna para virus bivalente y Argentina vacuna con virus trivalente. “Ahí nos ayudaría el monitoreo por trazabilidad”, explicó el director de Servicios Ganaderos del MGAP, Eduardo Barre, al programa Tiempo de Cambio de radio Rural.
De esta manera, si ingresaran animales de otros países sería necesario otro color de caravana identificador para ese ganado. Con la correspondiente identificación, la faena de estos animales podría realizarla tanto plantas dedicadas únicamente al abasto como plantas mixtas, de abasto y exportación.
José Aicardi, presidente de la ACG, expresó que la importación de terneros en pie podría ser un atenuante de la futura escasez de novillos para faena.
Se estima que aproximadamente el 30% de la faena de machos tiene como destino el abasto (330.000 cabezas en 2018).
Alejandro Dutra, de Escritorio Dutra, dijo que con el precio del ternero en Argentina –en torno a US$ 1,40– hay margen para el negocio. Sin embargo, “habría que ver la disposición de exportar ganado en pie de Argentina”, así como los costos asociados en términos de análisis y controles.
Según los datos recabados por el Sistema Nacional de Información Ganadera (SNIG), el stock vacuno mostró una caída interanual de 403.837 cabezas y quedó en 11,328 millones de animales. El 86% de la baja poblacional correspondió a novillos, con 349.000 menos que el año anterior. De esa forma alcanzaron los 1,994 millones (una caída muy similar a la cantidad de terneros y novillos que se exportan en pie en un año).
El descenso en la población de vacunos es consecuencia de una elevada extracción –la suma de la faena y la exportación en pie– que en 2018 se consolidó como la mayor desde que se tienen registros, con 27% del stock, un punto más que en 2017 y superando al 24% promedio de los últimos 10 años.
La exportación de ganado en pie alcanzó un nuevo récord en 2018 de 417.547 cabezas (mayoritariamente novillos y terneros) y fue 85.188 cabezas (26%) más alta que la del año anterior. En el último trimestre del 2018 las exportaciones en pie, fuertemente dependientes del mercado turco, se enlentecieron y a fin de año el gobierno de ese país anunció que por tiempo indeterminado cesará las compras. Pero aún se están cumpliendo con negocios ya pactados con expectativas que sobre marzo-abril el gobierno turco vuelva a otorgar permisos.
La faena en 2018 creció 0,2% interanual y alcanzó los 2,34 millones de vacunos por año, con una participación de hembras –vacas y vaquillonas– del 50,4% y de novillos del 47,4%.
En lo que va del año, se llevan faenadas 210.567 cabezas, 11% menos que las 238.428 del mismo período del año pasado. Del total, 94.534 fueron vacas y superaron un 6% a las del mismo mes del año pasado, siendo 26.652 las vaquillonas, con un incremento del 3% interanual. Los novillos faenados sumaron 84.688, una caída del 29% respecto al año anterior.
La alta extracción es importante y la estabilidad podría lograrse si creciera la producción de terneros. Pero en el último ejercicio no crece ni la cantidad de vacas ni la tasa de terneros destetados por vaca entorada. En 2018 el destete fue de 64%, una tasa baja y llamativamente estable que parece difícil de sobrepasar. Este año se sentirá el efecto de la pasada sequía y será difícil que la producción de terneros crezca.
Pero este entore renovó la posibilidad de que la producción de terneros aumente. Las buenas condiciones climáticas permitieron que el stock de vacas –castigado por la sequía pasada y un invierno duro– se recupere y tal vez permitir a partir de 2020 un freno en la caída del stock.
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