Incorporar un agronegocio en los establecimientos ubicados en los campos más marginales del Uruguay, que son además las zonas de menor desarrollo socioeconómico, es uno de los pilares que se propuso el Consorcio Regional de Innovación en Producción de Lana Fina para el Uruguay (Crilu), que hoy ha permitido aumentar casi en un 100% los ingresos por hectárea por haber cambiado la tecnología utilizada en los animales.
En esta iniciativa se contemplan aspectos de innovación, competitividad, desarrollo de capital humano y mecanismos de inclusión social, integración y cooperación entre los actores del agronegocio.
Es una herramienta para lograr objetivos mayores y el rol protagónico que tienen los productores es algo a desatacar.
Esto se difundió en la jornada Tejiendo saberes para un negocio rentable –el viernes 14 en el Anfiteatro del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA)–, en la que se presentaron los avances del proyecto Fondo de Promoción de Tecnología Agropecuaria (FPTA) “CriluMerino$”, donde los productores contaron sus experiencias.
Además se adjudicaron y distribuyeron reproductores Merino Australiano.
Fabio Montossi, director nacional del INIA, comentó a El Observador que la iniciativa ofrece una oportunidad única al ofrecer un producto natural que presenta la posibilidad de pegar un salto cualitativo en un agregado de valor que va más allá del valor intrínseco del producto, donde la ciencia y la tecnología juegan un rol fundamental.
“Estamos generando una nueva genética en la que el animal va a poder comer menos para producir más (eficiencia de conversión del alimento en el producto final).
Participan activamente 42 productores de la zona de basalto del país.
Esto no es algo menor, porque el 85% del costo es el alimento”, dijo.
Participan activamente del proyecto 42 productores que son fundamentalmente de la región de basalto como Paysandú, Salto, Artigas y zonas de Durazno.
Respecto a los beneficios que recibe el productor, en primer lugar se encuentra el aspecto económico, porque se ha desarrollado en una zona complicada, desde el punto de vista de los suelos, un agronegocio muy rentable.
Montossi definió al Crilu como “una manera distinta de hacer las cosas, de cambiar una realidad productiva, y al fin y al cabo, la vida de las personas. Una forma distinta de hacer la investigación, la transferencia y la innovación”.
Crilu está en camino a cumplir 10 años. El proyecto Merino Fino es su principal antecedente y duró de 1998 a 2008, cuando nació el Crilu.
En esta segunda etapa, los consorciados que integran el proyecto tuvieron que poner un capital semilla para generar los pilares de un presupuesto para el uso y para que el propio Crilu cumpla con sus objetivos.
“En la jornada del viernes se entregó la genética generada en la unidad experimental Glencoe, el epicentro de todo esto. Todos los años se tiene que pagar por este recurso”, mencionó.
En la situación actual del rubro –con el stock más bajo de la historia– este negocio brinda posibilidades de crecimiento, siempre de la mano de la tecnología.
Si bien no se recuperarían los más de 20 millones de lanares que hubo, para Montossi sí está claro un concepto: “Capaz es mejor tener menos ovinos, pero que produzcan el doble y generen el doble de ingreso. Ese es nuestro concepto hoy y lo que estamos demostrando”, dijo. De hecho, hay claramente una tendencia en estos productores a crecer.
Los lanares comen el 20% del pasto que consumen entre las vacas y las ovejas y generan el 40%. Es decir, comen la mitad y generan el doble de ingreso, señaló.
“Tenemos la obligación de seguir multiplicando esto y no nos cabe duda que al menos en esta región va a tener un efecto positivo para el ovino”, aseguró.
La raza juega un rol fundamental en el proyecto. En primer lugar, porque se tiene que tener una lógica de ir hacia dónde va el mercado. “Este tipo de lana ocupa el nicho de mercado y tenía altas probabilidades de ser un éxito desde el punto de vista económico”, señaló.
Además, se buscó el apoyo de una masa de productores y de líderes que realmente asumieran la responsabilidad de liderazgo y pudieran ser convocantes a otros actores para sumarse al desafío.
“Capaz es mejor tener menos ovinos, pero que produzcan el doble”.
El Crilu está cumpliendo 10 años y se viene una etapa de renovación y reconversión. Por eso, se pide a los productores que estén interesados en el proyecto que ingresen a crilu.org.uy y expongan dudas, sugerencias o intereses.
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