Roberto Juan siempre estuvo vinculado a la actividad rural. Estudió en la Facultad de Veterinaria y, aunque vivía en la ciudad, hace 22 años se mudó a un campo en Bella Unión, Artigas, y comenzó a desarrollar tareas de campo junto a su familia. Hace poco más de un año, después de ver campos “sin aprovecharse para la producción” –según contó a El Observador– tuvo una idea, se la presentó al gobierno y hoy, es el referente de un grupo de productores ovinos.
Nunca antes había hecho ganadería pero hoy es algo que disfruta. En su predio, su familia tiene plantación de caña de azúcar –actividad muy desarrollada en ese lugar de Artigas– y él desarrollaba la horticultura orgánica, previo a convertirse, además, en criador de Corriedale, junto a otros habitantes de la zona que comenzaron a criar ovejas.
Roberto comercializa frutas y hortalizas en la Unidad Agroalimentaria Metropolitana (UAM), y se dedica a recorrer campos para juntar producción y llevar al mercado (su producción orgánica, por otro lado, no se vende en ese mercado sino en otros locales de Montevideo).
Un día, en una de sus recorridas por las chacras de Bella Unión vio que había “muchos predios abandonados, de gente que vivía en el campo pero trabajaban en changas en la ciudad o eran asalariados en otros predios”. Frente a esa realidad y recordando iniciativas similares que había visto en Canelones y Florida, comenzó a pensar en la idea de poder producir ovinos.
Aprovechó el lanzamiento de la zafra de la caña de azúcar 2020, al que asistió quien en ese momento era ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca, Carlos María Uriarte, y le contó su idea: que productores familiares pudieran acceder a créditos para comprar ovinos y comenzar una actividad “en la que las familias pudieran involucrarse, y para aprovechar esos predios”, recordó.
El entonces ministro escuchó su idea con buena receptividad y meses después técnicos del MGAP y del departamento de Ruralidad del Ministerio de Desarrollo Social (Mides) comenzaron a trabajar junto a él y otros productores para organizar el proyecto que hoy lleva el nombre de “Ovinos del norte”.
Fueron 14 en total los productores que, hace ya más de un año, accedieron a créditos de Microfinanzas con los que compraron vientres Corriedale a varias cabañas reconocidas, contó Roberto.
Luego el Secretariado de la Lana (SUL) también se incluyó en el proyecto y les brindó a los productores capacitaciones acerca de la cría y el cuidado de los ovinos. "Para la inexperiencia que teníamos, todo ha sido muy positivo”, reflexiona hoy Roberto como referente del grupo.
Hasta el momento las majadas no han sufrido ataques de perros y tampoco casos de abigeato, lo que todos ven con buenos ojos. Según contó el productor, algo que les ha permitido proteger a las ovejas es que todos los criadores acordaron trabajar de la misma manera el encierro: antes de que anochezca los animales se entran a los corrales, donde pasan la noche bajo techo.
En total se compraron 325 ovejas para los 14 productores. Los vientres se adquirieron preñados y la señalada ha sido “muy importante, del 106% en promedio”, comentó Roberto, destacando que hubo muchas madres melliceras.
Los ovinos de la raza doble propósito, con producción de carne y lana, se compraron con el objetivo de comercializar la lana en conjunto y el compromiso de los ministerios de ayudar a los criadores a colocar la carne en frigoríficos.
Trabajan con una esquila preparto, y en el primer año de experiencia ya lograron colocar lana en el mercado. Sin embargo, el compromiso de los ministerios con respecto a la colocación de la carne en la industria “ha tenido dificultades” para cumplirse, por lo que “cada productor terminó vendiendo al gancho”, aunque esperan que la situación mejore, afirma Roberto.
Un sueño que tiene el grupo de productores es acceder a un matadero en la zona e impulsar en el departamento el consumo de carne ovina con cortes Premium. “Queremos salir de la media res o el cordero entero solo para fin de año. Buscamos que la gente pueda acceder a comer cordero todo el año con diferentes opciones”, indicó.
Actualmente Roberto tiene una majada de 42 ejemplares Corriedale, que se crían en cuatro hectáreas de su predio de 18, en el que tiene seis hectáreas dedicadas a la caña de azúcar, una dedicada a la producción orgánica en invernáculos y el resto a un emprendimiento familiar, un restaurante de campo llamado La Chacra Gourmet.
La majada la trabaja junto a su hijo, y si bien administrar las diferentes tareas de campo “lleva su trabajo, porque son muchas horas, tiene su satisfacción, y nos mantiene ocupados”, indicó.
El grupo de productores cría Corriedale por un acuerdo que se realizó entre la Sociedad de Criadores de Corriedale del Uruguay y el Mides. “Nos resultó una buena raza”, mencionó el productor, quien destacó que ha sido positivo trabajar con estos animales porque buscaban una raza carnicera, y si bien “la lana es un poco más gruesa y tiene poco valor”, han logrado hacer negocios.
Actualmente, desde el MGAP y el Mides se estudia la posibilidad de replicar la experiencia del grupo Ovinos del norte en otros departamentos, según supo El Observador.
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