La tristeza es esa misma que inunda a Nacional hace días. La que hizo que su plantel principal no pudiese entrenar a la espera de novedades de su compañero, que luchó por su vida durante casi cinco días en un hospital de San Pablo a miles de kilómetros de distancia. Es la misma con la que esos mismos jugadores, junto con otros futbolistas y clubes de Uruguay y de todas partes del mundo, lamentaron este martes por la noche el fallecimiento de Juan.
Mientras una joven pone una flor, una señora con bastón a su lado deja una bandera de Uruguay. Atrás, un hincha que llegó caminando se sentó debajo de un árbol, se puso la bandera de Nacional a los hombros y se quedó mirando a un punto fijo durante minutos. Sacó su mate y comenzó a tomar de forma frenética, un mate tras otro, con los ojos llorosos. Los sorbos son los únicos sonidos que emite antes de irse.
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“Los de Peñarol también venimos acá”
Pasan los minutos y cada vez hay más personas cerca de la sede. Se juntan, muchos están cerca, pero nadie habla. Algunas personas incluso eligen quedarse del lado del frente, entre medio de los autos que tocan bocina cuando pasan, detienen su marcha para ver, o gritan cosas como: “¡Nacional siempre va a ser tu casa Juan!”.
Un hombre, que estaba con auriculares puestos y vestido de particular, se acerca y dice: “Los de Peñarol también venimos acá”. Desde que Izquierdo se desplomó en el campo de juego del Morumbí tuvo el “presentimiento” de que la situación podía terminar así.
Otro hincha se suma, y el carbonero lamenta: "Cómo vienen sufriendo ustedes che". Recuerda el caso de José Fuentes, que falleció durante su mandato como presidente de Nacional en julio de 2023. También habla del suicidio del Morro.
En ese momento, otro hincha del tradicional rival del tricolor pasa, con su camiseta por encima de la camisa, toca una de las camisetas que está en la reja y se acerca a un parcial de Nacional. “Lo siento mucho, la verdad que una cagada”, le dice, y se va.
Poco tiempo después, dos amigas, una con la campera de Nacional y la otra con la de Peñarol, llegan y cuelgan una bandera de Nacional que traía en sus manos la carbonera.
Hincha de Nacional e hincha de Peñarol en el homenaje a Juan Izquierdo en la sede de Nacional
Hincha de Nacional e hincha de Peñarol en el homenaje a Juan Izquierdo en la sede de Nacional
Una persona ciega aparece caminando junto a otra persona con discapacidad. Se acerca al portón de entrada y, con ayuda de su compañero, logra dejar una camiseta al costado del ingreso a la sede. Allí está un guardia de seguridad que va y viene de la sede a la puerta, y le preguntan a qué hora es el velorio. Les responde que es mañana.
Ese es el único tema de conversación, lo funebre. A qué hora llega el cuerpo de Brasil. A qué hora es el velorio. Cuándo van a abrir las puertas de la sede. Después casi todo se limita a expresiones que grafican la muerte de Juan: “Horrible”, “terrible”, “qué macana”, “qué cagada”.
Nacional decretó cinco días de duelo por la muerte de Izquierdo, en los que la institución solo brindará servicios básicos. El velorio se realizará de 11:00 a 13:00 en el Salón Cristal de la sede, será a puertas abiertas y se podrá ingresar por 8 de Octubre. No habrá sepelio.
El olor a despedida, las fotos y la carta
Las velas que estaban en el suelo ya están totalmente derretidas, y ya son varias las manchas negras en el murito azul. El hincha que estuvo recostado durante minutos allí se fue pero rápidamente volvió con flores, y luego comenzó a moverse de un lado a otro de la cuadra, mirando siempre para el frente.
Lamenta que la situación es “horrible”, y no recuerda otro caso similar en este país. Sufrió todos estos días, y aunque tuvo algo de esperanza, supo cuando vio los últimos comunicados de Nacional sobre la salud de Izquierdo, y cuando se enteró que toda la familia del jugador viajaba a Brasil, que la situación “olía a despedida”.
La gente pasaba, lo saludaba, le hablaba un rato pero, a lo sumo, él asentía. Puso su bicicleta en 8 de Octubre y se fue despacio, sin saludar.
Hincha de Nacional homenajea a Juan Izquierdo
Hincha de Nacional homenajea a Juan Izquierdo
Una pareja estaciona su auto frente a la sede, donde está prohibido estacionar. Salen, dejan unas flores, y el hombre se saca una selfie con el club detrás. Se quedan tomando unos mates. Los ómnibus y los taxis pasan por el costado, pero no le recriminan con bocinazos la infracción.
Un hombre llegó con su hija, visiblemente enojada porque le habían cambiado el día de una consulta médica. Se quejó por celular y se quejó con el padre, pero él no le responde y solo mira para adelante.
Un hombre llega en su moto, y llorando desconsoladamente se acerca al muro. Se pone en cuclillas, y permanece inmóvil por un rato. Antes de volver a irse en su vehículo dejó una carta escrita en lapicera.
“Juan: sea donde sea que estés, deseo que estés en paz y tranquilo. Tranquilo de saber que mientras este club y sus hinchas sigamos de pie, a tu familia y a tus hijas NO LES VA A FALTAR NADA. Tranquilo de saber que dejaste un legado, y ese legado siempre va a estar presente en cada uno de nosotros. A veces se nos olvida que la vida en muchas ocasiones puede ser muy injusta y que deberíamos valorar cada segundo que transitamos junto a ella. Entre lágrimas te digo adiós negrito… siempre vas a estar presente en cada CORAZÓN TRICOLOR. CUIDAMELO MORRO…”
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El enojo de un hincha y el beso a la bandera
Algunos estudiantes que salían de clases se acercan a la zona curiosos. Leen la carta, las hojas pegadas a las rejas, ven las camisetas con cosas escritas y a la gente llorando. Cuando pasan por toda la cuadra, dos de ellos parten en llanto y sus compañeros los abrazan.
Un fanático de la institución llega y queda parado al costado del portón, como si él fuese el guardia de seguridad. Vino porque “se perdió a una gran persona, un gran padre” y “por respeto a la familia”.
Juan estuvo un año y medio en Nacional, con una cesión a Liverpool en el medio en la que salió campeón uruguayo, y aunque en 2022 casi no jugó por una fractura de tibia y en 2024 alternó titularidades y suplencias, tanto el señor como otras personas lo recuerdan como un "buen jugador".
Cuando se alejaba, cambia su tono de tristeza y se pone serio: “Lo que sí no me gustó nada fue lo de los tres jugadores de Peñarol luego del partido”, afirma, en referencia a los posteos de algunos futbolistas del rival tras la eliminación de Nacional de la Copa Libertadores con Sao Paulo, minutos después del comienzo de la tragedia de Izquierdo.
“Si Peñarol es lo grande que dice que es, los echaría a los tres y no deberían volver a ser contratados por ningún club en la faz de la tierra”, espeta.
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A su costado estaban las amigas de Nacional y Peñarol, ahora recostadas en el muro y abrazadas debajo de la bandera de Nacional que colocaron. En un momento la hincha tricolor, visiblemente emocionada, le propone mover la bandera unos metros, a donde estaba la bandera de Uruguay. El falso guardia las ayuda, y cuando toma la bandera la besa, y le dice a la carbonera: “Esta es la más linda”. Ambos se ríen, en las primeras sonrisas de la mañana.
Uno de los hinchas que estaba en la vereda de enfrente cruza. Con su mate en brazos, mira todo desde el borde de la calle, que los hinchas ya se apropiaron, pero no emite una palabra. A su lado algunas personas que buscan consuelo en otras tratan de sacarle charla, lamentan la situación, pero él solo asiente o se resigna.
En silencio, empieza su retirada solitaria, con la cabeza baja y caminando despacio. Son las 12:30 de la mañana y la gente va y viene de la sede de Nacional, y aunque cada vez pasan más autos cada vez se siente menos el ruido.
