Por Emilio Oteiza*
Tres talles para innovar: cómo "organizar la cabeza" y el esfuerzo de innovación
En esta columna, Emilio Oteiza propone un mapa completo para organizar los esfuerzos de innovación.
En esta columna, Emilio Oteiza propone un mapa completo para organizar los esfuerzos de innovación.
Por Emilio Oteiza*
No importa el tamaño de tu empresa, o si es una organización privada o pública, te conviene “organizar la cabeza” y tu esfuerzo de innovación en 3 talles: P, M y G. Sí, como la ropa.
Aterrizando: “innovar” la mayoría de las veces va a ser mejorar o crear productos y servicios; y a veces también crear negocios nuevos.
¿Por qué te conviene concebirlo así?
Y también para organizar el trabajo y medir los resultados. Porque según en qué talle estás vas a organizarte y medir diferente.
Veamos:
Llamada también “innovación incremental”, es el esfuerzo muy importante de mejorar lo que ya haces.
Ejemplos: Das un servicio privado o público e incorporas el canal de Whatsapp. Fabricás un producto y agregás nuevos materiales, un empaque mejorado, un sello de cumplimiento con requerimientos ambientales o corriges un defecto menor.
Se trata de hacer que el producto o servicio sea más funcional, más rápido, más lindo. Es el mundo del “más de lo mismo”. Quizás no sea la innovación más llamativa, pero es muy importante.
En este talle las ideas no son un problema: hay listas y listas de pendientes. Va a ser parte del trabajo normal del equipo y no precisas muchas herramientas ni gestión especial, salvo en algunos casos que hay que investigar un poco más.
Muchos de estos puntos los puede resolver tu equipo/comité de mejora continua, o quienes tengan esa función. No precisás que todos sean súper creativos. Vas a medir el esfuerzo por cumplimiento de la lista.
Si tu organización es más grande, tendrás este tipo de “tareas domésticas” dispersas en distintos departamentos, posiblemente con poca visibilidad, “mechadas en la diaria” y no muy sistematizadas.
Esta categoría, a veces llamada de sostenimiento, es ancha. Va desde:
1) Extensiones de producto como un nuevo sabor o tamaño de una familia de productos consolidada, pasando por
2) la creación de un producto nuevo o una nueva línea de productos o servicios dentro de la categoría conocida, hasta
3) la creación de una categoría totalmente distinta que llegue a clientes diferentes a los que estamos acostumbrados.
La primera, de extensiones, sabores o tamaños, también se puede llamar incremental y funciona parecido al talle P, pero a veces no es tan trivial hacer uno de estos cambios y hay que investigar y hacer algunas pruebas.
La segunda, la creación de productos nuevos ya es otro cantar. Esto puede incluir producir nuevos productos y servicios, importar e incorporar productos significativamente diferentes o diseñar y tercerizar su suministro.
Cualquiera sea la ruta de aprovisionamiento, el juego cambió.
Las ideas vendrán de ver lo que hace la competencia, de lo que quieren los clientes, de las tendencias de la industria, de nuestras propias inspiraciones, etc.
Un porcentaje de ellas no llegarán a destino. De lo que llegue a destino no todo va a funcionar. Apareció el riesgo y con él, el cambio del enfoque.
Vamos a organizar el esfuerzo en un portafolio de proyectos y vamos a lidiar con el riesgo de cada proyecto. Vamos a usar herramientas conceptuales específicas para crear ideas, seleccionarlas, desarrollarlas, e implementarlas. La fase de ejecución puede incluir inversiones importantes.
En este caso vamos a medir proyecto a proyecto, a la vez que medimos el conjunto.
La tercera: creación de una categoría distinta, se maneja parecido a la anterior, pero tenemos que usar más herramientas y en mayor profundidad para desarrollarla, trabajar más profundamente con los clientes, e involucrar a más gente, porque en general conlleva más riesgo e inversiones.
En este talle M típicamente se desempeñan los departamentos de I+D, o de diseño y desarrollo, o de desarrollo de nuevos productos, según el nombre que le hayan puesto en la organización.
Este aparece cuando adoptamos un nuevo modelo de negocios. No tenemos por qué sustituir el actual, lo podemos agregar.
Ejemplo: fabrico equipos que instalo y vendo por proyectos. Vienen los clientes, me piden lo que precisan y yo lo diseño y construyo. Ese es mi modelo de negocios. Con los años me hice experto en especificar, diseñar, comprar los materiales, construir y entregar. Y a mis clientes me los conozco de memoria: se cómo piensan, qué les duele y cómo ayudarlos.
En un momento pienso, ¿por qué no fabricar algunos de esos equipos y alquilarlos?
Pero hay mucho que no sé: no sé cómo hacer un contrato de alquiler, no sé cómo poner el precio, no sé cómo financiarme para pagar esos equipos, no sé cómo promocionar el servicio.
Encima no son los mismos clientes, todavía no sé qué puntos calzan.
En suma, no sé ni qué es lo que me falta por saber.
Además no tengo la gente para hacer la parte comercial y mi contadora me dice que mejor inscriba otra empresa con otro RUT para mantener las cosas ordenadas y que es otro “giro”.
Incluso, en ciertos casos la nueva idea podría competir con mi negocio actual y ya escuché a algunos de mi equipo refunfuñar con preocupación. No creo que todos quieran colaborar de corazón conmigo con esto, si lo ven como una amenaza.
Me metí en otro baile totalmente diferente. Esto no es solo crear un producto, es crear una organización alrededor de un nuevo negocio.
Puede ser algo tan sencillo como poner a alguien de mi equipo encargado part-time de la aventura, o tan complicado como armar una nueva empresa en otro lugar, contratando nuevo talento que aprenderé a seleccionar. O comprar una empresa existente e integrarla en mayor o menor medida.
Estas aventuras nos van a requerir el uso completo de la caja de herramientas de innovación y del emprendedurismo, trabajar al nivel de la dirección y medir según el rendimiento del nuevo emprendimiento.
A esta categoría se le puede llamar “transformacional”.
Y con eso, tenemos todo el mapa.
• Los tres talles sirven. No hay innovación sexy e innovación fea.
• No importa el tamaño de tu empresa, puedes tener proyectos en los tres talles.
• Si estás en una organización pública, es igual, solo que en tu talle L en lugar de modelo de negocio usarás “modelo de misión”.
Mantenete con la mente ordenada y configurada de acuerdo a cada talle y ajusta tu liderazgo, equipo, método y mediciones a cada uno.
*Emilio Oteiza: Consultor y docente en innovación, fundador de Ignite consultoría en innovación.