El aire tiene más información de la que siempre pensás. Y una empresa uruguaya la está extrayendo con el objetivo de prevenir una nueva pandemia.
Esa es la premisa detrás de metaBIX Biotech, una startup fundada en Uruguay hace tres años por Laura Macció, que hoy se expande a varios continentes con una propuesta que combina biotecnología, inteligencia artificial y producción nacional de dispositivos.
El fin de semana, metaBIX ganó el torneo de startups organizado por IT Builders en Uruguay, un logro que le permitirá representar al país en la Startup World Cup, la competencia global que busca catapultar a las startups más prometedoras hacia Silicon Valley. El certamen es organizado por Pegasus Tech Ventures, un fondo de capital de riesgo que ha invertido en empresas como Airbnb, SpaceX, OpenAI, Anthropic y X. De esta forma, la empresa uruguaya entra en el radar del ecosistema global de innovación tecnológica con una propuesta que ya muestra resultados tangibles en la región.
La tecnología de metaBIX se basa en un dispositivo portátil, pequeño y fabricado en Uruguay mediante impresión 3D, que permite tomar muestras representativas del aire en diferentes espacios como por ejemplo, galpones de aves o cerdos. Un operario sin formación técnica puede recorrer las instalaciones durante treinta minutos y obtener un filtro con partículas de polvo en las que se concentran los patógenos.
Ese material se envía a una red de laboratorios asociados en Uruguay, Argentina, Brasil, Ecuador, Estados Unidos e India, donde se aplican protocolos estandarizados y pruebas PCR. Los resultados se cargan en un programa informático desarrollado por metaBIX Biotech y son analizados por modelos de inteligencia artificial que procesan los datos y emiten alertas tempranas sobre riesgos sanitarios.
La innovación representa un cambio sustancial frente a los métodos tradicionales de diagnóstico en la industria avícola o porcina, que requieren sacrificar animales para enviar órganos al laboratorio. Con el nuevo sistema, el muestreo no es invasivo y permite no solo confirmar la presencia de un patógeno, sino también cuantificar su carga en el ambiente, lo que aporta información crítica para establecer líneas de base, monitorear tendencias y anticipar brotes. “Lo que se hace es concentrar de manera representativa las partículas de polvo que están en el aire a las que se asocian los patógenos”, explicó Macció al describir el núcleo de la innovación.
Patentes, expansión y visión de futuro
Los resultados de este enfoque ya son visibles. metaBIX logró identificar más de 25 patógenos que afectan a la producción avícola y porcina en los países donde opera. En Uruguay, la empresa detectó una variante no registrada de coronavirus aviar, lo que llevó a las autoridades sanitarias a habilitar una vacuna específica para proteger a las aves. Según relató Macció, “productores de huevos comerciales tuvieron pérdidas de casi 1 millón de dólares en 12 semanas”, una cifra que ilustra la magnitud económica que puede tener la detección temprana de patógenos.
La startup también aplicó su tecnología durante la pandemia de COVID-19, cuando fue utilizada para monitorear la circulación de SARS-CoV-2 en escuelas y frigoríficos. Al cuantificar la presencia del virus por metro cúbico, fue posible dimensionar los riesgos de transmisión en espacios cerrados y generar datos útiles para la toma de decisiones. Este mismo enfoque es el que hoy proyecta metaBIX hacia nuevas amenazas globales: influenza aviar, salmonella y otras enfermedades con impacto potencial en la salud humana y en la seguridad alimentaria.
La compañía cuenta con tres patentes solicitadas en más de veinte países, una ya aprobada en Estados Unidos, y mantiene sus bases de datos bajo secreto industrial. Sus modelos de inteligencia artificial se entrenan con información propia, dado que “no existen datos de patógenos en aire”, como explicó Macció.
El desarrollo sigue la regla de usar el 80% de los datos para entrenamiento y el 20% para validación, con el objetivo de construir predicciones más precisas sobre el comportamiento de cada patógeno en diferentes contextos productivos.
En el plano empresarial, metaBIX está cerrando una ronda de inversión de un millón de dólares, apoyada por la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII) y BID Lab. Además, opera con filiales en Brasil, Chile y Estados Unidos, y trabaja con adoptantes tempranos en India y Brasil, donde reporta retornos de inversión superiores a cinco veces. Para su cofundadora, el desafío inmediato es consolidar el product-market fit en mercados de alto crecimiento, sin perder de vista la necesidad de mantener cercanía con los clientes y ajustar la herramienta a las condiciones específicas de cada país.
¿Qué piensa sobre la IA y el futuro?
Más allá del caso puntual de metaBIX, Laura Macció también reflexiona sobre el lugar de la inteligencia artificial en la salud y en otros sectores. A su entender, se está entrando en una etapa de transformaciones profundas que no se limitarán a la predicción de enfermedades, sino que también alcanzarán el desarrollo de tratamientos.
“Creo que va a ser un game changer total, no solo en la predicción, sino en el tema de tratamiento, desarrollo de antibióticos que hace décadas no se desarrollan. Estamos en el inicio de lo que va a hacer un cambio total en la salud y en la esperanza de vida”, explicó.
Macció sostiene que probablemente ya haya nacido una persona que superará los 120 años de vida gracias al impacto combinado de la biotecnología y la inteligencia artificial. Para ella, no se trata de ciencia ficción, sino de avances concretos que empiezan a consolidarse. “Cualquier cosa que podamos imaginar, quizás hace 10 años atrás parecía una idea descabellada, hoy seguro que alguien la está implementando en algún lado del mundo, y 80% segura que lo está resolviendo con inteligencia artificial”, agregó.
Al mismo tiempo, la emprendedora advierte que el debate no debe centrarse en temores tecnológicos, sino en cómo los seres humanos asumen la responsabilidad de su uso. “La tecnología nunca es mala o buena por sí misma. Lo que me preocupa son las intenciones de la humanidad. La inteligencia artificial no es poderosa, es poderosa una persona con inteligencia artificial”, señaló, subrayando que la clave está en el empoderamiento individual y en no delegar las decisiones críticas en otros actores.