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13 de septiembre 2025 - 5:00hs

Algo se pudre en Dinamarca otra vez, pero ahora mucho más rápido. Y el culpable es el actor Rogelio Gracia, que tuvo una idea peculiar hace algún tiempo: contar Hamlet, la obra más importante de William Shakespeare, en una hora. Esa idea mutó y se transformó hasta convertirse en Hamlet Express, una puesta de metateatro que lo tiene compartiendo escena con Agustín Urrutia en la renovada sala de La Cretina (Soriano 1236), y que por el éxito que tuvo en su primeras cuatro funciones, renovó por cuatro más: va todos los sábados de setiembre a las 20.30, con entradas a la venta en RedTickets.

Para Gracia, Hamlet no es un nombre desconocido. De hecho, el nacimiento de esta obra está estrechamente relacionado con un hito reciente de su carrera: su interpretación del famoso y trágico príncipe de Dinamarca en una puesta en escena estrenada en El Galpón en 2022. Una obra en la que, finalmente, fue elegido para el papel de sus sueños. El problema fue que Gracia tuvo que esperar bastante para subirse al escenario con las ropas y los parlamentos del bardo inglés, porque la obra estaba planeada para estrenarse originalmente en 2020 y la pandemia frustró esas intenciones. Faltaban quince días para estrenar cuando cayó la cuarentena, y el actor vio cómo su anhelado Hamlet se le escurría entre los dedos.

"Quedé con el síndrome del velocista que llega a la meta y sigue corriendo y no puede parar", recuerda el artista de 52 años. "Se cerraron los teatros, se cortaron los ensayos y no pude parar. Seguí estudiando, pedía que me dejaran entrar al teatro para ensayar solo, decía los soliloquios en la sala vacía. Hasta que en un momento dije 'tengo que parar porque esto no parece que se vaya a retomar muy rápido'".

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Gracia, que en ese momento también hacía el duelo de sus padres y se dedicaba a ordenar su casa para ponerla en alquiler, siguió aprovechando esos momentos para a estudiar el texto y en un momento se le ocurrió que podía volcar todo ese caudal creativo contenido en una obra de teatro breve que se pudiera interpretar en las plazas u otros espacios al aire libre. Eso al final no sucedió, pero el resultado de la historia fue doblemente feliz, porque cuando la normalidad volvió y Gracia pudo estrenar su Hamlet en El Galpón con ovaciones y aplausos incluidos, todavía le quedaba la semilla de la idea anterior en el bolsillo. En 2025 germinó y se convirtió en este Hamlet Express, una obra que explora el texto de Shakespeare bajo una lupa de humor y que se vende como ideal para los que se durmieron en la versión completa.

Así, la tragedia magna del dramaturgo más famoso de la historia sigue siendo parte del presente y la vida de Gracia, y sobre eso es que va la conversación con él que sigue a continuación.

¿Cuándo llega Hamlet a tu vida?

No sé, no lo recuerdo. Sí sé cuando fue que se metió la obra dentro mío. Fue en una puesta que hicieron acá, me dejó loco, y la leí más o menos en la misma época, porque estaba estudiando en la Escuela de Arte Dramático.

¿Y eso qué año era?

1997, fue en la Alianza Americana, la dirigía David Hammond. Quizá la pude haber leído antes, porque antes de la EMAD hacía talleres de teatro. Desde el primer momento, yo, que no soy un lector, no tuve dificultad en leerla. Y es difícil leer a Shakespeare en español, porque la traducción es todo un tema.

Mi Hamlet tiene una traducción espantosa.

¿Cuál no es espantosa? Lo bueno es cuando la adaptan y la hacen bien. Naturalmente, tengo una especie de decodificador que me permite, entre lo que leo y lo que veo, ir a los conflictos que plantea y a la brillantez que tiene para resolver escenas. Y lo entretenido y profundo que es al mismo tiempo. A mí me atrapó Shakespeare. Lo leo y se me va el día.

¿Por qué lo seguimos leyendo hoy? ¿Por qué seguimos yendo a ver obras suyas? ¿Qué desentrañó de la condición humana?

Por un lado, y esta respuesta es casi un lugar común, la manera que tiene de captar la esencia de los conflictos humanos es brillante. Va tan a la esencia que pasan cuatrocientos años y esos conflictos no cambian. Los lazos familiares, el amor y el desamor, el bien y el mal, la nobleza, la corrupción, todo lo que se lleva por delante aquel que quiere ser poderoso en su camino, el divorcio que hay entre los veteranos y los jóvenes. Está todo en Shakespeare. Por eso algunos dicen que es el inventor del ser humano, por lo menos en el teatro. Él hablaba de cosas psicológicas antes de que la psicología existiera. Si te fijás, el tipo escribía casi guiones de cine: una escena es en un país, otra en la costa, otra es una batalla, la otra en la puerta del castillo, la otra es en la recámara de la reina. Es como si supiera que iba a existir el cine. Y después la manera que tiene para articular las escenas, que son muy entretenidas. Una obra de Shakespeare empieza y en el acto 1, escena 1, te tira toda la información, el planteo del problema, y de ahí en adelante te lleva con intriga hasta el final. Son obras largas y se entienden perfecto. Aunque es difícil leerlo por la traducción, él escribía en un lenguaje que, si bien hoy es arcaico, en su época era popular. Era lo más parecido al carnaval en su representación. La gente iba, entraba, salía, comía, gritaba. Por eso se repite tanto la información en sus obras. La gente se pasaba la tarde ahí. Obviamente, hace 400 años no había mucha cosa para entretenerse.

O ibas al Globe o te aburrías en tu casa.

Claro. Después está la pregunta de qué hace que ciertos clásicos, en diferentes artes, no se superen. Van pasando los siglos y no se superan. Mozart, Bach, Shakespeare, Molière, Ibsen, Chéjov, los autores del Siglo de Oro español. Hoy leía que desde Sócrates para adelante la atención del ser humano cada vez se dispersa en más cosas a la vez. Hoy lo vemos con las redes sociales, antes era con la televisión, antes era con la radio, llegó a pasar con los libros. Parecería que la atención del ser humano cada vez se reparte en más cosas. Quizá haya algo ahí. Lo de Shakespeare es una genialidad. Encima tiene el recurso del humor para aliviar lo trágico, que si bien no fue el primero en utilizarlo, fue el que marcó un antes y un después. En Hamlet hay mucho humor. Y es una tragedia donde mueren todos.

Hamlet Express Foto Marcelo Aguiar2
Agustín Urrutia y Rogelio Gracia

Agustín Urrutia y Rogelio Gracia

Ese contrapunto es necesario para impulsar la propia tragedia.

Sí, claro. El otro día fui a ver Tiburón. No me acordaba que tenía tanto humor. Para mí es algo mágico, el humor es una de las cosas más lindas de la vida, pero además juega un papel. Así como lo juega en una película o en una obra, también lo juega en la vida. Para atravesar ciertos momentos muy complicados el humor juega. A mí me ha ayudado.

Hay cierto consenso de que Hamlet es la obra más importante de Shakespeare. ¿Coincidís?

Absolutamente.

¿Es lo que hay que ir a buscar si uno quiere entender qué es Shakespeare y qué significó?

Pienso que sí. Es redonda la obra. El personaje es increíble. Todo lo que pasa es brutal. El arco dramático que tiene Hamlet es bestial. Cuando lo hice en El Galpón me acuerdo de que iban dos horas de obra, y salía ahogado de una de las escenas, creo que era la del cementerio cuando se pelea con Laertes, salía absolutamente ensopado de transpiración. Iban dos horas de obra, yo estaba así, y pensaba "ahora encima viene la pelea de espadas del final". Es impresionante. Por supuesto que hay otras obras que son muy buenas, realmente buenas, y hay obras más desconocidas. Entiendo que en Hamlet pueda haber algo de fama, de la prensa que tiene.... Quizá Hamlet se volvió tan icónica por lo que se plantea este hombre de ser o no ser. Pero yo tiendo a pensar que no. Tiendo a pensar que es porque es una grandísima obra. Y eso que es larga. Es la más larga de Shakespeare. Y el personaje es el personaje que tiene más letra.

¿Cómo fue representar al príncipe de Dinamarca? En la época del estreno se publicó que estabas cumpliendo "el sueño del pibe".

Ceo que es el sueño del pibe para cualquier actor, en mi caso lo era y yo pensaba que ya no me iba a pasar, porque tenía 47 o 48 años. No me imaginé que a esa edad me fueran a dar Hamlet. Después leés y te das cuenta de que ese tipo de personajes no tienen edad ni sexo. En la misma época en que yo lo estaba haciendo lo hizo Ian McKellen en Inglaterra con 80 años. Después una actriz española que lo hizo con 50. Si hubiera sido otro rol al que yo le llevo tantos años, capaz que no lo hacía. Pero este no solo me gustó hacerlo con esta edad, sino que creo que lo hice mejor de lo que lo hubiera hecho si tuviera la edad de Hamlet.

Rogelio Gracia Hamlet
Rogelio Gracia como Hamlet en la obra de El Galpón

Rogelio Gracia como Hamlet en la obra de El Galpón

Tal vez es un personaje que requiere cierta trayectoria por el mundo.

Sin duda. Además es un rol muy demandante. Físicamente, emocionalmente, mentalmente. Hay roles que si los agarrás de chico el escenario y el público te destrozan. Tenés que estar a la altura, y si no lo estás, mamita, agárrate. Podés llegar a tener el escrache de tu vida. Hamlet es un rol de madurez.

Está bueno eso de que haya roles de madurez que te estén esperando, ¿no?

Es que los hay. Willy Loman de Muerte de un viajante, el rey Lear, Blanche DuBois en Un tranvía llamado deseo, hay roles consagratorios. Yo dudé un poco hasta que me di cuenta de que lo tenía que hacer sí o sí porque, ¿cómo podía volver a ver la obra en un teatro sabiendo que me lo habían ofrecido y que no agarré porque sentía que estaba grande? Así que agarré. Y requirió de una demanda superlativa. Físicamente tenés que estar entero. Tenés que estar entrenado, comiendo bien, porque no bancás. Esa versión duraba dos horas veinticinco. Incluía peleas, una coreografía con espadas que hizo Christian Zagía que la hacíamos con floretes de verdad, que era una locura. Es también un ejercicio de memoria brutal, pero de intensidad, porque no solamente son siete monólogos, sino que lo que implica cada monólogo es denso. No podés hacerlo si no estás muy preparado. Por otro lado, la sala del Galpón es grande, hay que llegar con la voz al fondo.

Hay que meter pulmón.

Todo. Músculo, cerebro. Corazón también. Y es compleja de entender. Por momentos decís, "pero ¿por qué Hamlet está haciendo esto?". Yo me quedé muy contento. Primero, porque la gente entendía la historia. Y segundo, porque me decían que había tenido aciertos en decisiones que, si bien tenían que ver con el director, también conmigo.

¿Fue un antes y un después en tu carrera, como lo fue también Tom Pain?

Sí. Son roles que, tanto para los ojos de los demás como para los tuyos, te dejan en otro lugar. Hay como un aplomo que te viene. Se empieza a generar una confianza en determinados mecanismos propios y te volvés más aplomado. Me siento más cómodo después de haber pasado por esos personajes.

¿Te forma, también? Tal vez por eso Shakespeare sigue tan vivo en la representación: forma a quienes pasan por él.

Sí. Lo hiciste. Saliste vivo. No te volviste loco. O tan loco.

Ahora volviste al personaje de forma "abreviada". ¿Cómo fue esa primera función en La Cretina?

Fue como un semi montaje pero con esquema de obra, y funcionó bien entre la gente que invitamos. Y dije "ta, vamos con esto". Nos dieron los miércoles de agosto, que era horrible, imaginate. Pero por otro lado pensé: ¿quién soy yo? ¿Qué puedo exigir? O sea, llevo años en el teatro, pero igual, así que fuimos con con los miércoles de agosto. Y funcionó. Le fue genial. Yo pensé que cumplíamos con cuatro funciones, pero explotó. A la gente le gusta mucho, nos empezaron a pedir funciones de otro lado, y ahora vamos los sábados y estamos re copados. Además me divierte mucho porque la voy modificando. La estoy afinando y buscando solidez en ciertos espacios de la obra, pero hasta el día que estrenamos y en las otras funciones restantes cambiaba cosas.

Hamlet Express Foto Marcelo Aguiar3
Agustín Urrutia y Rogelio Gracia

Agustín Urrutia y Rogelio Gracia

¿Hamlet se presta para trabajarla a modo de laboratorio?

Claro. Esta es una propuesta de dos actores que la quieren contar, que no tienen tantas herramientas, sino el hecho de que uno, el narrador, el papel que hago yo, es muy entusiasta, y el otro actor, que es el papel de Agustín (Urrutia), que no se la sabe mucho y anda con el guion. Como ese es el juego, pero lo que está atrás es un conocimiento grande de la obra, vas probando a ver qué funciona mejor. También voy probando qué pasa con la gente. Por suerte las obras no se terminan nunca. Y ahora yo estoy ahí arriba y tengo el poder de cambiarla, algo que nunca tuve porque siempre iba acotado a un texto y a un director, me estoy divirtiendo como loco. Puedo hacer cosas divertidísimas y no tengo que pedir permiso. Seguramente estoy cometiendo errores.

El "express" va también con el ritmo de los tiempos.

Fue oportuno y accidental. Me la piden para colegios y me dicen "¿te das cuenta del valor didáctico?". Me pareció muy divertido tener que contarla en una hora. Tanta gente jode con la hora. "¿Cuánto dura? Ah, más de una hora no miro". Es una frase muy común. Así que me divierto con eso. Y durante la obra se genera esa sorpresa de que, si bien hay mucho humor, también está muy bien contada la historia. Me había propuesto que el público se divierta, pero que la entienda también. Que la entienda porque nadie se la sabe.

¿Nadie se la sabe?

Nadie se la sabe. Lo comprobé cuando la estaba ensayando. Preguntaba sobre la historia y notaba que me decían cualquier cosa. Nadie sabe nada.

¿Cuál fue el mejor Hamlet que viste en tu vida?

Creo que fue el de Kenneth Branagh, en cine. No, pará: ¿sabes cuál fue? El de Richard Burton. Me encanta. Una bestia. Como película igual es mejor la de Branagh, porque la de Burton es la puesta de Broadway filmada. Está en Youtube. ¿Sabés que la hizo Benedict Cumberbatch también? No hace mucho. No la vi. Es una producción del National Theatre. Se puede ver en un sistema de suscripción, que en pandemia se había abierto y yo tenía acceso. El tema es que nunca logro ver teatro filmado. Se pierde esa cosa viva del escenario, el riesgo. ¿Te acordás cuántos teatros abrieron online en pandemia? ¿Sabés cuántas obras vi?

¿Cuántas?

Cero.

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