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9 de octubre 2025 - 11:55hs

En 2021, la dramaturga Marianella Morena tuvo que parpadear dos veces para saber si esa imagen suya, sentada en un tribunal uruguayo, donde tuvo que defender el montaje de su obra Muñecas de piel, basada en la investigación de explotación sexual de menores Operación Océano, coincidía con la realidad o tenía algo de pesadilla. Pero al final era real. Ella estaba ahí por su texto. Dijo después, en entrevista con El Observador, que fue como volver a la Edad Media, a la censura de otra épocas. Lo que pasó luego fue que la Justicia desestimó el recurso de amparo que había presentado la familia de una de las víctimas de la red de explotación, y la obra se estrenó. Fue un montaje osado, que apelaba a una situación llena de heridas abiertas para impactar y remover. Pero esa no era la primera obra de Morena que se metía con los hechos del presente, y tampoco la última.

A las obras Muñecas de piel, su versión de Enemigo del pueblo de Ibsen —donde se refirió al conflicto de las papeleras—, Naturaleza Trans, Antígona Oriental y hasta su montaje de Metsä Furiosa en Helsinki, se suma ahora otro título propenso a la polémica donde Morena indaga en un tema ultra actual: Conexión Ganadera. En Animales de Dios, la autora —una de las grandes exponentes del teatro uruguayo contemporáneo a nivel local e internacional, que en este caso escribió e investigó junto a la dramaturga Florencia Caballero propone un acercamiento en clave de humor negro al los vericuetos del caso del fondo ganadero que se tragó los ahorros de alrededor de cuatro mil uruguayos, y que plantó la mira en este tipo de inversiones. Pero antes de que se cobre el grito, Morena asegura que se asesoró legalmente, que se basa en los cuatro responsables, y que lo hace para visibilizar que el estado de inseguridad del país no se vincula únicamente a las rapiñas y los homicidios. Que es, también, un tema de clase. Y de confianza, o de la traición de la confianza.

La obra se iba a estrenar originalmente en el Teatro Circular, pero la inundación que sufrió la institución hace algunos días impidió que eso suceda. Ahora, Animales de Dios tendrá dos hogares sustitutos: habrá dos únicas funciones en El Galpón este sábado 11 a las 21 horas y el domingo 12 a las 19.30, y luego a partir del sábado 25 de octubre seguirá en el Teatro Victoria.

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Sobre la puesta, que además cuenta con un elenco potente integrado por Álvaro Armand Ugón, María Mendive, Carlos Rompani y Alejandra Artigalas —más una periodista en escena—, Morena habló con El Observador.

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Marianella Morena, directora de Muñecas de piel
Marianella Morena, directora de Muñecas de piel

¿Cómo y cuándo identificás que en un caso como el de Conexión Ganadera hay una obra dentro?

Siempre es una resonancia personal. No es que tomo una decisión o hay un punto racional, o lo social y lo político está por encima y articulo en función de eso. Tiene que ver con algo que me atraviesa y me sacude. En este caso, lo relacioné con los modos de inseguridad que percibe la población. Cuando se habla de inseguridad siempre se remite a cierta clase social. Lo que genera inseguridad es el pobre, feo, vulgar y mal oliente, y no el rico, lindo, el que habla en todos los medios. Vino por ese lado. No tengo a nadie cercano que haya estado tocado por el caso, ningún familiar ni yo, o sea que no es un proyecto de venganza ni nada parecido. Lo que me atrae de la creación teatral o artística es que con lo real ensanchás el presente y habilitás un pliegue que no había sido contemplado previamente por el Derecho ni las disciplinas que están mirando el suceso. Le das la oportunidad a alguien de reflexionar a partir del humor, del drama, de la representación, de los juegos de la ficción. En ese sentido, esa preocupación tan latente que tenemos los uruguayos con la inseguridad está muy sesgada por la clase. Y con un tipo de inseguridad determinada: que te roben en la calle, que entren en tu casa, que te pase algo violento, cosa que me parece horrible. El problema es que es la única de la que hablamos. Cuando hay un abuso terrible de la confianza como en este caso, cuando alguien se mete en tu vida y en toda tu cadena de confianza, no se habla. Eso me hizo pensar y trabajar este caso, que es enorme, que tiene un derrame constante de múltiples capas.

¿Y cómo se trabaja con un caso que es, sí, tan grande, que involucra a tantas personas e intereses, y que no ha cerrado del todo?

La obra está inspirada en los cuatro personajes centrales, que tienen otros nombres: Juan Stradivarius, Pedro Prado, María Maserati y José Lazo. Uno de los grandes núcleos de la creación es el juego, la construcción de un show, o sea: el uso de los recursos que tenés para construir una imagen y la cantidad de capas de representación que tenés sobre esa imagen, la construcción de un relato, de una narrativa. Este es un trabajo que tiene que ver con la clase desde la comedia negra. El texto tiene mucho humor negro porque hay un punto en que el drama no sobrevive, porque no es algo que pasó hace tiempo y cerró, sino que permanece, es algo abierto y que nadie sabe cómo va a terminar. El drama tiene un punto de caducidad, y el humor no. Y después hay dos grandes ejes: la confianza y lo que genera su ruptura, y la construcción de los personajes. El concepto de traición también está muy alojado: a un ideal, a los vínculos, al otro, al género. Y a la verdad. Porque, ¿cuál era el personaje verdadero en este caso? ¿El que hablaba, el de la intimidad, el que estaba con los amigos, el que hablaba en las emisiones de En Perspectiva, el que daba las conferencias? ¿Dónde estaba la verdad, en cuál de esas facetas? Eso es muy proteico a la hora de crear, porque tenés personajes con un espesor muy grande. Y después otra cosa que me atrae es que este esquema tuvo éxito porque es otra muestra del capitalismo feroz en el que estamos todos metidos. Tuvo éxito porque ofrecía a la gente algo que la gente deseaba.

¿Otra muestra de que somos víctimas de ese sistema? ¿Es eso?

Total, porque además hay una ausencia absoluta de parte del Estado, porque permitió que este sistema de felicidad económica sea el que lidera el éxito de las personas. La gente se mata trabajando para conseguir ciertos artículos de lujo, un auto, una casa o lo que sea. Y eso define la felicidad y el éxito. Si tenemos un Estado ausente que no genera en paralelo una alternativa a la felicidad de las personas, esto va a seguir pasando. Más allá de que se fortalezcan las leyes, donde hoy hay grandes agujeros a nivel de los controles. Pero no es solo eso, porque el Derecho cumple algunas funciones dentro del sistema y no cubre todo, por eso para mí ahí hay una gran debilidad. No hablo de tener un Estado proteccionista, sino uno que muestre que es el único que puede hacerle frente al sistema, que muestre que puede existir una alternativa para que las personas puedan ser felices sin este sueño de progreso, que es falso. Por eso esta no es una historia de buenos y de malos. Primero porque yo no soy jueza, fiscal, psiquiatra, nada. Trabajo desde las profundidades de las oscuridades del ser humano. Si trabajás en términos de buenos y malos, el espectáculo se agota enseguida.

En su momento, mencionaste que Muñecas de piel, tu obra sobre la Operación Océano, era una tragedia contemporánea. ¿A esta obra cómo la definirías?

También es una tragedia contemporánea porque no hay una trazabilidad de la confianza, que es uno de los dolores colectivos e individuales de los que no se habla. Si falla eso, falla todo. Si empiezo a desconfiar, no puedo salir de mi casa. Desde ese lugar creo que es una tragedia contemporánea, y lo pondría por encima del dinero. Porque esto terminará como termine en la Justicia y generará nuevas leyes o no, pero van a aparecer otros casos similares. En otro nicho capaz, eligiendo otros contenidos, otro mercado no tan protegido, y van a estafar a la gente de nuevo porque lo que está implícito acá es la defensa a ultranza del capitalismo como el sueño principal. Me parece que está bien que vayan presos, que devuelvan lo que tienen que devolver, pero el problema central no está ahí.

20250717 Ana Iewdiukow, Pablo Carrasco. Audiencia por Conexión Ganadera.

¿El teatro que se hace hoy tiene que hablar de las heridas abiertas del hoy? ¿Tiene una responsabilidad?

No sé si es responsabilidad, porque cada artista vive o reacciona de acuerdo a la forma en la que siente, es muy subjetivo. No creo que haya un paradigma único, y es una de las grandes ventajas de la creación contemporánea: se terminaron las situaciones rígidas, que definen dónde está la verdad. Creo que lo que sí sucede es que tenemos un vínculo muy intenso con la biología. La escena puede dialogar con la biología, con el Derecho, con lo contemporáneo, le estás tomando el pulso de manera vincular, no rompiste ni generaste una cápsula que está descolgada del presente. Y a su vez vas a aumentar el presente, que creo que es lo que hace la ficción: generás otros pliegues del presente real que es el que tenés en tu vida cotidiana. Eso te habilita un plus de recepción, de inteligencia, de sensibilidad, porque estás abriendo, estás invitando a ver las cosas desde otro lugar. Cuando ves algo que rápidamente genera molestia, incomodidad, es porque está vivo. Esa naturaleza que tiene la teatralidad, cuando se nutre de un presente que está ahí, latiendo de manera sucia, desorganizada y caótica, le da una fuerza extra. Y a su vez, la ficción le da una fuerza extra a lo real. Se genera un diálogo de igualdades.

En 2021, en una entrevista con El Observador decías que pasar por el juzgado por Muñecas de piel había sido como retroceder a la Edad Media y tener que explicar qué es el teatro otra vez. ¿Qué tipo de reacciones te pensás que pueda suscitar esta obra?

Ahí tengo una contradicción. Por un lado me parece que está buenísimo que la gente reaccione, porque vivimos en un tiempo tan anestesiado. Que la gente se enoje o se moleste por una obra de teatro chiquita, que no hace ruido, que no es una película de Netflix que ven millones, me reconforta. Significa que el teatro vive y lucha con una fuerza que ni nosotros mismos nos damos cuenta a veces. Y por otro lado, sigo creyendo y defendiendo la libertad de expresión, para un lado y para el otro. De la misma manera que quiero tenerla para ejercerla en mis trabajos, también me parece que está bien que la gente reaccione como pueda, con la sensibilidad que tiene, con su propia historia. Lo que sí, no voy a ofrecer ninguna salida o postura. Es una obra de teatro inspirada en hechos reales atravesada por mí. Si alguien va esperando a que cumpla el rol de la Justicia, no lo va a encontrar. Pero las reacciones me parecen todas válidas, al menos mientras no me lleven a la Justicia. Yo ya me asesoré legalmente, no uso nada por lo que pueda ser atacada o señalada. Aunque en Muñecas de piel tampoco e igual fui cuestionada y atacada por abogadas que se decían feministas. Fue de las cosas más surrealistas y delirantes que me pasaron en la vida.

Pero ahí de todos modos la justicia falló a tu favor.

Sí, porque la segunda sentencia que tuve fue con un tribunal maravilloso que me defendió a ultranza. A mí no, en realidad: defendió el valor del arte. Pero no me arrepiento. Si tuviera que hacerlo de vuelta, haría todo igual.

¿Y esa situación no te amedrentó de cara a nuevos proyectos similares?

No, para nada. No le tengo miedo a nada. Casi no conozco ese sentimiento. Y sino me tendría que dedicar a hacer otra cosa. O no sé si “miedo” es la palabra. Tal vez es dependencia del ojo ajeno, de quién define la belleza, la vulgaridad, esa construcción de monopolio, yo no tengo esa dependencia. Soy independiente a la hora de trabajar. No me afecta o no me preocupa. Y creo que el arte cuando está centrado en su propia naturaleza, en su propio potencial, genera cosas. Uno podrá llorar y otro podrá enojarse. Creo que una de las cosas que está pasando con los espectadores contemporáneos es que nadie reacciona igual. Compartís el mismo espectáculo, la intimidad del apagón, pero uno se ríe y el otro llora. Y eso es una gran definición de nuestros tiempos.

*Esta entrevista se publicó originalmente en agosto de 2025 y se recuperó y actualizó para el estreno de la obra.

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