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27 de julio 2025 - 5:00hs

El Padre Juan Silveira solía ver el Santuario del Cerrito de la Victoria y decir en voz alta: "Pobre mártir el que tenga que agarrar esto".

El templo estuvo a cargo durante 75 años de los sacramentinos, pero en 2002 pasó al Clero Secular, al que pertenece Silveira. Desde ese año el "pobre mártir" es él.

En sus más de dos décadas como párroco a cargo del santuario, mientras pasaban presidentes e intendentes, Silveira se encargó de continuar las obras que nunca se terminaron, pese a haber conformado desde hace mucho tiempo una imagen icónica de Montevideo.

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Desde su génesis, el camino del santuario ("una iglesia a la que peregrinan fieles por devoción", explica el párroco) fue complejo.

En 1889 la Iglesia decidió construir un templo en el Cerrito de la Victoria. En 1902 compró predios para hacerlo, pero luego los vendió por miedo a que el Estado se los confiscara. En 1918 la tensión entre la Iglesia y el Estado culminó en su separación. En 1919, como gesto de reafirmación en el nuevo contexto, la iglesia volvió a comprar una manzana y puso la piedra fundacional del templo.

El 19 de junio de 1928 se inauguró parcialmente y el 28 de octubre de ese año se colocó la imagen del Sagrado Corazón de Jesús (que le da nombre al santuario) en su fachada.

Iglesia del Cerrito de la Victoria/Santuario Nacional del Sagrado Corazón de Jesús

La escultura de Jesús pesa 12 mil kilos y mide seis metros de altura. Según la página web de la Iglesia Católica de Montevideo, fue encargada desde Italia y donada por la familia García Lagos. Llevar la estatua en carreta desde el Puerto de Montevideo hasta el Cerrito de la Victoria demoró tres días.

A lo largo de las décadas siguientes, el templo se siguió construyendo. En 1946 se hizo la cúpula y las torres campanarias. Pero otros aspectos del proyecto original (a cargo del cura salesiano Ernesto Vespignani) se vieron postergados. Por ejemplo, el templo nunca se pintó.

"Es un ladrillo que no nació para estar expuesto. Nació para tener una cobertura, pero quedó así y finalmente forma parte de la panorámica de Montevideo", cuenta el párroco Juan Silveira en entrevista con El Observador. "No conozco con qué lo pensaban terminar, pero aparentemente con un revoque, y el revoque tiene un color entre blanco y grisáceo. Eso es lo que veo en el proyecto".

El edificio es Monumento Histórico Nacional desde 1975 y se debe mantener tal cual está. Para cuidar entonces de ese ladrillo, que no debería estar a la intemperie, se debe pintar con un impermeabilizante cada una década aproximadamente.

Según el párroco, ya es tiempo de volver a hacerlo. Es una de las tareas que enfrenta en el futuro próximo, como solucionar también un problema de humedad en la parte interna de una de las semicúpulas (la única mancha en un edificio que por lo demás se ve impecable) e instalar dos nuevos vitrales, uno de Santa Elena y otro de San Juan, que compró por miles de dólares.

Iglesia del Cerrito de la Victoria/Santuario Nacional del Sagrado Corazón de Jesús

Más allá de la exoneración como templo religioso, el santuario no recibe ningún beneficio al ser Monumento Histórico Nacional. El párroco destaca como algo positivo que la Comisión de Patrimonio del Ministerio de Educación y Cultura controle qué obras se hacen en un edificio patrimonial, pero lamenta que eso no implique que le den una mano. "Ojalá Patrimonio pudiera ayudarte, pero no tiene medios", dice Silveira.

De todas formas, sigue adelante con el proceso de constante mejora del santuario. Su mantenimiento cuesta entre $70 y 80 mil al mes, y recae únicamente en la Iglesia Católica.

Pero más allá de arreglos que requieren una inversión económica, el resto de tareas, como la limpieza, las realiza el párroco con su comunidad.

La "buena voluntad" es lo único que impulsa el trabajo en el templo, explica Silveira. La persona que atiende el despacho, la que se encarga de la sacristía, las que cocinan para las viandas que se reparten y las que hacen las catequesis con los niños (que tienen una sala con pool, futbolito y ping pong), todas lo hacen por "buena voluntad".

Incluso, la autogestión del santuario llevó a que el propio padre recuperara los seis candelabros de bronce que le robaron en marzo de este año.

El robo fue durante la noche. Ingresaron por una puerta de la entrada, cortaron las luces y se llevaron los candelabros. Las piezas de bronce tenían casi un siglo. La policía que le tomó la denuncia le preguntó a Silveira qué valor tenían, él le respondió que no tenía forma de valuar candelabros tan antiguos, pero ante la insistencia respondió que, para darle una idea, el costo de arreglar uno de ellos había sido de US$ 1 mil.

La policía anotó que ese era el valor de cada uno y el caso se volvió noticia con el detalle, incorrecto, de que la propiedad hurtada valía más de US$ 6 mil.

Varios medios dieron la noticia y el propio Silveira habló con Telenoche (Canal 4) sobre el impacto del crimen. "Duele mucho porque en general en las iglesias hablamos de cosas de valor histórico y afectivo. No puede medirse solamente en lo material".

Pero el párroco no se quedó ahí. Se preguntó dónde se podrían haber vendido los candelabros en la madrugada. "En un lugar que compre metales durante la noche", se respondió.

En el comercio más cercano encontró las piezas.

Iglesia del Cerrito de la Victoria/Santuario Nacional del Sagrado Corazón de Jesús/Julio Silveira

El santuario no tiene seguridad, más allá de unas cámaras que el párroco se obligó a poner. La tan pospuesta renovación de la luz exterior llegó en 2024 gracias a la Unidad Técnica de Alumbrado Público (UTAP) de la intendencia.

Tiene misa todos los días y además se puede visitar a diario de 10:00 a 18:00.

Pero más allá de sus puertas, el santuario es un espacio público de referencia para los vecinos del barrio. Juegan con sus perros en el jardín frontal o a la pelota en la plaza que cruza la calle. La placita se llama El MIrador, aunque más allá de su nombre, y de que está en un punto alto de Montevideo, tiene la vista de la ciudad bloqueada.

Recuperar el sitio donde hoy está la plaza fue una de las primeras cosas que hizo Silveira como párroco.

Desde los años noventa se habían formado asentamientos en los alrededores del santuario. En el archivo del Diario El Popular (disponible hoy en día a través del Centro de Fotografía de Montevideo) hay evidencias de este problema en 1995.

19690909 Fotografía tomada en el marco de una denuncia por la existencia de un basural junto a la Iglesia del Cerrito de la Victoria. Calle García de Zúñiga
1969, noviembre-diciembre: Asentamiento junto a la Iglesia del Cerrito de la Victoria. Calle Norberto Ortiz

El párroco trabajó años para reconquistar poco a poco el lugar frente al santuario. En 2018, la Intendencia de Montevideo aprovechó este espacio, que ya se lo había entregado la iglesia, y construyó la plaza con un Presupuesto Participativo.

20220805 Foto de la Plaza en el Cerrito de la Victoria para el proyecto Miradas del Barrio del Centro de Fotografía de Montevideo

Además de la vitalidad que le inyectan los propios vecinos del Cerrito de la Victoria, y los montevideanos que se acercan desde otros barrios, la impresionante arquitectura bizantina, con detalles románicos, convoca a turistas todo el tiempo.

Es un lugar de referencia para visitantes argentinos, brasileros, norteamericanos, asiáticos, que llegan al santuario sin guía alguno, sacan unas fotos y se van.

Y eso que ningún recorrido del Bus Turístico de Montevideo pasa por ahí: ni los dos circuitos que funcionan actualmente, ni los otros dos que fueron anunciados para el oeste de la ciudad y que nunca se pusieron en marcha.

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