Economía y Empresas > AUGUSTO DE LA TORRE

"Uruguay no tiene presión para realizar un fuerte ajuste fiscal"

La flexibilidad cambiaria es parte de la solución para sortear los nuevos desafíos
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04 de agosto de 2015 a las 05:00
El economista jefe del Banco Mundial para América Latina y el Caribe, Augusto de la Torre, advirtió que la coyuntura de bajo crecimiento que atraviesa la región dejó de ser algo transitorio para transformarse en algo permanente. En entrevista con El Observador, indicó que los países deben adecuar sus gastos a la nueva realidad de ingresos. Consideró que Uruguay no está presionado para realizar un fuerte ajuste fiscal, y dijo que las depreciaciones de los tipos de cambio están amortiguando la caída del empleo, aunque agrega nuevos desafíos para contener la inflación con márgenes de maniobra más acotados que en el pasado. A continuación un resumen del encuentro.

¿Cómo observa hoy la economía de América Latina?
La desaceleración económica en América Latina ha sido mucho más pronunciada de lo que se esperaba. Parece que este año el crecimiento de la región como un todo va a estar cercano a 0%. Hemos sufrido un golpe más fuerte que el resto de los emergentes y amplificado. En nuestro análisis reciente, un factor que amplió ese impacto –sobre todo en los países que son exportadores de materias primas–, es la caída de la inversión. A lo largo y ancho de Sudamérica se ha observado una caída muy pronunciada de la inversión que parece estar ligada a una respuesta bastante ágil de los inversores frente al precio de las materias primas. Mucha de nuestra inversión estaba ligada a la minería o el agro. El otro gran tema que nos ha tomado bastante tiempo reconocer que esta situación representa un cambio permanente. En este último período –desde el 2012 al presente– hemos seguido con déficit de cuenta corriente, pero en esta ocasión hemos utilizado el ahorro externo para sostener patrones de consumo altos. Esto sugiere que por un largo tiempo estuvimos interpretando la situación como algo transitorio. Ese es un desafío importante porque la actitud de la política económica varía mucho si lo que estás enfrentando es una fluctuación cíclica, que te va a regresar a la tendencia anterior, o si estás enfrentando un cambio de tendencia, de equilibrio. El diagnóstico más acertado es interpretar la coyuntura actual como un cambio permanente de los factores externos y, por tanto, nuestras economías necesitan adecuar sus patrones de gasto, sus tipos de cambios reales, y la situación macroeconómica general a esta situación más duradera de factores externos bastante menos favorables.

¿Esto ha sido comprendido por los gobierno de la región?

Tomó tiempo en ser comprendido. Pero diría que en el último año o dos, nuestros hacedores de política económica están trabajando con la convicción de que más que un ajuste contracíclico o una caída transitoria, lo que hay es un cambio de equilibrio. Eso requiere aceptar que –de una manera ordenada– tenemos que llevar el nivel del gasto agregado a que sea compatible con los niveles de ingresos que ahora estamos experimentando. En general, eso requiere un ajuste de la cuenta corriente. En algunos países también requiere un ajuste fiscal. En una buena parte de los países de América del Sur, incluido Uruguay, el ajuste es por el lado del frente externo y no hay grandes presiones para hacer ajustes fuertes por el lado fiscal. Eso ayuda morigerar la naturaleza de transición macroeconómica. Ahí hay un debate. Si esta situación está generando vulnerabilidades que se parecen a lo de los años 1990 o no. Mi opinión personal y de la oficina es que no. En general tenemos un sistema cambiario, monetario y fiscal más robusto del que teníamos en los años 1990 y, por tanto, no veo grandes riesgos en que la situación actual se convierta en este tipo inestabilidades que supimos experimentar en el pasado.

¿Hay márgenes de maniobras para sortear ese cambio de escenario?
Hay que reconocer que estamos con espacio de maniobra más acotados de lo que pensábamos. En un aspecto tenemos más espacio de maniobra, y es la flexibilidad cambiaria. Todas las economías que tienen esa política están dejando que sus monedas absorban el choque externo. Se ve en Chile, Brasil, Perú y Uruguay. Esa depreciación de las monedas está ayudando a que se restablezcan los equilibrios externos. La flexibilidad cambiara es ahora parte de la solución; no del problema porque nos está ayudando a restablecer los equilibrios externos con menor costo sobre la actividad económica y el empleo. No obstante, las depreciaciones han sido bastante fuertes y eso ya se nota en presiones sobre los precios domésticos.

Uruguay acaba de anunciar un acuerdo con los privados para congelar una canasta de productos. ¿Qué otras acciones podría tomar?
Hasta el año 2011, los movimientos cambiarios no se estaban trasladando a precios. América Latina había hecho un gran avance en desvincular el costo de la canasta básica de lo que pasaba con la moneda y nos comenzamos a parecer a los países avanzados como Estados Unidos. Sin embargo, con las depreciaciones fuertes y sistemáticas de los últimos dos años, comenzamos a ver que sí se refleja en los precios. Por tanto, las autoridades económicas están tomando medidas adicionales para mantener las expectativas inflacionarias ancladas incluyendo este tipo de acuerdo de coordinaciones entre empresarios, trabajadores, gobierno, etcétera. Esto es importante pero el resultado de esto es que nos ha dejado sin espacio para poder utilizar la tasa de interés de una manera más contracíclica. Es decir, justo en el momento en que las economías se están desacelerando nos hemos quedado con muy poco espacio de maniobra para bajar las tasas de interés porque los niveles de precios están pegados o excediendo el techo de las metas de inflación. Esto es hasta cierto punto algo inesperado: habernos quedado sin espacio de maniobra en la política monetaria. Por el momento, no hay mucho más para hacer. Hay una elección para el futuro para generar espacios de maniobra más amplios para hacer frente a estos ajustes que no son simplemente transitorios, sino que son cambios en los equilibrios y tendencias. Esto es muy común en América Latina. Necesitamos generar más colchones de ahorro para generar este tipo de transiciones.

¿Qué pasa con el empleo?
Con mucho rezago ya estamos comenzando a sentir los efectos de la desaceleración económica sobre los niveles de empleo y salarios. Esto va a provocar otra importante área de desafío para la política macroeconómica porque una vez que el mercado laboral comienza a resentirse por una actividad económica menor, surgen otras tensiones naturales ya más de carácter social que tienen que ver con la distribución de los ingresos.

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