El Plan Ceibal y el éxito en la lucha contra el tabaquismo son elementos salientes de la gestión presidencial de Tabaré Vázquez. La pionera introducción de las “ceibalitas” en los primeros niveles educativos es lamentablemente desaprovechada en gran parte por el estado calamitoso de la enseñanza pública, aunque ha servido para conectar muchos hogares a internet. La historia es diferente en el caso del tabaco, como quedó en evidencia en la comparecencia de Vázquez ante la Asamblea General de Naciones Unidas y en un previo seminario internacional en Montevideo. Fortalecido por el triunfo judicial sobre la tabacalera Philip Morris, el presidente reclamó en la ONU la creación de una alianza de gobiernos y sectores científicos para combatir enfermedades como el cáncer y las cardiovasculares, en las que tiene incidencia el consumo de tabaco.
El camino más factible hacia esa meta es a través de la Organización Mundial de la Salud, que respalda formalmente la política de Vázquez en este campo. Pero, aunque existe coincidencia científica sobre los efectos perniciosos de fumar, muchos gobiernos tienen otras prioridades o, como sucede en países asiáticos, mantienen el extendido consumo irrestricto de tabaco. Es notorio, de todas maneras, el impacto internacional de la campaña de Vázquez. Se reflejó en la nutrida presencia de delegados en la sesión de la Asamblea General de la ONU para escuchar su discurso, a diferencia de lo que suele suceder, con abundancia de asientos vacíos, cuando hablan presidentes de países menores.
Ya antes se había evidenciado en Montevideo la trascendencia del fallo del Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones (Ciadi) a favor del Estado uruguayo en el litigio que planteó Philip Morris por presunta violación de un tratado sobre inversiones. En un seminario de la Organización Panamericana de la Salud, representantes de varios países tomaron el fallo contra la tabacalera como precedente para actuar contra empresas cuyos productos amenacen la salud pública. Hubo coincidencia en que el fallo del Ciadi alentará acciones contra empresas tabacaleras y de otros rubros.
Uruguay ya había captado la atención mundial, desde la primera presidencia de Vázquez, con las draconianas restricciones al hábito de fumar, prohibiéndolo en todos lados excepto en la intimidad de los hogares o los lugares abiertos, con el resultado de reducir agudamente el número de fumadores en nuestro país. Muchos países han imitado el ejemplo uruguayo, especialmente en América Latina, aunque persiste igualmente oposición de quienes aducen, no sin razón, que las medidas de Vázquez coartan la libertad de elección de las personas. Pero validan la campaña de Vázquez tanto el espaldarazo internacional como la reducción interna de un hábito que genera enfermedades mortales. Lo único que le falta al presidente para redondear su éxito en defensa de la salud pública es terminar con la nociva legalización de la marihuana, pesado lastre que le dejó su antecesor José Mujica y que sigue a los tumbos por la lógica negativa de la mayoría de las farmacias del país a vender un estupefaciente que alienta la drogadicción.
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