Natalia llegó a la cárcel de mujeres el 10 de noviembre de 2019, luego de un pasaje por el centro penitenciario de Treinta y Tres. Hace ocho meses trabaja en el Polo Industrial y es una de las referentes para sus compañeras.
En este tiempo aprendió a levantar paredes, hacer bloques y montó un invernáculo en un día y medio. “Lo único que no aprendí todavía es a soldar, pero ya voy a aprender”, afirmó en diálogo con El Observador. Allí también construyó un centro estético que este viernes fue inaugurado en la Unidad N°5 del Instituto Nacional de Rehabilitación (INR), la cárcel de mujeres, en el que las reclusas podrán aprender varios oficios y acreditar su capacitación para una futura salida laboral.
Este viernes, después del corte de cinta hubo aplausos y gritos de “¡bravo!” que llegaron desde atrás de las rejas del primer piso. Al lado de la puerta del local esperaban cuatro mujeres con overoles de trabajo y adentro otras tres con delantal y gorros de chef que aguardaban próximas a mesas con comida y una torta de cumpleaños. La primera dama, Lorena Ponce De León, participó de la inauguración junto a la empresaria y dueña de Bethel Spa, Lourdes Rapalín, que donó el equipamiento para el lugar en el que las reclusas aprenderán peluquería, maquillaje y masajes. Las habilidades serán acreditadas para un futuro trabajo.
En su discurso, Ponce De León hizo hincapié en la importancia de insertarse en el mercado laboral con “cursos y formación” y en “empoderarse a través del trabajo”.
“Cuando sabe que con la remuneración de su sueldo puede mantener a sus hijos, nos hace sentir muy grandes”, dijo la primera dama. Como Natalia, otras reclusas construyeron el local, ya que en el Polo Industrial aprenden oficios vinculados a la herrería, electricidad, sanitaria, hacen bloques y otras tareas.
Las mujeres que trabajen en el centro estético recibirán capacitación y mentorías de la Organización de Mujeres Empresarias del Uruguay (OMEU).
A sus compañeras de cárcel, Natalia le dice que ”querer es poder”, porque si están trabajando en un espacio de libertad dentro de la cárcel es porque “pasaron la prueba” y sabe que la confianza con la que se manejan “hay que cuidarla”.
El director del INR, Luis Mendoza, destacó la importancia de este tipo de iniciativas para que cuando las mujeres recuperen la libertad “salgan y tengan un oficio que va a ser la peluquería”.
El encargado del Polo Industrial, Andrés Berocay, explicó que las 52 mujeres que trabajan son elegidas por su conducta y pasan por una prueba de hasta 30 días. En general de seis que llegan a esa evaluación, cuatro logran el trabajo.
Además de disminuir penas, cobrarán el peculio (lo que le pagan a las presas por trabajar) al egresar de la cárcel, y lo más importante para Berocay es “cumplir el horario como afuera”, por lo que se aplican suspensiones en caso de faltar.
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