Casi tres millones de niños y adolescentes haitianos necesitan ayuda alimentaria urgente

El representante de la agencia de la ONU, Bruno Maes, señaló que “hoy, ser niño o niña en Haití es más duro y peligroso que en cualquier otro momento que se recuerde” y explicó que “las amenazas y dificultades a las que se enfrentan son sencillamente inimaginables”.

Según estima el organismo, 115.600 menores en Haití van a sufrir desnutrición aguda severa durante este año, un 30% más que el año pasado, en un contexto en el que el nuevo brote de cólera que surgió en octubre pasado contabiliza ya 41.000 casos sospechosos, de los que cerca de la mitad son menores de 14 años.

“En Haití, cada vez hay más padres que no tienen los medios para proporcionar cuidados médicos y alimentación apropiados a sus hijos, y no pueden llevarlos a centros de salud debido al aumento terrible de la violencia de los grupos armados”, denunció el responsable de Unicef.

Unicef, que recibió menos del 15% de los US$ 246 millones requeridos este año para sus programas en Haití insistió en que la ayuda humanitaria es vital para evitar “una desnutrición de naturaleza catastrófica” y exhortó a “no dar la espalda a los niños en el momento en que más necesitan apoyo”.

En este contexto, Maes precisó que el organismo “necesita urgentemente” US$ 17 millones para detectar los casos de desnutrición aguda severa. “La falta de financiación podría poner en peligro la vida de más de 100.000 niños que corren riesgo de muerte inmediata”, insistió Unicef. Y señaló que los menores de la capital, Puerto Príncipe, son los más afectados.

Una de las grandes preocupaciones de la organización se relaciona con la violencia, ya que los menores se ven inmersos en el fuego cruzado entre las bandas criminales que se disputan el poder territorial en amplias zonas del país, o incluso son el objetivo directo de las bandas que “aterrorizan” la capital haitiana.

El informe de Unicef, al igual que el de otras agencias de la ONU y de las ONG’s que trabajan en el lugar, enfatiza que las mujeres y las niñas son víctimas de actos de violencia sexual extrema, y que los adolescentes suelen ser reclutados por las bandas para incorporarlos a negocios ilícitos, como el tráfico de drogas.

En este sentido, diversos organismos vienen denunciando desde hace tiempo ataques contra escuelas, secuestros de estudiantes y decenas de miles de familias desplazadas por la escalada de las tensiones. “Muchos niños y adolescentes caen en manos de los grupos armados, que les ofrecen protección, alimentos y un sentimiento de pertenencia e identidad a cambio de sumarse a las bandas criminales”, advirtió Maes.

Unicef, además, precisó que la desnutrición sigue al alza por el hecho de que muchas familias viven en lugares asediados por la violencia y no tienen acceso a alimentos ni a servicios sanitarios esenciales, en momentos en que la situación hace cada vez más complejo el trabajo de las ONG’s por las amenazas y ataques de las que son objeto sus integrantes.

El número de niños que sufren un grado de desnutrición que podría resultar mortal aumentó un 30% desde el año pasado y casi uno de cada cuatro menores padece desnutrición crónica, según los datos de Unicef.

A principios de mayo, el Alto Comisario de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Volker Türk, dijo que Haití estaba “al borde del precipicio” y pidió apoyo “inmediato” para el empobrecido país caribeño. “La incapacidad del Estado para garantizar los Derechos Humanos socavó por completo la confianza de la gente. El contrato social se derrumbó. La anarquía actual es una emergencia que exige una respuesta contundente”, declaró.

Según los datos oficiales, al menos 600 personas fueron asesinadas sólo en abril en “una nueva ola de violencia extrema” que sacudió a varios barrios de Puerto Príncipe, según la ONU, que no cesa de repetir su pedido de enviar una fuerza de intervención internacional para ayudar a la Policía, incapaz de hacer frente a la violencia de las pandillas.

Además, Haití vive bajo la amenaza constante de tormentas y terremotos fatales, que se combinan con las temporadas de huracanes que se inició hace unas semanas y que suelen provocan inundaciones totalmente destructivas, complejidad a la que se suman la extrema pobreza y la paupérrima prestación de servicios básicos.

(Con información de AFP)