La presencia de tucanes en Uruguay, que había sido anunciada en 2009 para la Quebrada de los Cuervos, ha sido confirmada en varios otros lugares del país, según un trabajo científico de reciente publicación.
“Durante el año 2019 Gastón Beroy nos ha referido y descrito, sin dudas, el avistamiento de varios ejemplares de la especie en la isla de Padre y el río Cebollatí (Rocha y Treinta y Tres). Estos últimos registros pasarían a ser las localidades más australes para el territorio uruguayo (en las cuales el animal fue observado)”, dice el documento que firman siete zoólogos uruguayos y brasileños y fue publicado en el blog Acta Zoológica Platense.
El trabajo agrega que el “24 de enero de 2020, dos ejemplares fueron observados por Verónica López en la zona de Cañitas, Cerro Largo. Se obtuvieron fotografías de los dos ejemplares posados sobre un eucalipto y luego de uno de ellos volando”.
Los autores del estudio adjuntan las fotografías tomadas en la ocasión. Se trata de ejemplares de la especie conocida como “tucán grande”, cuyo nombre científico es Ramphastos toco.
“Las aves presentaban una buena condición general, con colores intensos y plumaje en buen estado, reduciendo la posibilidad de que fuesen ejemplares cautivos, escapados”, sostiene el trabajo.
El informe lleva el título de “Aportes sobre la presencia del tucán grande en el Uruguay y en el sur de Río Grande del Sur” y fue realizado por los zoólogos Fernando León, Álvaro Sappa, Luis Vescia, Juan S. Villalba, José Milton Schlee Júnior, Juliana Corrêa Pereira Schlee y Carlos Prigioni.
Según el documento, los primeros indicios sobre la presencia de la especie en Uruguay fueron referencias obtenidas León y Sappa en los años 80 respecto a que se habían observado tucanes en Paso Centurión, a orillas del limítrofe río Yaguarón, en Cerro Largo.
“Además de observarlos principalmente en vuelo, también se visualizaron al aterrizar, grabados a través de una película de José Milton Schlee Jr., así como también fue posible ver a los tucanes haciendo despliegues y vocalizaciones nupciales, desplazamientos de grupos familiares y parejas”, dice la monografía.
Además, fue posible comprobar que los tucanes comen frutos maduros de arrayán y tarumán, dos árboles del monte nativo que crece a ambos lados de la frontera.
Los autores estiman que la dispersión de los tucanes hacia el sur puede deberse a modificaciones realizadas por el hombre en sus hábitats y por “desequilibrios ambientales derivados de los efectos del cambio climático”.
Prigioni, uno de los autores, dijo a El Observador que en los últimos 60 años se ha comprobado que las lluvias en la cuenca binacional de la laguna Merín han tenido un incremento promedial de 200 milímetros anuales.
“Eso ha llevado a una australización de la fauna. Todo se corrió 200 kilómetros al sur. Hay datos que muestran que este fenómeno coincide para muchas especies, no solo para los tucanes”, afirmó el especialista.
Esta “australización” de la fauna podría explicar, por ejemplo, el creciente número de avistamiento de tamandúas, el oso hormiguero chico, un animal que durante años se consideró muy raro y que últimamente ha dejado ver con mayor frecuencia, incluyendo con una muy mediática aparición en una playa de La Pedrera en enero de 2019.
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