Noruega, Dinamarca y Suecia también educan sobre la desinformación.

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Cómo aprenden los niños a detectar las fake news en Finlandia

La educación contempla la “alfabetización mediática” que permite el buen uso de las redes y plataformas
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15 de enero de 2023 a las 05:00

Finlandia es un país de fríos extremos, con menos de 6.000.000 de habitantes y tiene un PBI per cápita de € 45.390, que lo coloca en el número 16 de mejores ingresos en el ranking mundial.

Una encuesta realizada por el Open Society Institute (Instituto para la Sociedad Abierta) con sede en Sofía, Bulgaria, que midió resiliencia contra la desinformación ubicó a Finlandia en el primer lugar entre 41 países europeos. Lo notable es que es la quinta vez consecutiva que este estudio sobre calidad educativa para la información y la desinformación pone a ese país escandinavo en lo más alto.

La resiliencia es la capacidad de afrontar situaciones traumáticas y de adaptación saludable, todo lo contrario de la aceptación acrítica o al sometimiento a los nuevos escenarios. Las plataformas y redes informáticas entran cada vez más en la vida de las personas, de allí la importancia de que los aparatos pedagógicos tengan respuestas a situaciones y lenguajes que cambian de modo permanente.

La información instantánea dificulta en exceso la capacidad individual de discernir entre verdadero y falso. Es más, una vez que se instala una información falsa resulta muy difícil contrarrestarla y más aún que las personas puedan incorporar la nueva versión.

Las autoridades de Finlandia creen que, además de contar con un sistema educativo sólido, es indispensable focalizar en la importancia de las fake news para detectarlas a tiempo.

Los lenguajes y modalidades de la circulación informativa, es parte del plan de estudios nacional que comienza desde preescolar.

El estudio puso en evidencia que Finlandia no es el único país escandinavo en educar sobre la desinformación. Noruega, Dinamarca y Suecia están en el podio de los mejores. También Irlanda, una nación pequeña con un crecimiento económico muy alto en las últimas dos décadas y con un sistema educativo de excelencia.

La investigación, hecha sobre un muestreo de alumnos de todos los niveles en 40 naciones europeas tiene en cuenta no solo los sistemas pedagógicos -con especial énfasis en las notas en lectura, ciencia y matemáticas- sino la libertad de prensa y los niveles de confianza en la sociedad.

Los adolescentes, en todo el mundo, nacieron en la era digital, son una de las generaciones de la sociedad de la información. Consumen muchas más horas frente a pantallas de las que sus padres consumieron a su edad ante televisores y computadoras. Hoy la variedad y cantidad de pantallas conectadas de modo global es un desafío para quienes pretendan saber si el video que ven o la noticia que leen es cierta o falsa.

Las usinas de fake news son parte del paisaje, parte de la intoxicación que busca hacer prevalecer intereses y puntos de vista sobre una amplia variedad de temas. La detección a edad temprana de ese fenómeno es parte del sistema pedagógico en todo el mundo. No todos son buenos ni eficaces.

Un estudio publicado el año pasado por British Journal of Develomental Psychology (Revista Británica de Psicología Evolutiva) afirma que la adolescencia es la edad más propicia a creer en teorías conspirativas. Un factor clave, de acuerdo al estudio, son la proliferación de noticias que circulan en las redes sociales, muchas de ellas de gran atractivo para los jóvenes.

Aun así, el gobierno finlandés señala que los estudiantes son uno de los grupos más fáciles de concientizar respecto de la intención engañosa de muchos de esos mensajes.

Una de las maneras de enseñar es que los alumnos hagan sus propios videos y fotos. Luego deben modificarlas y verificar que ellos mismos pueden manipular la información en varias direcciones. Les enseñan cómo funcionan los algoritmos de búsqueda y que los primeros resultados que les aparecen en las plataformas no tienen por qué ser mejores ni los más confiables.

El contexto de la guerra de Ucrania

Finlandia tiene una extensísima frontera con Rusia. En setiembre pasado, tras el llamado del presidente ruso Vladimir Putin a 300.000 reservistas, un video que mostraba largas colas de autos en la frontera entre Finlandia y Rusia comenzó a viralizarse en las redes sociales. La Guardia Fronteriza de Finlandia señaló de inmediato que era falso. Por twitter aclararon que se trataba de videos viejos y sacados de contexto.

Ese tuit fue rápidamente reproducido por el sitio web de la agencia nacional Yle, de gran audiencia en Finlandia. La agencia pública de noticias adjudicó la capacidad de contrarrestar la fake news a la confianza pública en las autoridades y los medios.

 Según un informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), el 71% de la población finlandesa confía en el gobierno, en comparación con el promedio de la OCDE del 41%. También el parlamento, la policía y los medios de comunicación tienen altos niveles de confianza.

Esa confianza es una retaguardia clave para no dar por cierto de inmediato una noticia sin la confirmación de fuente pública o de medios con trayectoria.

El estudio anual del Open Society Institute contempla el Índice de Alfabetización Mediática, que es la capacidad de discriminar noticias verdaderas y falsas. Las pruebas que el estudio propone a los alumnos tienen una puntuación del 0 al 100. Los estudiantes finlandeses sacaron 75 a la hora de discernir información. Fue la puntuación más alta de los 40 países estudiados.

Alemania y el Reino Unido sacaron 61, España 58, Francia 57 e Italia 48. En América del Norte, Canadá sacó 68 y Estados Unidos 60. América Latina no fue incluida en este estudio.

El pensamiento crítico y la alfabetización mediática han sido parte del plan de estudios finlandés durante mucho tiempo. Según el propio ministerio de Educación, el plan se actualizó en 2016 para darles a los alumnos las habilidades que permiten detectar noticas falsas o, al menos, sembrar la duda hasta poder confirmar.

El concepto de pensamiento crítico parece haber sido pulverizado por la información instantánea y los cambios de conducta de los seres digitales, tal como el filósofo coreano/alemán Byung Chul Han desarrolló en infinidad de textos, como Sobre el poder y La sociedad del cansancio, uno de sus primeros libros.

La agencia pública de información Yle fue fundada en 1926. Además de tener programas sobre las noticias falsas, el Estado cuenta con una red de organizaciones de la sociedad civil que cooperan en eso. Cuentan con un servicio de verificación de hechos llamado Faktabaari que permite “chequear on line” las dudas de los lectores e internautas.

Uno de los temas que escapan a cada gobierno, incluyendo a los que tienen niveles de excelencia, es si los gigantes tecnológicos van a adecuar sus estándares informativos a criterios de confirmación de la información. Algo que es tan difícil como indispensable ante la ola mundial de datos casi imposibles de corroborar.

En el siglo XXI no es fácil pensar que las sociedades van a valorar más las instituciones que en tiempos pasados. La sociedad de la información es una realidad. Con educación, Finlandia pone una barrera, da un ejemplo y, sobre todo, lo hace de modo pedagógico, para que cada cual tome las herramientas que necesita para construir verdades con datos ciertos e información confiable.

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