Faltaban pocos minutos para que los camiones recolectores de basura comenzaran su recorrido nocturno cuando el intendente de Montevideo, Christian Di Candia, llegó al cantón del Buceo. "Veníamos mirando y la ciudad viene bien. Vamos a ver si seguimos tirando", suelta el jerarca entre los saludos con los primeros municipales que cruza.
Un par de trabajadores le comentan que a veces tienen problemas con la salidas de los camiones porque en la zona hay muchos autos estacionados de vecinos que se acercan a la feria del barrio. Di Candia los escucha con atención y enseguida les pide a sus asesores que encuentren una solución rápida para que ese problema desaparezca.
La noche no se presta a dificultades. Todos parecen querer lo mismo: unas fiestas sin conflictos entre el sindicato y la comuna para que, como no ocurrió en años pasados, el año termine con una ciudad limpia.
El intendente conversa con El Observador mientras camina y confiesa: "Estamos jugados a esto". "Venimos laburando todos para que sea el primer diciembre en mucho tiempo sin conflictos y limpio", agrega esperanzado.
Los trabajadores lo reciben con alegría. Sueltan chistes, comentan cómo va el trabajo y hablan de lo que se viene. El intendente también se muestra amigable con todos y lanza una frase como la que usó Juan Sartori en la campaña: "Contamos con ustedes, cuenten con nosotros".
Algunos, aún en términos armoniosos, aprovechan el momento para presentarle dificultades al intendente y sus asesores, entre los que se encuentra el director de recursos financieros de la intendencia, Juan Voelker. "Te invito a trabajar en un día de lluvia", le dice uno de los municipales a Fernando Nopitsch, el secretario general de la comuna, y le señala la falta de espacios techados que tiene el recinto. Entre otros comentarios también le señalan a las autoridades la falta de camiones y le dicen que están "justos" con el personal.
En un momento de la recorrida, el jerarca frena para hablarle a la cámara del celular de unas de las mujeres que lo acompañaba. Quiere destacar lo que le acaba contar uno de los municipales. Arreglar una de las máquinas que tienen les costaba US$ 31.000 en el ámbito privado. Sin embargo, a los funcionarios estatales solo les costó US$ 4.000, según los cuentos del trabajador. "Para los que dicen que es mejor privatizar", dice Di Candia, haciéndole un guiño discursivo al gremio de municipales.
Sobre el final de la recorrida, los fuegos artificiales de uno vecinos iluminan el cielo oscuro del jueves. Por unos segundos, los camiones y contenedores pierden la atención de la noche y todas las miradas se las ganan los colores desplegados sobre el firmamento. Di Candia los mira, sonríe y lanza una frase que resume la intención de la visita: "De esos vamos a tirar nosotros cuando termine diciembre limpito y nadie nos pueda decir nada".
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