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Dictan 180 días de prisión preventiva para acusado de homicidio en Kinko de Pocitos

El joven de 20 años deberá cumplir prisión preventiva hasta el próximo 23 de octubre
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25 de abril de 2019 a las 20:12

La Justicia dictó 180 días de prisión preventiva para el acusado de asesinar a un trabajador de un minimercado Kinko ubicado sobre la avenida Sarmiento, en Pocitos, el 29 de abril de 2018. La declaración de tres testigos reservados fue clave para reactivar el caso, así como el trabajo conjunto entre el fiscal de homicidios, Juan Gómez, y la de estupefacientes, Mónica Ferrero. 

El joven de 20 años, señalado como principal sospechoso del asesinato, fue detenido este miércoles en su casa de Malvín Norte y este jueves la Justicia le imputó un delito de homicidio muy especialmente agravado en reiteración real con tráfico interno de armas, ya que se le incautó un revólver calibre 38. Este joven es acusado de disparar dos veces al empleado de 22 años, oriundo de Minas (Lavalleja), que quiso defender a una compañera que estaba entregando la recaudación al delincuente. 

Además de este hombre, otro -también de 20 años- esperaba afuera en una moto para darse a la fuga. La Justicia le imputó a este segundo delincuente un delito de homicidio muy especialmente agravado en calidad de coautor. Como el joven ya está preso por otro caso en la cárcel de Santiago Vázquez, no fue necesario aplicar ninguna medida cautelar. 

Según explicó Gómez a El Observador, el joven que esperaba en la moto en la noche del 29 de abril de 2018 cayó preso meses después por otro homicidio. Además, es acusado de realizar extorsiones mientras estaba en prisión. La fiscal Mónica Ferrero también se especializa en la persecución de ese otro delito, por lo que la conexión con el caso del homicidio en el Kinko surgió en el transcurso de sus indagatorias. 

Un crucifijo clave

Un crucifijo, además de las otras evidencias, permitió dar con el joven de 20 años acusado de asesinar al trabajador del mini mercado. Es que según explicó Gómez durante la audiencia, en el local de Sarmiento y Obligado los jóvenes perdieron un crucifijo que uno de ellos usaba colgado a su cuello.

El cotejo con varias fotografías permitió determinar que ese crucifijo era el que usaba comúnmente el joven señalado como el autor del homicidio. Además, declaraciones de testigos protegidos permitieron conocer que los jóvenes se mostraron “asustados” y “nerviosos” cuando se dieron cuenta de que lo habían dejado en el local.

Gómez también manifestó que en la noche del 29 de abril, luego de cometer el asalto, los jóvenes llegaron a sus casas visiblemente nerviosos. Ambos quemaron las prendas que habían usado para cometer la rapiña.

Esa noche uno de los jóvenes ingresó al local sobre las 23.30, mientras que el otro esperaba afuera en una moto listo para darse a la fuga. El que ingresó pidió a la cajera que le entregara la recaudación del día. En el lugar había dos empleados y dos clientes.

La cajera comenzó a entregar el dinero pero el delincuente se distrajo al ver que los dos clientes huían del lugar, según el relato del fiscal. En ese momento, Oscar Pereira -el joven asesinado- se abalanzó sobre el delincuente y comenzó a forcejear. Dos disparos, uno en el tórax y otro en la pelvis, hirieron al trabajador, quien murió horas después en el Hospital de Clínicas.

A mediados de mayo de 2018 las autoridades incautaron la moto que se usó en el asalto, en medio de una persecución en el barrio Casavalle. En junio, en tanto, tres hombres fueron detenidos como sospechosos de participar en el asalto al mini mercado. Sin embargo, los tres fueron liberados tiempo después.

En concreto, Gómez presentó como evidencias en la audiencia de este jueves las declaraciones de los testigos, el registro de las cámaras de seguridad del lugar –y de un comercio cercano-, la incautación de la moto que los delincuentes usaron, así como los estudios de la Policía Científica y otros peritajes.

Gómez aclaró que el arma que se incautó en el allanamiento de este miércoles no puede ser vinculada al homicidio, ya que aún no concluyeron los estudios necesarios para determinarlo. Además, el revólver tenía su número de serie limado, algo que por sí mismo constituye una irregularidad.

Aunque la defensa del joven acusado como autor del homicidio pretendió desestimar las pruebas que aportó Gómez, el fiscal aseguró que los testigos que declararon conocían detalles que era “imposible” que conocieran. Por ejemplo, cuando declararon que los sospechosos mostraron “nerviosismo” cuando se dieron cuenta de que habían perdido el crucifijo.  

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