Una mayor apuesta en la tecnología y en la educación de los agricultores consolidará a América Latina como el mayor productor mundial de alimentos, afirmó el presidente ejecutivo de CropLife Latin America, José Perdomo. “Todo el mundo precisa comida más saludable y más barata”, indicó durante un foro promovido por CropLife Latin America y la Asociación Nacional de Defensa Vegetal (Andef) de Brasil, celebrado en Brasilia y en el que se analizó la agricultura latinoamericana.
Perdomo hizo un repaso del extraordinario potencial de la región y de su realidad como abastecedor mundial de alimentos, pero incidió en la necesidad de mejorar el desarrollo tecnológico y la educación de los pequeños agricultores, muchos de los cuales están al margen de ese proceso de modernización, que calificó de “vertiginoso”.
Una mayor apuesta en la tecnología y en la educación de los agricultores consolidará a América Latina como el mayor productor mundial de alimentos.
Según Perdomo, la posición de los países latinoamericanos en los mercados agrícolas globales será aún más determinante en la medida en que se promueva una mayor educación y acceso a las tecnologías que están revolucionando los métodos de producción en el mundo.
Destacó el uso de la nanotecnología para mejorar la eficacia de defensivos agrícolas y plaguicidas o la aplicación de la tecnología Crispr, que permite una edición genética que ya ha mejorado la resistencia del arroz a ciertas bacterias o reducido la cantidad de grasas trans o de gluten en otros productos.
El ejecutivo de CropLife Latin America indicó que la industria invierte cada año unos US$ 7.300 millones en investigación, cifra superior a los presupuestos de países como Costa Rica o Guatemala, lo cual genera un avance tecnológico constante y acelerado, que debe llegar a los grandes como a los pequeños productores.
Precisó que el 30% de la población mundial trabaja en la agricultura, un sector que incluye a cerca de 500 millones de pequeños productores que a su vez son responsables del 50% de la comida que se consume en el planeta.
No obstante, esos pequeños agricultores son los que menos acceso tienen al desarrollo tecnológico, por lo que es necesario adoptar planes que involucren a los sectores público y privado y faciliten su formación.
“Precisamos educar a los pequeños agricultores, para evitar que vayan quedando más y más atrás” y promover un aumento de sus producciones, lo cual ayudará a garantizar la seguridad alimentaria y a que el mundo alcance los objetivos de desarrollo propuestos por las Naciones Unidas, dijo.
CropLife Latin America, de hecho, trabaja en ese sentido y solo en 2018 capacitó a 230.000 campesinos en buenas prácticas y además desarrolló un programa, bautizado CampoLimpio, mediante el cual fueron recuperadas más de 60.000 toneladas de plásticos usados por los productores.
“La peor plaga es la desinformación”, resumió Perdomo, quien citó entre los “desafíos” pendientes el mejoramiento del “diálogo entre el campo y la ciudad”, pues muchas veces la población urbana desconoce por completo el esfuerzo que se esconde detrás de cada uno de los alimentos “que encuentra en el supermercado”.
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