Fútbol > Minguta y sus mil anécdotas

El confesionario de las estrellas

Los primeros US$ 100 se los dio Francescoli, secó los zapatos de Fonseca y cuidó plata de Magallanes
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05 de agosto de 2017 a las 05:00
Minguta abre el libro de sus anécdotas. La memoria lo lleva por lugares increíbles. No olvida cuando Suárez lo rezongaba por estar gordo. El pedido de Lugano de hacer el brazalete de capitán con la bandera de Uruguay. El gesto de Cavani con sus amigos. La bronca de Forlán cuando le desordenaban la ropa y el rincón de "los Negroni" en el vestuario, donde se cambian los morenos.

Sus historias van desde el pedido de Fonseca para que le secaran los zapatos, pasando por los US$ 15 mil que le cuidó a Magallanes, o el día que el Lolo Estoyanoff se montó atrás de un integrante del cuerpo técnico pensando que era el utilero y no sabía donde meterse después.

Edgardo Di Mayo lleva años conviviendo con las estrellas de la selección uruguaya. Querido y respetado por todos. Hizo un infarto. Se compró su casa y sigue concurriendo a trabajar en ómnibus.
El popular Minguta abrió las puertas de la utilería de la selección para contar las inéditas historias. Son tantas, que esta es la primera de tres entregas.

El comienzo

Minguta nació en Florida. Como muchos se vino a trabajar a la capital. Se jubiló trabajando en un cuartel y entró en una fábrica de hilos. Ahí la peleaba hasta que su concuñado, el fisioterapeuta Miguel Rosa que trabajaba con Víctor Púa en River, le comentó si quería formar parte de la utilería del club. Corría el año 1992 cuando entró a un mundo desconocido. "No tenía ni idea. Me llevaban para la cancha a alcanzar pelotas o lustrar los zapatos", recordó en diálogo con Referí.

A los dos años Púa se fue a las selecciones juveniles de Uruguay y no dudó en llevarse a Minguta.
Cuando entró en el inmenso mundo de la celeste se encontró con Walter Haynes, que era utilero de la mayor. "Me fue enseñando. Me llamó la atención la prolijidad con la que trabajaba. Me dijo que fuera ordenado y que acá escuchara pero no hablara. Recuerdo que me armó todo para mi primer viaje con una juvenil. Fuimos a un amistoso en ómnibus a Paraguay. Pusimos 26 horas para llegar".

La tarea insumía mucho tiempo, entonces Minguta llamó al presidente de River, Raúl Inzaurralde, para largar. "No se puede ir, a usted lo quieren mucho acá, quédese", le dijo. "Yo le respondí que me lleva mucho tiempo. Trabajaba en la fábrica, en River y en la selección. Y como me empezaron a llamar más de la selección, tenía sábado y domingo libre. Y me dice: 'Vamos a hacer una cosa, usted viene, agarra Tercera, sábado y domingo ayuda a Bigote (el padre de Urretaviscaya) y lo dejamos con el mismo sueldo, que en ese tiempo eran $ 2.000. Y seguí dos años más, hasta el 94 que me vine para acá".
Todo cambió para Minguta. De la Teja al Charrúa era más largo el viaje.

El regalo de Francescoli

Un año después lo llamaron para ayudar a Haynes en la utilería de la selección mayor que jugó la Copa América en Uruguay.

"Estuve en esa Copa América donde estuvimos 30 días concentrados en Los Aromos. Ahí conocí a (Enzo) Francescoli. Fue la primera vez que me dieron US$ 100. Enzo me llamó a mí y a otro muchacho que estaba como ayudante y nos dijo, 'tomen esto es para ustedes'. Ahí en esa concentración había tambores. Sosita metía cumbia y pachanga. Yo era muy nuevito, los miraba, escuchaba. Ahí miraba a Haynes y aprendí muchas cosas. El respeto, mirar, no tocar nada, si encuentran algo den cuenta, reloj, anillo, la billetera".

Los zapatos de Fonseca

Minguta contó un hecho que le llamó la atención de aquel proceso que terminó con Uruguay campeón de América.

"Fonseca nos pedía que los zapatos húmedos se los pusiéramos a secar. Al Estadio teníamos que llevar una estufa para secárselos cuando llovía. Es cierto que pidió que le secaran los zapatos. Me llamó la atención. Él decía que en Italia tenían una cosa con la que secaban los zapatos. Una vez me acuerdo dejó la billetera y le encontramos unos cheques y una cantidad de plata. Otra vez en Punta del Este encontramos un camperón donde Zalayeta había dejado los pasajes, el pasaporte y cheques", contó el utilero celeste.

Historias


Fabián
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Los regalos de O' Neill
Minguta no se olvida de otro personaje, como Fabián O' Neill al que conoció en un amistoso de la selección mayor.

"Al Fabián yo no lo conocía. Estaba trabajando en juveniles y sale un partido en País Vasco y mandan a Víctor (Púa) como entrenador. Viene y me dice: ¿vamos, querés ir. Te llevo de utilero es un partido amistoso". Voy, entonces iban llegando los jugadores y yo les iba dando la ropa. Llega Fabián O' Neill y me dicen, andá allá a darle la ropa que llegó Fabián. Yo ni lo conocía. Jugaba en el Cagliari. Y cuando llegó me abraza, vieron como es Fabián, y me dice: '¡Gordito, amigo! Espere no se vaya que le traje un regalo'. Y me dio el equipo largo del Cagliari. Y yo pensaba, este es tremendo loco. Como jugador la dejaba chiquita. Gran persona, con un corazón enorme, solidario. En ese viaje me regaló el equipo, me dejó los championes, me compró perfume y cuando llegamos, que era 24 de diciembre, me invitó para ir a su campo. Pero le dije que tenía que trabajar. Y hay otra anécdota de Fabián que no se puede contar...".

Miguta agregó: "Fabián traía corderos acá. La otra vez me lo encontré. Había pedido dos camisetas y me las dieron a mi para que se las entregara. Entonces fue por casa a buscarlas y lo vi mal. Una pena porque ayudó a mucha gente y verlo así me apenó".

El día que el Lolo se regaló
Edgardo reconoce en el Lolo Estoyanoff a un tipo que siempre andaba despilfarrando alegría.

Y contó una anécdota memorable: "Resulta que yo, cuando llego al vestuario, tiro los zapatos en el piso y me agacho para armar. Un día estaba Celso (Otero, ayudante de Tabárez) agachado conmigo. Y llega el Lolo, va por atrás, se le monta encima y grita: ¡quedate quietito Mingutita! Y Celso lo mira por arriba del hombro y le dice: "Epa compañero, ¿tan mimoso es Minguta?". ¡Pahhh cuando vio que era Celso! ¡Se quería morir! Ahí tenés, le decía yo, mirá lo que hiciste".

Y da paso a otra: "En la Copa América de Colombia una tarde tuvimos libre y salimos de compras. Y él se compró unos championes con roller. Al rato, en un pasillo por los alrededores del hotel, el Lolo con los roller andando. Siempre alegre el Lolito".

A las piñas con el Chengue
Minguta estaba el día que se generó una pelea contra Venezuela por las Eliminatorias y contó cómo la vivió. "Me había ido al vestuario con Richard López y el Vela Yern y como los jugadores demoraron me asomé. De repente veo la manguera (manga neumática por donde salen los jugadores) que se movía para todos lados y les digo al Vela y a Richard, para mí que se armó lío. Y ellos salieron. Al rato sacan a Richard en camilla porque le pegaron un botellazo. Y veo que un venezolano lo traía a Vicente Sánchez. Como el tejido era chico, Vicente picó, trepó, y se tiró para adentro del vestuario. El Chengue era bravo. Una vez en Colombia se armó y lo llevaba a uno largo y tendido a piñazos. Yo lo quería sacar y me decía 'no me agarres que me va a garronear' y entró Fossati a separar. Buen grupo era ese".

Minguta, de historia en historia


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El regalo de Godín
"La máquina para estirar los zapatos la trajo Godín de España porque en Uruguay no hay. Diego la regaló. Antes Palito había llevado una de su etapa de Italia donde jugó en Inter. En un día lo estiras. Te los alarga un talle más a los zapatos y los amolda porque a veces algunos te lastiman".

Se olvidó las canilleras
"Una vez en Italia, en un partido contra Argentina, Carini se me acerca y me dice 'dame las canilleras que no me las diste'. ¡Pah, las había dejado en el hotel! Entré a cortar cartones como loco de unas cajas que había. Los 11 que entraron jugaron con cartones".

Tiene más de 700 camisetas
"Los jugadores me regalaron muchas cosas. El Balón de Oro de Forlán, la réplica de la Copa América, medallas, un retrato de Luis, otro de Francescoli. Camisetas tengo más de 700. Las guardo en el ropero. Zapatos de Forlán, Luis, y guantes de Muslera que conservo como están".

Anecdotario

Magallanes
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Federico Magallanes, la plata
Minguta no se olvida de Federico Magallanes, de quién contó: "En la Copa América de Paraguay nos quedamos en un colegio y aparece un día y me dice 'toma, cuidame esto'. Eran US$ 15 mil. Se imaginan. Andaba con los US$ 15 mil arriba todo el día para todos lados. Me lo dio envueltos con una gomita elástica. El Pelusa me dijo lo que era. Después me regaló US$ 300".

Darío
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Darío Silva, reloj de oro
Una de las cosas más comunes que vive el equipier de la celeste es el voto de confianza que recibe de los jugadores. Dejan todo. Minguta contó lo que le sucedió con el olimareño Darío Silva: "Un día apareció y me dio un reloj que le había costado como US$ 17 mil. Me lo entrega y me dice 'cuidame el auto'. Y yo pensaba, pierdo esto y me arrancan la cabeza (risas), pero para ellos no era nada".

García
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Pablo García, el tambor de Pablo
Otro jugador con el que Edgardo Di Mayo tiene gran relación es con Pablo García. "El Canario García, gran personaje... Le vi el tatuaje de Artigas el día después que se lo hizo. Inclusive tengo un tambor que lo dejó acá y me lo regaló que tiene la cara de él. Lo tengo en mi casa ese tambor", contó el equipier de la celeste.

Zalayeta
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Marcelo Zalayeta, sonámbulo
Entre risas, el utilero de la selección uruguaya recordó un hecho que tuvo como protagonista a Marcelo Danubio Zalayeta. "Al Zala lo tuve de gurí. Otro crack. Allá en Malasia se quedaba con Rodrigo López en el cuarto y el Roro era sonámbulo y una vez lo entró a ahorcar. El Zala se pegó un susto. Ahí estaba Nico Olivera, pero era más serio".

Montero
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Paolo Montero, la pelea de Paolo
"Un excelente jugador y como capitán y persona excelente. Enseñó mucho acá, hasta a nosotros. El respeto, el escuchar y observar. Él mismo hablaba con los dirigentes por nosotros. En ese entonces peleaban con los dirigentes junto con el Chengue y otros compañeros más. El día que perdimos la clasificación por penales contra Australia quedó destruido".

Carrasco
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Juan Ramón Carrasco, se enojó JR
"A Juan lo conocí en River, buena persona. En su etapa de jugador le gustaba apostar perfumes a tirar la pelota y pegarle a los palos. Una vez me acuerdo que el Dream Team jugó con la selección juvenil de Malasia 97. Me tocó hacerle de juez. El Canario García le pegó una patada y no cobré. ¡Y me quería pegar! (risas) Se enojó conmigo. '¡Cobrá! ¿No ves la patada qué me da?'. No me olvido cuando se puso una camisa como de cura y el botón era como un diamante".

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