El comienzo obligatorio de etiquetado frontal de alimentos que advierte sobre excesos de azúcar, sodio o grasas se postergó para febrero de 2021, según un decreto del 2 de setiembre del Poder Ejecutivo.
Gran parte de los productos ya cuentan con la etiqueta de advertencia nutricional, sobre todo los nacionales, que consiste en un octógono negro con las correspondientes advertencias al consumidor, pero aún no se ha comenzado a fiscalizar su uso.
Inicialmente la disposición fue aprobada por el gobierno anterior y emitida en 2018, pero se estableció una prórroga en la obligatoriedad hasta marzo de 2020, fecha en que se volvió a postergar por 120 días, y se creó una comisión interministerial para estudiar el tema.
La medida del etiquetado de alimentos es una tendencia mundial y despierta opiniones en contra, sobre todo de organizaciones defensoras de las marcas, como por ejemplo la International Trademark Association (INTA), que sostiene que pueden realizarse advertencias al consumidor, sin que ello vaya en detrimento de las marcas. La afirmación se refiere a que en algunos países las etiquetas de advertencias son demasiado grandes en los empaques.
El Observador conversó con abogados en materia de propiedad intelectual en la región, quienes sostienen que las etiquetas suelen ser desagradables a la vista, por ejemplo en Chile, y que eso va en detrimento de las marcas. En ese sentido, indicaron que existen mejores formas de llegar al consumidor con información útil para su salud, como campañas educativas vinculadas a la buena alimentación en casos de obesidad o hipertensión, por mencionar algunas enfermedades.
En el caso de Uruguay, no se observa que las advertencias en los empaques vayan notoriamente en contra de la visibilidad de las marcas, por lo menos hasta ahora. Lo que sí genera malestar en la industria es que hay productos que no presentan advertencias a pesar de tener excesos, porque no siguen aún las nuevas normas. Si bien esto no representa una falta, dado que las empresas están dentro del plazo para ajustarse a la ley, confunde a los consumidores.
Las empresas en el país se están adaptando paulatinamente a la nueva medida. Bimbo, por ejemplo, comenzó a etiquetar los artículos que tienen larga vida útil en julio de este año y también está redefiniendo las fórmulas de algunos de sus productos “para acompañar la saludabilidad y que tengan la menor cantidad de sellos posible”, dijo a El Observador Gabriela Olaizola, gerenta general de Bimbo en Uruguay.
“En el caso de los panes, iremos sin sello (de advertencia sanitaria), lo que significa que tienen ningún tipo de excesos. En los productos más indulgentes, como snacks, es inviable estar sin sellos, pero ya estamos poniendo en marcha la impresión de empaques para acompañar la reglamentación”, agregó.
Otro tema en pie es la armonización (o no) de las etiquetas con otros países de la región.
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