Zygimantas Riauka repite, en inglés, una y otra vez una frase: “It is what it is” (es lo que es). Y eso lo pinta de cuerpo entero, en su envase de 2,05 metros de estatura.
Solo así se explica cómo un jugador nacido en una de las mejores cunas basquetbolísticas del mundo, como la de Lituania, y que defendió a la U20 de su país llegó a Uruguay para jugar El Metro en un equipo humilde y de barrio como Miramar.
“Él tenía muchas ganas de venir a jugar a Sudamérica y Uruguay es una puerta a mejores ligas como la Argentina o mejores mercados como el de Chile. Hablé con él y cuando me hizo preguntas sobre el club tuve que exagerar un poco. Bastante, mejor dicho. Hasta le dije que tenía piscina y cuando me pidió fotos le pasé piletas de otros clubes”, reveló a Referí el entrenador Esteban Yaquinta.
Miramar alojó al jugador en un pequeño apartamento ubicado debajo de la única tribuna que tiene su cancha de bitumen en la calle Santiago Gadea.
Aunque el apartamento está en buenas condiciones, el baño está afuera y Riauka debe caminar al aire libre para tomar un baño.
“Este club es como una familia, una hermandad, todos se ayudan, es muy lindo; es chico, pero es lo que es. Lo que podían hacer por mí lo hicieron. Me sentí muy cuidado por los dirigentes y me dieron todo lo que necesitaba. El colchón no es tan grande como el de mi casa, pero me las arreglé, no soy un tipo complicado”, dijo el pívot lituano. “No soy una persona materialista y sé adaptarme allá donde me toca ir”, agregó.
Yaquinta agrega la anécdota que mejor lo define: “Yo le había dado mis números por si precisaba algo, pero nunca me llamó. Hasta que un sábado a las 12 de la noche me llama. Me empezó a gritar ‘rat, rat’. Una rata se le había metido en la habitación. Pensé que me iba a pedir que lo mandáramos a un hotel. Pero no, nos pidió que le lleváramos el gato que está en el club. Eso habla de su personalidad, cero problema, un fenómeno”.
“El miércoles estuve con él y me dijo que nunca había vivido una experiencia como esta, que la pasión de la gente de Miramar nunca la había sentido en otra parte y que quiere jugar la próxima Liga acá porque se enamoró del club, es un gran ser humano”, agregó el entrenador.
Como Yaquinta residió varios años en Estados Unidos era quien se comunicaba en inglés con él, al igual que los jugadores Federico Soto y Martín Trelles.
Riauka nació en Klaipeda, en las costas del mar Báltico. “Lituania es un hermoso país, chico, como Uruguay. A los ocho años me fui con mis padres a Estados Unidos”.
Su destino fue Chicago, donde existe una comunidad lituana muy grande.
“Estudié en escuelas lituanas y me formé en academias de básquetbol lituanas con muy buenos entrenadores, algunos de los cuales entrenaron a jugadores profesionales”, reveló Riauka al que siempre apodaron Ziggy.
“Yo empecé a jugar en mi país, a los siete años. En Lituania el básquetbol es una religión. El que no juega es entrenador o juez. No hay quien no tenga que ver con el básquetbol”, contó con una amplia sonrisa.
Su talento basquetbolístico no pasó desapercibido a nivel universitario en Estados Unidos y así consiguió una beca para la Universidad de Wisconsin-Parkside donde jugó cuatro años en la división II de la NCAA.
Estudió Negocios pero le quedó un semestre para graduarse: “Lo que yo quería era cumplir mi sueño de jugar al básquetbol”. Y así se fue a Zaragoza en la temporada 2015-2016 donde jugó para el equipo filial. La siguiente temporada estuvo en Cáceres en la LEB Oro (segunda división de España). “Ahí mejoré mucho mi español porque mi entrenador no hablaba nada de inglés”, recordó.
Posteriormente militó en Dinamarca y Alemania donde se fue al descenso. En la primera de esas paradas, defendiendo a Team FOG Naestved con el que terminó cuarto la temporada, conoció a Chris Gabriel, quien jugó en Stockolmo en 2018 y quien le habló de Uruguay por primera vez.
“De Uruguay solo conocía a Luis Suárez por jugar al FIFA y que son buenos jugando al fútbol”, dijo corrigiendo tras usar el término “soccer” con el que se denomina al fútbol en Estados Unidos, su patria adoptiva.
Para la próxima Liga Uruguaya ya tiene equipo: jugará en Olimpia y en los próximos días se mudará a Colón junto con su novia a la que conoció en su etapa universitaria cuando ella jugaba vóleibol. “Está trabajando dando clases de inglés; nos gusta Uruguay y su gente”, afirmó.
La noche fría llega y Ziggy vuelve a su humilde morada. Miramar sigue con el cielo entre las manos. Peñarol, Cordón y Larre Borges se armaron para campeones de El Metro, pero el que cortó la red fue el Monito que en 2020 jugará la primera Liga Uruguaya de su historia. Y el lituano lo hizo como uno más del barrio. En la vida, se es lo que se es.
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