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El oro de Uruguay en los JJOO de 1924: la uruguayidad y un viaje a las emociones
"El 31 de julio de 1924 no figura como una fecha patria. Ni siquiera se recuerda en el calendario de los futboleros. Pero en nuestro imaginario quizás merecería entronizarse como el Día de la Consagración de la Uruguayidad. Esa jornada es única en la historia”, escribe Ricardo Lombardo en su libro La conquista de París 1924, el fútbol como consagración de la uruguayidad.
“La población era de un millón y medio de habitantes. Imposible calcular qué porcentaje de ella concurrió a recibir a los campeones olímpicos, pero los relatos hablan de una masa humana extraordinaria que por primera vez se unía en un propósito común. Parecía que estaban todos allí. Ya habían quedado atrás las guerras de la tierra purpúrea y las diferencias políticas. Hasta se obviaron las discrepancias a nivel de la dirigencia deportiva que tanto habían complicado la idea de los celestes. No importaban si eran los descendientes de los Charrúas, los herederos de los orientales, los hijos o los nietos de los inmigrantes de cualquier rincón del planeta. Todos se miraban como iguales. No había color de la piel que los diferenciara, estrato social que los separara, ni lugar goegráfico del territorio nacional que los distanciara. Eran los uruguayos”.
El relato que explica cómo fue la llegada a Montevideo de los primeros campeones del mundo de Uruguay, la selección que logró la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Colombes 1924, y cómo se vivió aquel día representa para el autor el nacimiento de la uruguayidad consagrada a través del fútbol.
Lombardo comenta a Referí que concebir el libro le llevó más tiempo que escribirlo. El proceso para darle forma al texto lo resolvió en dos meses, pero el trabajo de madurar la idea para plantear el nacimiento de una identidad nacional con aquella conquista le demandó años.
El libro está inspirado en una publicación de su padre Ricardo Lombardo sobre la épica de la década dorada de 1920, en el que se cuenta las proezas del plantel que conquistó el oro en los Juegos Olímpicos, que fue editado por primera vez en 1993, y se hizo una nueva edición en 2012, cuando falleció. Y también tiene el apoyo de las vivencias de quien en los años 1950, cuando se reunían los campeones, era un niño y acompañaba a su padre en las comidas de los históricos campeones.
“Siempre me pregunté por qué lo lograron, por qué estos tipos consiguieron todo eso”, explica a Referí.
Para ello, en 1924 surgió un punto de referencia ineludible: las vertientes tácticas y el nacimiento del fútbol moderno, a partir del impulso de los integrantes del plantel capitaneado por José Nasazzi.
Desde sus orígenes el fútbol había avanzado sobre las tácticas de los ingleses, que se jugaba de una manera totalmente distinta, con ocho futbolistas en la mitad de la cancha y un solo delantero.
“Le tiraban la pelota a uno y ese intentaba realizar una gesta individual y trataba de conseguir el gol. Los demás se quedaban quietos para ver cómo le iba al compañero. Por otro lado, los escoceses, donde ingresó el fútbol de otra manera, porque ingresó por las clases obreras, tenía como objetivo tocar el balón y llegar al ataque con trabajo colaborativo. Eso fue lo que Piendibene aprendió de Harley, y lo que se terminó incorporando en el fútbol uruguayo. Entonces, en aquel 1924, mientras los europeos jugaban como los ingleses, Uruguay desembarcó en el primer partido en Vigo, contra Celta, con una forma de jugar diferente, que maravillaba por la forma en que dominaban la pelota. Nasazzi se dio cuenta y creó 1-3-3-3, que estableció el nacimiento el fútbol moderno”.
El libro de Ediciones de la Banda Oriental, a la venta en librerías, se plantea como objetivo brindar una mirada diferente a un hecho histórico que cambió el rumbo del fútbol mundial y dio origen a la uruguayidad.
