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El príncipe ilustrado de la dictadura

Végh Villegas cumplió un papel decisivo en la historia económica del Uruguay
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16 de marzo de 2017 a las 05:00
El ingeniero Alejandro Végh Villegas, muerto ayer a los 88 años, fue un personaje de rasgos aristocráticos que cumplió un papel decisivo en la historia económica de Uruguay. Él liberó el mercado de cambios en 1974, para dejarlo como lo conocemos hoy, después de una larga y traumática historia de controles, mercado "negro" y devaluaciones abruptas. También cumplió un papel importante, aunque indirecto, en la destitución del presidente Juan María Bordaberry en junio de 1976.

El control de cambios

El peso uruguayo cotizó casi a la par del dólar hasta bien entrada la década de 1920, cuando comenzó a depreciarse debido a la excesiva emisión para cubrir los déficits fiscales. En octubre de 1931 el gobierno de Gabriel Terra estableció el control de cambios y la fijación del valor de la moneda.

De inmediato se creó un mercado paralelo o "negro". Más tarde se agregaron tipos múltiples. A fines de la década de 1950 había hasta 11 tipos de cambio diferentes, en tanto la economía uruguaya navegaba entre la decadencia y la elevada inflación.

Algunos intentos liberalizadores, como la "reforma cambiaria y monetaria" que inició en enero de 1960 el nacionalista Luis Eduardo Azzini, fracasaron por la falta de convicción y por el desbarajuste fiscal de 1962, un año electoral.

En 1974 el gobierno dictatorial iniciado el año anterior estaba en serios problemas. El precio del petróleo se había multiplicado por más de cuatro en pocos meses, tras la guerra árabe-israelí, y las exportaciones agropecuarias estaban depreciadas. Végh Villegas, quien trabajaba en Bolivia para el Banco Mundial, asumió como ministro de Economía en julio, después que se le aceptara su programa aperturista y liberal en medio del estatismo dominante.
Végh, quien había colaborado con la Comisión de Inversiones y Desarrollo Económico (Cide) durante los gobiernos del Partido Nacional (1959-1967), propuso distintas medidas. "Apertura de la economía, simplificación tributaria y liberación cambiaria, aunque no di detalles", narró muchos años después. "Las discrepancias estaban en el ritmo".
Liberó completamente el mercado de cambios a partir del 24 de setiembre de 1974, después de 43 años de controles, y se fue de viaje para ponerse a salvo de presiones y del pánico inicial. También se liberaron los precios de casi todos los artículos de consumo, hasta entonces controlados, y el de los alquileres de viviendas y locales, así como las cuotas de importación creadas en los años '30. Fue la más radical de las reformas económicas realizadas en Uruguay en mucho tiempo, inspiradas directamente en el "milagro" alemán de posguerra bajo la conducción de Konrad Adenauer y Ludwig Erhard, quienes desmontaron los controles económicos de la era nazi y de la ocupación aliada.

La caída de Bordaberry

En 1975, en medio de una gran exaltación nacionalista oficial (el "año de la orientalidad"), los líderes de la dictadura comenzaron a discutir un plan político de largo plazo. Muchos militares eran partidarios de mantener a Bordaberry en la Presidencia. Pero éste lo condicionó a la creación de un nuevo sistema institucional, de tipo corporativista y antiliberal, parecido al que impuso Francisco Franco en España entre 1939 y 1975.

La propuesta del presidente fue rechazada por los militares y por los civiles más influyentes dentro del régimen, como el canciller Juan Carlos Blanco y el ministro de Economía.
Végh "mantenía frecuentes reuniones con líderes políticos, en particular con Julio María Sanguinetti y Jorge Batlle, colorados, y con Dardo Ortiz y Juan Pivel Devoto, blancos", narró Lincoln Maiztegui en su serie de libros Orientales. "Y su opinión era escuchada con interés por algunos altos oficiales".
Végh Villegas, un ávido lector, apasionado por la historia en general y la historia militar en particular, tenía prestigio técnico internacional y fortuna personal y se movía con cierta independencia dentro del régimen. (En 1968 había justificado la intervención soviética en Checoslovaquia por hallarla dentro de la lógica de la "guerra fría", por lo que el presidente Jorge Pacheco Areco lo destituyó de su cargo al frente de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto). Végh incluso se encontró casualmente en Buenos Aires con el dirigente frenteamplista Zelmar Michelini. En la confitería Richmond, en la calle Florida, conversaron sobre distintas hipótesis de apertura. Michelini, quien consideraba a Végh como un hombre de "la embajada de Estados Unidos", narró ese encuentro en una carta.

Carlos Julio Pereira, en su libro Soy testigo, relata lo siguiente: "El 10 de mayo (de 1976), Alembert Vaz y quien esto escribe viajamos a Buenos Aires. Llevábamos un esbozo de propuesta emanada de un hombre del régimen –el ingeniero Végh Villegas– para analizarla con Wilson (Ferreira Aldunate). La propuesta –según se nos dijo– contaría con el aval de algunos militares del régimen, por lo que valía la pena analizarla a fondo y dar una respuesta. Ésta fue afirmativa, en el sentido de realizar tanteos para ver qué posibilidades podrían realmente existir. No pudo concretarse nada, porque diez días después eran asesinados nuestros dos amigos y prominentes dirigentes políticos (Michelini y Héctor Gutiérrez Ruiz). ¿Fue ésta la respuesta de los principales hombres del régimen ante el primer intento de conversar con la oposición para buscar una salida? Aún no lo sabemos con certeza, pero está dentro de la lógica con que se manejaba la dictadura".

Los militares presionaron a Bordaberry para que renunciara y salvara las apariencias, pero sin éxito. El presidente quiso forzar su cese. "Usted nos quiere dejar como golpistas", le reprochó el general Eduardo Zubía, en una expresión de humor involuntario. Finalmente los militares destituyeron a Bordaberry el 12 de junio de 1976 y designaron en forma interina a Alberto Demicheli.

Végh se fue enseguida, pues no quiso seguir en el gobierno de Aparicio Méndez.

"Yo quería irme mientras me fuera bien", contó. Integró el Consejo de Estado hasta 1979 y después actuó como embajador uruguayo ante Estados Unidos. Regresó al Ministerio de Economía en diciembre de 1983, tras la hecatombe de la quiebra de la "tablita" del dólar y en medio de una de las peores crisis económico-financieras de la historia. Quiso ser una suerte de garante económico de la apertura democrática a título individual, y de que no habría improvisaciones ni intentos refundacionales.
El 1º de marzo de 1985, cuando Julio Sanguinetti asumió la Presidencia, Végh entregó el Ministerio a Ricardo Zerbino, y pasó a trabajar como consultor de empresas y organismos internacionales, desde el BID a la Cepal.
Se había recibido de ingeniero industrial en 1953 en la Universidad de la República y después se doctoró en Economía en Harvard, Estados Unidos. Era hijo del ingeniero y empresario Carlos Végh Garzón (1902-1984), quien fue uno de los primeros gerentes generales de ANCAP, en 1936, ministro de Hacienda de Óscar Gestido en 1967 y presidente del Banco República en 1968.

Su hijo Carlos Végh es economista jefe para América Latina y el Caribe del Banco Mundial. Y su hermana Beatriz Végh es doctora en literatura general y comparada por la Universidad de París III-Sorbona, fue docente de la Universidad de la República e integra la Academia Nacional de Letras

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