Poco a poco, a medida que hemos ido tomando conciencia de la inusual gravedad de los problemas de todo tipo (sanitarios, económicos, sociales) que se nos vienen, se ha venido instalando en el debate público una idea tan antigua como potente: toda crisis, por tremenda que sea, puede convertirse en una oportunidad. Aquí mismo, en las páginas de El Observador, durante la semana pasada se han publicado varios análisis que transitaron por este argumento1. La crisis es un oportunidad para el gobierno, para la oposición, y para la sociedad en general. Nuestro destino no está escrito. Convertir la crisis en una oportunidad depende de cada uno de nosotros. Y, en gran medida, de la visión y el coraje de nuestros líderes políticos.
Esta nota es exclusiva para suscriptores.
Accedé ahora y sin límites a toda la información.
¿Ya sos suscriptor?
iniciá sesión aquí
Inicio de sesión
¿Todavía no tenés cuenta? Registrate ahora.
Para continuar con tu compra,
es necesario loguearse.
o iniciá sesión con tu cuenta de:
Disfrutá El Observador. Accedé a noticias desde cualquier dispositivo y recibí titulares por e-mail según los intereses que elijas.
Crear Cuenta
¿Ya tenés una cuenta? Iniciá sesión.
Gracias por registrarte.
Nombre
Contenido exclusivo de
Sé parte, pasá de informarte a formar tu opinión.
Si ya sos suscriptor Member, iniciá sesión acá