Desde que el agro formalizara hace cuatro meses el movimiento de protesta Un solo Uruguay, se ha planteado con el gobierno un ríspido contrapunto que se viene profundizando. Las exigencias iniciales de bajar impuestos y tarifas y de achicar el Estado no fueron debidamente atendidas por el gobierno y solo se hicieron parches menores que los productores ya consideraban insuficientes. Pero la situación se ha agravado ahora por los efectos de la sequía, que ha llevado a sectores agrícolas a lo que describen como "una crisis sin precedentes", con reclamos apremiantes de alivios financieros estatales y predicciones de un ominoso corte en la cadena de pagos. La trancada realidad es que aunque los pedidos se justifiquen, la situación fiscal y la propia salud del Banco República torna imposible atenderlos en su totalidad.
Adicionalmente el gobierno opta por negociar ayudas sectoriales con las gremiales agropecuarias, lo que acentúa la disconformidad de muchos autoconvocados por sentirse excluidos. Algunos de sus dirigentes optan por una espera paciente para darle tiempo a la administración Vázquez a arbitrar soluciones aceptables. Pero otros son partidarios de prontas acciones drásticas que pueden llegar hasta el corte de rutas para impedir el tránsito de alimentos a centros urbanos. El BROU ya ha anunciado algunas medidas de alivio, con reperfilamiento de deudas y créditos, todo resuelto caso por caso y para algunos sectores. Un solo Uruguay, sin embargo, insiste en ayuda para la totalidad de la cadena productiva del país, incluyendo la industria, la construcción, el transporte y el comercio y servicios.
Es irreal pensar que un gobierno acuciado por un alto déficit fiscal y siempre acotado en recursos pueda atender esa vasta gama de aspiraciones. Pero Álvaro Ribas, delegado del movimiento Un solo Uruguay, advirtió que si no son atendidas, se agudizará la realidad de que ya "se está cortando la cadena pagos" por deudas impagas que afectarían a acreedores en diferentes rubros de actividad. El ministro de Economía, Danilo Astori, retrucó que está "absolutamente seguro" de que no habrá ruptura de la cadena de pagos. Destacó la solidez del sistema financiero y la capacidad del BROU para evitar una situación difícil. Persiste, sin embargo, una enorme brecha entre lo que reclaman los productores y la asistencia que el gobierno y el BROU estén en condiciones de acordar, sin empeorar una situación fiscal que ya es complicada por un déficit de 3,5% del Producto Interno Bruto y la improbabilidad de que baje al pronóstico oficial del 2,5% al fin del período.
La respuesta obvia a este desencuentro es que ambas puntas equilibren demandas y concesiones. Son notorias las graves dificultades que enfrentan muchos sectores, especialmente el sojero, base de las exportaciones agrícolas y golpeado por la sequía con la pérdida de la mitad de la cosecha. La asistencia oficial pondrá énfasis en ese sector, aunque siempre atendiendo caso por caso en los diferentes rubros del agro, dentro de la limitación de sus recursos. Por su parte los productores no tienen otra opción que moderar sus esperanzas, por deseables que sean los planteos originales de la proclama de Durazno y por el fundamento que pueda tener el nuevo conjunto de pedidos. Si ambas partes no se ponen de acuerdo sobre lo posible, aunque no sea lo ideal, el país enfrentará la crisis que se pronostica desde el agro. l
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