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Intimidades del Parque Saroldi, a casi 92 años de su inauguración

Exfutbolistas e hinchas del club darsenero recuerdan anécdotas de un estadio que atesora una gran riqueza futbolística
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26 de julio de 2020 a las 05:03

"La cancha del Saroldi es la única en Uruguay que aún vacía, es linda”. Así definió Pablo Aguirre Varrailhon, historiador del club River Plate, al Parque Federico Omar Saroldi. Ubicada en el corazón del Prado, rodeada de árboles, con el gorgeo de los pájaros como música permanente, el teatro darsenero está por cumplir 92 años de historia y sigue renovandose.

La Intendencia de Montevideo le extendió al club la concesión del estadio por 15 años y sus directivos aprovecharon la ocasión para desempolvar un proyecto del año 1981 del exdirigente ya fallecido, Leonel Forno, y le pusieron nombre a las cuatro tribunas: Capurro (la principal), Olimpia (la visitante), Aduana y Prado (las cabeceras). También se nombraron las butacas del palco con las personas que tienen más de 50 años de socios.

Los terrenos donde se ubica el escenario fueron conseguidos en 1926 por Lorenzo Batlle Berres, presidente del Olimpia FC (club que luego se transformó en River Plate). El gobierno municipal le cedió los campos que habían pertenecido a José de Buschental y el 2 de noviembre de 1928 se inauguró el Olimpia Park. En mayo de 1932, cuando se fusionaron Olimpia y Capurro, y surgió el Club Atlético River Plate, el Parque pasó a llamarse Campo de Deportes River Plate. Unos meses después, una tragedia derivó en el actual nombre Federico Omar Saroldi.

Así se llamaba el golero titular de River que comenzó el campeonato Uruguayo de 1932, el primero en la era del profesionalismo. Actuó en las tres primeras fechas (Peñarol, Nacional y Bella Vista) y en la cuarta, el 26 de junio contra Central en la vieja cancha de Peñarol en Pocitos, fue embestido por un rival; el 4 de julio murió por las heridas internas que le provocó el choque. De inmediato la directiva de la institución resolvió ponerle su nombre al “campo de deportes del Prado”, y así consta en la Memoria de 1934. 

Sobre el césped pasaron generaciones de grandes futbolistas. Desde Isabelino Gradín, futbolista del Olimpia, uno de los primeros en jugar allí cuando ni siquiera había arcos, Severino Varela, Eusebio Tejera, Fernando Morena, Waldemar Victorino, Carlos Aguilera, Gustavo Poyet, Osvaldo Canobbio, Fernando Correa, Richard Porta, Nicolás Schiappacasse. El espacio es demasiado corto para nombrar a tantos cracks surgidos en esa cancha o que defendieron la camiseta rojiblanca.

Victorino vivió cuatro años que califica de “maravillosos” en River Plate, en la década de 1970. “En aquella época la cancha de River era la mejor que había en Uruguay y para cuidarla, cuando llovía mucho íbamos caminando a entrenar a la del Ipiranga en Propios. Era una pena estropearla. Me acuerdo que siempre me quedaba con el profe Grimaldi hasta que oscurecía. Es un lugar espectacular”, recordó el exdelantero a Referí. 

Construcción de la tribuna en 1940

“Eramos una barra linda, el Tola Antúnez, Goyén, el Mono del Capellán, el Perro Rodríguez, Eguren, Mario Liuzzi, Mansilla... después de las prácticas íbamos al bar que está en la rotonda de Millán, hacíamos bromas, charlábamos, la pasábamos bien y nos cuidábamos entre nosotros”, agregó Victorino.

De esos tiempos hay una anécdota imperdible, contada por Roberto Beltrami, socio de River desde 1967 y de frecuente presencia en el Saroldi. “Cuando bajamos en 1978 el presidente era Eduardo Castro Quintela. Fue al vestuario y dijo, ‘todos ustedes son responsables del descenso y todos ustedes van a ser los responsables de que River vuelva a la A. Así fue, con el mismo equipo River subió”, contó. Beltrami también se acuerda de la histórica Copa Sudamericana de 2009, con Juan Ramón Carrasco como técnico, torneo en el que River alcanzó las semifinales. 

Eduardo Crudeli nació en el Prado (ahora está afincado en Centroamérica), jugó en River en la década de 1980 y guarda lindas anécdotas del Saroldi. “Ganábamos para el ómnibus. Teníamos dos pelotas para entrenar y un juego de chalecos para todas las divisiones juveniles. Llegábamos caminando al entrenamiento porque guardábamos la plata para comprar frutas. Para bañarnos teníamos que hacer cola y salía un chorrito de agua caliente. Pero eran tiempos lindos” contó en charla con Referí.

Casona del Saroldi en una foto de época

El actual técnico de Juventud, Pablo Tiscornia, creció como futbolista en el Saroldi y recordó cuando dormían en las habitaciones de la casona y particularmente un día que en el almuerzo comió cuatro platos de pasta: “El casero me dijo ‘te dejo el postre en la heladera’ mientras terminaba el último plato. Al rato voy a buscarlo a la cocina y me había dejado ¡otro plato de fideos!”, expresó el exzaguero en ocasión del festejo de los 90 años del estadio.

La casona que actualmente es la sede del club, está ubicada en 19 de Abril y Atilio Pelossi. Fue uno de los chalets de Buschental y anexada al Saroldi con los años. Fue concentración y hospedaje de los futbolistas, y actualmente es la sede del club. Para el futuro está proyectado el museo darsenero, contó Aguirre. En ese lugar concentró la selección uruguaya durante el Mundial de 1930 y le cantó Carlos Gardel el 7 de julio a la hora 18, temprano porque la cena estaba prevista para las 19.

Fernando “Petete” Correa llegó al Saroldi con 8 o 9 años y también evocó momentos vividos allí en las décadas de 1980 y 1990. “El técnico era Angel Garro y nos decía, ‘cierren los ojos que cuando los abran están en Primera’. Nosotros los cerrábamos y al abrirlos le decíamos ‘todavía estamos acá’”. También contó sobre un día que estaba mirando la práctica de Primera y vio al técnico Fernando Morena atarse los zapatos de fútbol: “Se le rompió la lengüeta a uno y la tiró a la basura. Cuando se fueron todos fui a la basura y me quedé con la lengua del zapato como un recuerdo durante muchos años”.

El día que Carlos Gardel le cantó a la selección nacional

Una de las cabinas de prensa del estadio lleva el nombre de José Bachs, un exdirigente. Su nieto Martín es periodista deportivo, hincha del darsenero y asiduo al Saroldi: “Las pocas veces que lo vi repleto de bote a bote fue un amistoso que jugó River ante Peñarol que tenía en el equipo a Akongo; no se cobraba entrada y había gente hasta en las escaleras. En partidos oficiales en la época más goleadora con Carrasco de técnico, un partido de mañana ante Tacuarembó que no cabía un alfiler y los aplausos a cada gol retumbaban en las cuatro tribunas”.

Para los darseneros, ver un partido de fútbol en el Saroldi es como verlo en el patio de su casa, bajo la sombra y saboreando un  mate.

Los nombres elegidos

La historia de River es de tan vasta riqueza que, para evitar injusticias y polémicas, los dirigentes resolvieron no poner nombres propios a las tribunas. Se inclinaron por “Olimpia” y “Capurro” porque fueron los clubes que se fusionaron en 1932 para que naciera River Plate y así convertirse en el décimo participante de la primera liga profesional. “Aduana” porque es el barrio donde surgió el viejo River en 1902 y “Prado” porque es el que lo acogió para siempre.

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